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Hay miles de personas en condiciones precarias mientras prevalece la violencia en República Democrática del Congo

Los equipos de MSF realizaron un promedio de más de 800 consultas por semana, asistieron 35 partos y trataron a varias docenas de pacientes que necesitaban atención de salud mental.

Desde 2017, una violencia abrumadora atormenta a la población en el territorio de Djugu, provincia de Ituri, al noreste de la República Democrática del Congo (RDC), ya que las tensiones entre las comunidades provocaron un resurgimiento del conflicto armado.

Cuatro ataques consecutivos de violencia sin precedentes golpearon los asentamientos Tché, Drodro, Paroisse, Luko e Ivo, entre el 12 y el 28 de noviembre de 2021. Esta nueva escalada del conflicto ha empeorado la situación humanitaria y de seguridad en los sitios para personas internamente desplazadas en la zona, mientras aumenta la vulnerabilidad y el aislamiento de la población.

“Estoy abandonada a mi suerte. Sin alimentos, mis hijos y yo hemos estado enfermos desde que llegamos al sitio”, dice Suzanne, una agricultora de 52 años de Dhedja que huyó a Ivo con sus tres hijos.

Esta es la segunda vez que se ve obligada a huir, esta última al campo de personas desplazadas de Rhoe. En Ivo, vio cómo le disparaban a los transeúntes y escuchó que atacaban con machetes a sus vecinos mientras ella conseguía escapar con su familia. Las imágenes de sus vecinos masacrados se repiten en su mente mientras lucha por mantener a sus hijos con pocas expectativas a futuro.

Al igual que Suzanne, más de 40 mil personas se han visto obligadas a refugiarse en el campo de Rhoe en la zona sanitaria del estado de Blukwa, un área de difícil acceso y donde los grupos humanitarios tienen una presencia reducida debido a los recurrentes problemas de seguridad.

“Las personas se enfrentan a muchas dificultades: el frío, la falta de refugios y letrinas. Los enfrentamientos entre grupos armados han provocado el desplazamiento masivo de personas, incluyendo a trabajadores sanitarios que ya no están al lado de la cama de sus pacientes”, afirma el Dr. Benjamin Safari de MSF en Drodro.


“Las necesidades sanitarias son enormes. Hemos puesto en marcha varias actividades para reforzar nuestra respuesta, especialmente para las niñas y niños menores de 15 años”, dice el Dr. Safari.

En un principio, la clínica instalada en el campo estaba destinada a derivar a las y los pacientes que necesitaban cuidados más intensivos al hospital general de referencia, mismo que está mejor equipado, en la ciudad de Drodro. Sin embargo, tras los últimos enfrentamientos que destruyeron partes de Drodro y obligaron a la población a trasladarse al campo de Rhoe, nuestros equipos transformaron la clínica en un hospital de campaña para atender a las más de 65 mil personas que ahora reciben, lo que supone un aumento de 40 mil personas en dos meses.

En las últimas semanas, nuestros equipos realizaron un promedio de más de 800 consultas por semana, asistieron 35 partos y trataron a varias docenas de pacientes que necesitaban atención de salud mental. Además, nuestros equipos de promoción de la salud han realizado jornadas de sensibilización sanitaria en el sitio, con el objetivo de detectar casos de desnutrición aguda, enfermedades con potencial epidémico y brindar información sobre los servicios de apoyo a las posibles víctimas de la violencia sexual.

“Aunque algunas personas comienzan a volver a sus hogares, en la relativa y frágil calma de las últimas semanas, las necesidades siguen siendo altas y nuestro acceso a las personas es limitado”, dice Davide Occhipinti, coordinador de proyectos de MSF en Drodro. “No podremos seguir a estas personas hasta Drodro si no es seguro para el personal sanitario”, afirma.

“Quienes se quedan en Rhoe no tienen a dónde ir. Las comunidades que luchan en la zona han sido desatendidas durante demasiado tiempo y no resolveremos sus problemas con vendajes y medicamentos. El Estado congoleño y sus socios internacionales deben asumir la responsabilidad de revertir la dinámica de este círculo vicioso que conduce a más y más muertes, lesiones y desplazamientos”, dice Occhipinti.


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