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Si desaparece el ajolote, 'muere' Xochimilco

En la mitología azteca el ajolote simbolizaba el movimiento y la vida. Hoy está en riesgo de extinguirse. Una leyenda xochimilca refiere que el día que se pierda esta especie, Xochimilco se acaba, lamentan pescadores que luchan por salvar su zona lacustre.

Xochimilco es vital para la Ciudad de México, porque ahí se siguen cultivando hortalizas y otros frutos, y es un pulmón en medio del concreto. Sin embargo, ha venido sufriendo un grave deterioro debido al cambio de uso de suelo, urbanización e introducción de especies exóticas como las carpas y tilapias.

En esta zona se concentran más de 140 especies de aves acuáticas, ajolotes, acociles, charales, además de las chinampas, que ofrecen captura de carbono. Se estima que si desaparece Xochimilco, la temperatura de la megaurbe aumentaría hasta cuatro grados.

"Decía una leyenda de los xochimilcas que el día que se pierda el ajolote, Xochimilco se acaba, y está a punto", lamenta Roberto Altamirano, que junto con una veintena de personas, quiere evitar que los peces invasores acaben con esa zona y su fauna, en particular con el ajolote, figura simbólica en el periodo prehispánico.

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El ajolote, que en la mitología azteca simbolizaba el movimiento y la vida, es un tipo de salamandra que sólo existe en los 180 kilómetros de canales de esa zona. Las amenazas son de tiempo atrás: "Aguas negras, después de eso las especies invasoras (carpas y tilapias) y al último, como lo pusieron de moda, todos querían tener un ajolote y empezó a haber un mercado negro", dice Altamirano, de 42 años.

El desafío mayor lo supuso quizá la llegada, a finales del siglo pasado, de especies invasoras, y enfrentarlas exige un esfuerzo titánico. Las carpas y tilapias "se introdujeron como un recurso aprovechable para el consumo humano. Sin embargo, resultaron ser invasivas y ocasionaron un problema", asegura la académica María Figueroa.

Originalmente, la pesca existía sólo para autoconsumo e incluía también almejas y acociles (un tipo de camarón de río), especies que ya difícilmente se ven en los canales. Por ello, Altamirano responde con lo que ha hecho toda su vida: pescar.

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"Mi abuelo tiene 98 años y de él aprendí la pesca. Se había perdido el linaje porque llegó el momento en que ya no era redituable. Soy el último loco que queda de mi familia", relata el pescador.

Conformó el grupo de pescadores hace ocho años para sacar toneladas de carpas y tilapias, que pone a secar, muele y vende como harina para composta, pues los capitalinos temen comerlas porque podrían contener metales pesados.

El problema es mayúsculo: ambas especies se reproducen rápidamente con el efecto potencial de devastar a Xochimilco y su ecosistema. En una ocasión sacaron en media hora nueve toneladas de pescado, todo un récord, según cuenta Altamirano.

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Proyecto en riesgo de desaparecer
Sin embargo, el proyecto corre el riesgo de naufragar, y con él parte del esfuerzo por salvar las especies de Xochimilco. Cada vez hay menos pescadores. Escasean los jóvenes xochimilcas deseosos de dedicarse a lanzar redes al agua turbia bajo un inclemente sol por 2 mil 600 pesos mensuales que les paga la ciudad.

Sostener a una familia con eso es muy difícil, asegura Altamirano. "Nos vamos a acabar nosotros y se acabaron los pescadores, porque la juventud ya no se quiere interesar por esto. Prefiere estar en un bicitaxi", agrega.

A su lado, Ramsés Coloapa, un pescador de 23 años, dice que pesca "más que nada por necesidad de salir adelante, sacar los gastos de la comida".

Ante al reto que implica conseguir recursos para operar y el poco interés de los jóvenes, Altamirano ruega para que una leyenda local no se convierta en realidad.

Con información de AFP.

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