En una tradición que se remonta a los primeros días del programa espacial de Estados Unidos, cuando un astronauta viaja, deja cartas a sus seres queridos, por si no regresa. Así que el verano pasado, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, quien venera tales rituales, escribió su propio y sincero adiós a su novia Lauren Sánchez en la víspera de su histórico viaje en un cohete Blue Origin. Pero entonces, en la mañana del lanzamiento, Bezos no pudo aguantar, en medio del ir y venir de colegas y compañeros, le entregó la carta a Sánchez en un gran gesto romántico, según una persona enterada del tema.
Momentos como ese revelan el estado anímico actual de la segunda persona más rica del mundo. Bezos parece pasar la mayor parte de su tiempo concentrado en su opulenta vida con Sánchez, su compañía espacial privada y su fundación filantrópica de 10 mil millones de dólares, y dedica muy poco al gigante del comercio electrónico y la computación en la nube de 1.4 billones de dólares que dirigió durante 27 años. “Voy a dividir mi tiempo entre Blue Origin y Bezos Earth Fund”, dijo en la conferencia de prensa luego de su regreso a la Tierra ese día, omitiendo explícitamente a Amazon, donde sigue siendo presidente ejecutivo. “Va a haber una tercera y una cuarta cosa, pero todavía no sé cuáles son. No soy bueno haciendo solo unas pocas cosas”.
La transformación personal y profesional de Bezos es sorprendente. Hace dos décadas era un egresado de Wall Street que vestía pantalones caqui y con una obsesión con las minucias de su tienda en línea que lo mantenía fuera del ojo público, salvo por el anuncio ocasional de productos. Ahora es un musculoso asiduo de la prensa amarillista, feliz de exhibir sus escapadas en Instagram, ya sea retozando en su nueva propiedad de 78 millones de dólares (mdd) en Maui con Leonardo DiCaprio o enviando a William Shatner y Michael Strahan al espacio en los cohetes de Blue Origin.
La dramática evolución de Bezos pareció acelerarse después de que Amazon consolidó su señorío en el comercio minorista en línea. La compañía creó productos que cambiaron la industria con Kindle y Alexa y ha mantenido un crecimiento vertiginoso en divisiones como Amazon Marketplace y Amazon Logistics. Ideadas y, a menudo, microgestionadas por el propio Bezos, estas iniciativas impulsaron la expansión de la empresa Stoneal tiempo que crearon problemas inesperados para clientes, empleados, vendedores independientes en línea y minoristas de ladrillo atrapados en el camino de Amazon. El éxito monumental de Bezos también lo elevó al estatus de ícono en el mundo de los negocios e infló su fortuna personal, hoy estimada en 160 mil mdd según el índice de multimillonarios de Bloomberg. En los primeros días de Amazon, Bezos exaltó valores como la modestia y la frugalidad y los codificó en los principios de liderazgo de la empresa, que los empleados debían seguir casi religiosamente. Últimamente ha estado más preocupado por la construcción de un yate de 500 mdd, que podría requerir desmontar un histórico puente holandés para llegar a mar abierto, un capricho que contrasta desfavorablemente con la campaña filantrópica de su exesposa, MacKenzie Scott. Ella está donando su fortuna de 46 mil mdd a un ritmo rápido mientras argumenta apasionadamente que el dinero es el subproducto no del ingenio sino de un sistema roto.
Después de ser prácticamente adorado durante años, Bezos ahora es a menudo objeto de burlas. Los presentadores de programas nocturnos se han burlado no solo de la forma visiblemente fálica del cohete New Shepard, sino también de cosas como su vestimenta de Nochevieja consistente en una camisa de seda, pantalones blancos y gafas de sol en forma de corazón (Sánchez publicó la foto en Instagram). Sin olvidar el traje azul que combinó con un sombrero de vaquero para su viaje espacial. Según alguien que lo vio probándoselo para una sesión de fotos previa al vuelo, Bezos estaba muy molesto porque el traje no le quedaba bien alrededor de la entrepierna, e hizo que su sastre volara a su rancho de Texas para arreglarlo.
Todo esto es ridículo, por supuesto, y Bezos probablemente lo sabe. Algunos excolegas piensan que es una de las razones por las que se ha distanciado públicamente de Amazon. “Tiene cierto nivel de auto-conciencia”, dice Craig Berman, exvicepresidente de comunicaciones globales de Amazon. “Creo que eso puede haber sido lo que finalmente contribuyó a que dejara el cargo de CEO”.
Eso dejó el destino de Amazon en manos del muy respetado brazo derecho de Bezos, Andy Jassy, un fanático de los deportes originario de Scarsdale, Nueva York, que fue aprendiz de Bezos en los primeros días de la empresa como su asesor técnico. Durante 15 años, Jassy ha convertido Amazon Web Services en un reactor nuclear de ventas crecientes que impulsa gran parte de las ganancias de Amazon. Como CEO de toda la compañía, ahora enfrenta desafíos colosales: un mercado laboral ajustado que requiere que Amazon gaste más para contratar personal de almacén, creciente insatisfacción de los empleados e intentonas de sindicalización, mayor escrutinio gubernamental y posible regulación, y la desaceleración del crecimiento del comercio electrónico a medida que la pandemia remite y la gente vuelve a comprar en las tiendas.
El mayor desafío de Jassy puede ser el precio de las acciones de Amazon, que disminuyó alrededor de un 8 por ciento en los últimos 12 meses, mientras que el S&P 500 subió un 9 por ciento. Los empleados de Amazon, que reciben compensación en la forma de acciones, podrían salir en masa si el precio de éstas no se recupera. El 9 de marzo, la junta autorizó una división de acciones de 20 por 1 para hacerlas más accesibles para inversores minoristas y empleados. Amazon también anunció que duplicaría el salario base máximo a 350 mil dólares, pero muchos empleados dicen estar nerviosos en vísperas de sus revisiones anuales en abril. “La gente está preocupada y pregunta: ‘¿Debería irme ahora antes de que todos los demás reciban malas noticias y comiencen a buscar otros trabajos?’”, dice una trabajadora, que solicitó el anonimato porque no está autorizada para hablar en público.
Pero Bezos no le dejó a Jassy un cascarón vacío. Amazon Web Services muestra pocos signos de desaceleración y, por primera vez, Amazon divulgó los detalles financieros de un negocio publicitario sorprendentemente sólido que ingresó 9 mil 800 mdd durante el trimestre navideño, un 33 por ciento más que el año anterior. Jassy planea cerrar las tiendas físicas que tienen un bajo rendimiento y abrir más supermercados sin cajeros, así como una tienda de ropa en Glendale, California, llamada Amazon Style, que permite a los compradores buscar productos en una aplicación móvil y recibirlos directamente en el probador. También habló públicamente sobre las perspectivas de Amazon en el mercado masivo de atención médica y sobre su nuevo robot doméstico equipado con Alexa, Astro, que la compañía presentó en septiembre pasado y ya está siendo evaluado en su versión beta.
Mientras tanto, Wall Street parece estar intranquilo. En febrero, el inversor activista Daniel Loeb les dijo a los clientes de su fondo hedge que pensaba que Amazon podría valer un billón de dólares más si escinde sus divisiones de comercio electrónico y de nube, según el Wall Street Journal. Aunque no hay evidencia de que Loeb emprenderá una campaña para presionar a la compañía para que se escinda, estas especulaciones eran inconcebibles durante los últimos 15 años del mandato de Bezos como CEO, cuando él tenía un aura de invencibilidad gracias a años de decisiones previsoras e inventos notables.
Se desconoce si Bezos aconsejó a su sucesor sobre cómo lidiar con los comentarios alarmantes de Loeb. Probablemente se estaba recuperando de un fin de semana ajetreado: según dan cuenta los tabloides e Instagram, él y Sánchez estaban en Los Ángeles, donde salieron de fiesta hasta altas horas de la madrugada con celebridades como Justin Bieber y Khloé Kardashian, y luego vieron a los Rams ganar el Súper Tazón desde un palco privado.
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