Food and Drink

¿Qué tan difícil es dejar de tomar café?

Hay personas no pueden imaginar comenzar su día sin una taza de café por la mañana, pues contiene cafeína, una sustancia capaz de activar el cuerpo y estimular la concentración.

Hay un ritual que se repite religiosamente alrededor del mundo: comienza en las santas profundidades de una taza, aunque bien podría ser un hoyo negro que jamás alcanza a tocar el fondo, pues se rellena varias veces de ese líquido obscuro, muy caliente, solo o con azúcar y leche, que nos hace exclamar con alivio: “ahhhhhhh”, entonces sí, después de eso el día puede comenzar.

¿De verdad podrías vivir sin café? El café es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua, un hábito tan arraigado que para muchas personas parece impensable trabajar, estudiar o charlar sin esa dosis cotidiana, capaz de estimular la mente y espantar al sueño, provoca euforia y fuerza durante un lapso.

El efecto estimulante del café se debe a la cafeína, una sustancia aislada en 1820 por el químico alemán Friedlieb Ferdinand Runge, quien estaba estudiando dicha bebida.

Luego de ello, se dieron cuenta que también tenía presencia en otros alimentos como el té, cacao, nueces de cola y otras plantas, sin embargo, ninguna tan popular como el café.

Sin embargo, aunque el café tiene gran popularidad, los efectos de la cafeína no producen placer en todas las personas, según la sensibilidad y metabolismo de cada persona, hay quienes reaccionan con repudio a sus efectos: ansiedad, palpitaciones, nerviosismo, alteraciones del sueño, dolores de cabeza, problemas digestivos y demás.

¿La cafeína es adictiva?

En 1998 un artículo científico llamado Is caffeine addictive? describía a la cafeína como “la sustancia psicoactiva más utilizada en el mundo”, pues para ese momento, al menos en la sociedad occidental el 80 por ciento de la población adulta la consumía en cantidades lo suficientemente grandes como para tener un efecto en el cerebro y se preguntaban si se debía a la dependencia a esta sustancia.

De acuerdo con los autores, la cafeína afectaba las mismas partes del cerebro que la cocaína, pero de formas diferentes, había registro de síntomas de abstinencia a la cafeína, pero el efecto no era comparable a los asociados con la cocaína:

El consumo de cafeína tampoco parece representar una amenaza para el individuo o la sociedad”.

En estudios posteriores tampoco se ha considerado que sea un gran riesgo, y, a la fecha es la única droga aceptada en todo el mundo.

Así, en un texto de 2009 también llamado ¿Es la cafeína adictiva?, la especialista Sally Satel afirmaba que el término adicción no se ajusta a la cafeína, pues su consumo no hace daño al individuo ni a la sociedad, además, sus consumidores no están obligados a hacerlo.

El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas coincide, pues según los especialistas, científicamente hablando, la cafeína no genera una adicción, en todo caso la obsesión mundial por la cafeína sería una “dependencia” porque al dejarla se experimentan una leve abstinencia.

Si bien, como muchas drogas, la cafeína produce un pequeño aumento de dopamina, “no provoca el gran aumento que desequilibra los circuitos de recompensa en el cerebro y es necesario para una adicción”.

¿Es difícil dejar el café?

Cuando una persona que bebe habitualmente café o alguna otra bebida con cafeína deja de hacerlo, hay registro de que se presentan algunos malestares, según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas suelen sentir cansancio, dolores de cabeza, insomnio y otros síntomas.

De acuerdo con Lorenza Torrente Alba, nutrióloga por la Universidad Autónoma de Nuevo León, los consumidores asiduos al café han dicho que el síndrome de abstinencia no es grave, y sobreponerse a la falta de cafeína es un proceso rápido y, hasta cierto punto, fácil.

Por motivos de salud, hay quienes optan por dejarlo gradualmente o sustituirlo por bebidas con menos cafeína, como algunos tés.

La cafeína es la droga psicoactiva más popular del mundo: estimula nuestra mente, exalta los nervios, nos roba el sueño. Y, simplemente, nos negamos a vivir sin ella”, escribió R. Reid en un artículo de National Geographic.

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