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InBev aún añora a su exnovia checa, a pesar de su compromiso con SAB

InBev NV concretó su propuesta con SABMiller por 107 mil millones de dólares pero su verdadero anhelo aún se encuentra en una pequeña ciudad checa.

Anheuser-Busch InBev NV podrá haber concretado su propuesta de matrimonio de 107 mil millones de dólares con SABMiller Plc, pero el gigante de la cervecería nunca dejó de pensar en la que huyó del altar.

En Ceske Budejovice, una ciudad de 93 mil habitantes acurrucada entre las colinas ondulantes del sur de la República Checa, existe una cervecería estatal llamada Budejovicky Budvar. Como en el alemán que hablaba como lengua nativa la mayoría de sus habitantes en el siglo XIX la ciudad se llama Budweis, la cerveza de la compañía suele conocerse como Budweiser.

Ese nombre tiene un atractivo obvio para los fabricantes de la cerveza estadounidense más vendida, actualmente controlada por InBev. Durante más de un siglo, las dos partes estuvieron metidas en un embrollo legal por los derechos sobre el nombre, y en varias ocasiones durante las últimas dos décadas los estadounidenses ofrecieron comprar la cervecería checa. Hoy, Budvar dice que hay litigios activos en cerca de una docena de países y disputas que hierven a fuego lento en otros veinticinco.

"Las demandas son agotadoras tanto en tiempo como dinero", dice Jiri Bocek, el máximo responsable ejecutivo de la cervecería checa desde 1991, quien conserva seis botellas de Budweiser estadounidense a la vista en su oficina para recordar la disputa. "Nos alegraría evitarlas".

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Litigios

Durante gran parte del siglo XX, las dos Budweiser coexistieron gracias a acuerdos firmados en 1911 y 1939, que les dieron los derechos para usar la marca registrada Budweiser en América del Norte a los de St. Louis y la mayor parte de Europa a los checos. Pero desde que se firmaron esos pactos, Budvar creció modestamente, mientras que Anheuser-Busch pasó de ser una cervecería local de St. Louis a convertirse en una potencial global, adquirida por la belga Inbev en 2008 para crear la cervecería más grande de mundo. Hoy, la producción de Budvar equivale a un 0.3 por ciento de la de InBev.

Así como otras grandes empresas privadas en Checoslovaquia, Budvar fue nacionalizada cuando los comunistas llegaron al poder en 1948. La empresa se concentró en las exportaciones como fuente de moneda fuerte muy necesaria para la economía de planificación central, y para cuando el comunismo colapsó en 1989, la marca de Budvar estaba bien consolidada en el exterior, especialmente en Europa del Este. Tras la apertura de las fronteras, Budvar empezó a buscar más mercados.

Eso no le cayó bien a Anheuser-Busch. El gobierno checo —que nunca privatizó la empresa, a diferencia de la mayoría de las muchas otras cervecerías del país— rechazo los intentos de los estadounidenses de comprar la empresa o la marca. Por eso, el gigante estadounidense lanzó una serie de litigios para impedir que Budvar utilizase la marca Budweiser en varios mercados alrededor del mundo y terminó comprando una cervecería de menor tamaño en Ceske Budejovice para reforzar su reclamo por los derechos sobre el nombre Budweiser.

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Inconcluyente

Dos décadas y muchos millones de dólares gastados en honorarios legales más tarde, los resultados son inconcluyentes. InBev sigue dominando América del Norte, por lo cual allí Budvar tiene que llamar a su cerveza Czechvar, la cual se vende a más o menos el doble del precio de la versión estadounidense. En Europa, los estadounidenses sólo pueden usar la marca Budweiser en Francia, España y un puñado de lugares más. Los checos pueden llamar a su cerveza Budweiser en Alemania, Austria, Italia, Europa del Este y Rusia.

"Ambas partes saben que ante todo se trata de una lucha por el territorio", dice Bocek. "No nos alegra embrollarnos en estas demandas, pero ellos no van a impedir que nos expandamos".

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