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Especial sobre hongos ‘mágicos’: Buen viaje

Una economía sumergida florece ante la relajación de las leyes que penalizan el consumo de hongos.

Es difícil ignorar la gran lona verde sobre el Coca Leaf Café de Vancouver que lo identifica como un “Dispensario de hongos”. En el interior, la clientela encuentra vitrinas llenas de una docena de variedades de hongos “mágicos” con nombres como Penis Envy (envidia del pene) y Jedi Mind Trick (truco mental jedi).

También en el menú de esta pequeña tienda en el barrio chino de la ciudad hay chocolates con hongos y cápsulas de microdosis, así como ofertas más sofisticadas que incluyen tinturas de LSD y cartuchos de vape que contienen DMT (el ingrediente activo de la ayahuasca). Para realizar una compra enseñas una identificación, firmas un formulario de salud, compras un producto y, si lo deseas, dejas una reseña en Google.

Los hongos mágicos están en tendencia. En los últimos dos años se abrieron al menos seis dispensarios de hongos en Vancouver, que recientemente despenalizó las drogas duras y se ha convertido en un campo de pruebas clave para una reforma política más amplia. Tiendas similares, aunque más discretas, están abriéndose en ciudades estadounidenses donde los hongos han sido despenalizados, como Oakland (California) y Portland (Oregón).

Las ventas comerciales aún son ilegales en Estados Unidos y Canadá, pero estos negocios del mercado negro operan a través de lagunas que incluyen exenciones de libertad religiosa, programas de obsequios y eventos efímeros. Los vendedores digitales proliferan en las redes sociales, donde cuentas anónimas venden abiertamente esta clase de productos.

“Quienes trafican con drogas siempre ganan”, declara la propietaria de Coca Leaf Café, Dana Larsen, una activista del cannabis que dice que los dispensarios como el suyo son clave para avanzar en la legalización de los hongos al normalizar el uso recreativo; el dispensario tuvo una cita en la corte por cuestiones de licencia en junio. “Nosotros presionamos al sistema legal para que mejore”.

Los hongos mágicos son la estrella emergente de la floreciente revolución psicodélica en torno a la salud y el bienestar mental. La psilocibina, el principal compuesto alucinógeno en más de 180 cepas de hongos, ha mostrado resultados impresionantes para afecciones como la depresión, la ansiedad y la adicción a las drogas y el alcohol que han sido resistentes a los tratamientos médicos convencionales.


Un estudio publicado en Nature en julio también reveló que aquellos que ingirieron hongos psilocibios en pequeñas cantidades (una técnica conocida como microdosis) reportaron un mejor estado de ánimo y salud mental. Del mismo modo, la cobertura de los medios, como el documental Fantastic Fungi de Paul Stamets y el libro de Michael Pollan How to Change Your Mind (convertido en la docuserie de Netflix Cómo cambiar tu mente), ha ayudado a ampliar la aceptación de estas sustancias como herramientas para la llamada auto-optimización.

Pero la pregunta clave sigue siendo quién puede capitalizar los hongos mágicos y cómo accede a ellos. Se prevé que el mercado mundial de la psilocibina farmacéutica, liderado por empresas como Johnson & Johnson, alcance los 6 mil 900 millones de dólares para 2027, según Data Bridge Market Research.

El movimiento para despenalizar los hongos psilocibios no deja de cabildear. Después de que Denver allanó el camino en 2019, pronto le siguieron Oakland, Washington, Detroit, Seattle y Santa Cruz. Quince ciudades o municipios ya lo han hecho, y se están considerando proyectos de ley similares a nivel estatal en California, Hawái y Nueva Jersey. Aunque las leyes actuales protegen solo el uso personal de psicodélicos, la despenalización está fomentando un clima en el que quienes operan en la informalidad se dedican a la venta, la distribución y los servicios directos o auxiliares con creciente audacia.

“Es una locura lo que está pasando”, dice Alli Schaper, cofundadora de Multiverse, un emporio en línea para marcas legales que venden hongos no psicoactivos o adaptógenos. “Hay mil marcas de microdosis [psicodélicas] que se venden en Shopify, y aunque es muy ilegal, simplemente lo hacen, para tantear si los atrapan”.

Otros expertos de la industria hablan de la aparición de círculos comunitarios donde curanderos clandestinos administran psicodélicos, así como mercados efímeros de agricultores y “seshes”, eventos secretos donde los asistentes pagan una entrada y pueden comprar hongos directamente de los productores.

“Hay mucha inversión clandestina en mercados actualmente negros o grises”, indica Ismail Ali, director de políticas de ls Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies, la principal organización sin fines de lucro que ahora patrocina múltiples ensayos clínicos para la terapia con psicodélicos. “La despenalización brinda un nivel de protección para comportamientos que ya están ocurriendo”.

Estos cambios en la legislación colocan el uso y posesión personal como la prioridad más baja para la aplicación de la ley, reclasificando dichos actos como sanciones civiles sujetas a multas en lugar de tiempo en prisión. Los activistas dicen que las medidas han tenido un impacto directo, pues los operadores están más dispuestos a asumir riesgos.

“Las personas se sienten más seguras de que no terminarán en la cárcel, tanto así que están abriendo dispensarios”, dice Nathan Howard de Plant Medicine Healing Alliance, un grupo en Portland que defiende la descriminalización de hongos y plantas medicinales. “Todavía no tienen grandes letreros de neón, pero definitivamente puedes encontrarlas si conoces a las personas correctas”.

En Oakland, la iglesia psicodélica Zide Door opera de facto como un dispensario de hongos amparada en la libertad religiosa; pide que los clientes firmen un documento declarando que aceptan plantas psicodélicas como parte de su práctica espiritual. Ubicado en una calle industrial, el local se ha convertido en una parte integral de la creciente comunidad psicodélica de la ciudad. A pesar de una redada policial en 2020, la iglesia sigue funcionando.

“El volumen definitivamente ha subido. Hay reuniones grupales donde la gente está feliz de compartir hongos y hablar sobre estas cosas. Es motivo de orgullo”, coincide Travis Tyler Fluck, cofundador de Denver Mushroom Cooperative y líder del movimiento Decriminalize Denver.

En el movimiento arguyen que la despenalización es un paso importante que debe darse antes de la legalización, porque permite que las personas y las empresas más pequeñas ingresen al juego a un costo más bajo que el que podría presentarse con una legalización amplia e inmediata y la burocracia que la acompaña.

“Permite que las personas se involucren a un nivel pequeño sin tener que volverse corporativo desde el principio”, afirma Carlos Plazola, quien cofundó la influyente organización Decriminalize Nature en respuesta a lo que él ve como los errores en la legalización del cannabis.

Debido a las estrictas regulaciones, las altas tasas impositivas y los costos de licencia, la industria del cannabis recreativo ahora está dominada por grandes empresas con inversionistas acaudalados, mientras que la caída de los márgenes de ganancias también ha dificultado la supervivencia de las tiendas pequeñas. Como resultado, muchos operadores de cannabis han optado por permanecer en la economía sumergida; hoy, el mercado ilegal de la marihuana en California asciende a 8 mil millones de dólares, el doble del tamaño del mercado legal.

En Oregón, el único estado que ha legalizado la psilocibina para uso terapéutico, todos los residentes mayores de 21 años tendrán acceso a los centros de terapia con hongos a partir del próximo año, cuando la ley entre en vigor.

En estos centros los clientes no podrán comprar hongos para uso doméstico, sino que deberán pasar por un proceso que involucre la supervisión de un facilitador certificado capacitado bajo un programa aprobado por el gobierno, este facilitador administrará los hongos y guiará las sesiones. Aunque el precio de estas terapias aún no se ha determinado, es probable que cuesten varios miles de dólares y no estén cubiertas por el seguro.

El desafío para los reguladores es cómo crear un marco que permita que los negocios legales prosperen frente a la feroz competencia en el mercado sumergido. “Sabemos que hay un mercado no regulado, así como siglos de uso por parte de las comunidades indígenas”, dice Angela Allbee, gerente de la sección de servicios de psilocibina de la Autoridad de Salud de Oregón, la agencia gubernamental encargada de otorgar licencias para centros de terapia, cultivadores, laboratorios y proveedores de servicios.

Allbee dice que la Autoridad de Salud se ha comprometido a alentar la adhesión de los participantes en el mercado no regulado. La dependencia también está diseñando un sistema de seguimiento para evitar que una sobreabundancia de productos se desvíe hacia el espacio no regulado. Será similar al actual sistema conocido como Metrc, que rastrea la actividad comercial del cannabis a lo largo de la cadena de distribución.

A algunos expertos les preocupa que el mercado sumergido actual carezca de control de calidad y otras medidas de seguridad. “Es el salvaje oeste, y puedes hacer lo que quieras”, explica Ophelia Chong, consultora de cannabis y fundadora de Asian Americans for Cannabis Education. “No hay regulaciones [federales] o pruebas, no hay nadie que ponga orden”.

A pesar de estas preocupaciones, es probable que el mercado gris continúe atendiendo a grandes segmentos de la población que no pueden pagar la terapia legal con hongos. “Este modelo sigue el sistema de atención médica con fines de lucro que no es accesible para la mayoría de las personas”, se lamenta Alex Wilson de Decriminalize Nature Portland.

Algunos activistas también se han convertido en empresarios: Reggie Harris, un miembro clave del movimiento de despenalización de Oakland, abrió la firma de consultoría Hyphae Labs, que prueba en su laboratorio la potencia de los hongos y organizó la primera Copa de Psilocibina en 2020.

“En este momento, nos beneficiamos de la ambigüedad porque mantiene fuera a las grandes empresas”, dice Harris. “No es fácil conseguir quien invierta 100 millones de dólares si las reglas pueden cambiar mañana”. Él también organiza eventos educativos en California para afroestadounidenses. “La despenalización permite que gente como yo y otras personas entren en el juego; nos da un camino”, dice.

Algunas marcas están esperando la legalización federal antes de ingresar al mercado psicodélico, eligiendo trabajar con hongos funcionales y no psicoactivos como el chaga y el reishi. Los hermanos Chris y Joe Claussen, cofundadores de First Person, comenzaron a darle microdosis de hongos psicodélicos a su padre después de verlo caer en la demencia.

“Observamos algunos resultados asombrosos y comenzamos a tomar microdosis nosotros mismos y a compartir con nuestros amigos”, cuenta Joe. “La gente decía que curaba sus migrañas y que se sentían mejor con sus hijos”. First Person ahora vende cápsulas de hongos funcionales y otros nootrópicos con supuestos atributos de “mejorar las funciones cerebrales”.

La empresa adquirió recientemente una empresa de cultivo e investigación y desarrollo en Jamaica, donde los hongos mágicos son legales, e inició una granja de hongos adaptogénos en el estado de Washington; First Person también ha tramitado solicitudes de patentes y está esperando una licencia de la Administración de Control de Drogas (DEA) para cultivar hongos en Estados Unidos. La legalización, dice Chris, “va a ser un espectáculo caótico con diez mil marcas tratando de posicionarse. Nosotros estamos creando una marca más grande desde cero, pasando de la espora a la tienda”.

Por ahora, los operadores del mercado negro están cosechando los beneficios del creciente interés de nuevos consumidores que ya no tienen que llamar al dealer. Larsen de Coca Leaf Café dice que su dispensario de hongos recibe al día unos cien clientes y genera 5 mil dólares en ventas. “Hay muchos ingresos potenciales en este tipo de negocio”, apunta. “Creo que veremos cientos de tiendas más” en Estados Unidos y Canadá.

“La legalización también llegará, y veremos las fuentes regulares de capital y empresariado”, agrega Howard de Plant Medicine. “Pero hay tanta demanda de cosas que realmente funcionan que el espacio ha despegado, con o sin apoyo del gobierno”.

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