En medio de un escenario global marcado por la incertidumbre, el peso mexicano se ha posicionado como una de las divisas emergentes más fuertes y apreciadas en lo que va de 2025. Su comportamiento ha sorprendido a analistas e inversionistas, pues, a pesar de episodios de volatilidad por tensiones geopolíticas y amenazas arancelarias, la moneda nacional ha mantenido una tendencia de apreciación frente al dólar estadounidense.
Este avance ha permitido al peso recuperar cerca de la mitad de la depreciación registrada en 2024, impulsado por el optimismo de los mercados y las expectativas de una resolución comercial con Estados Unidos. Para muchos, este desempeño ha sido un alivio frente a las bajas proyecciones de crecimiento económico que enfrenta México, en un año clave para su relación comercial con su principal socio.

Un balance externo que aporta estabilidad: La estabilidad cambiaria del peso se explica, en gran parte, por un entorno externo relativamente estable y por las cifras más recientes de la balanza de pagos. Durante el segundo trimestre de 2025, la cuenta corriente registró un superávit de 206 millones de dólares, principalmente gracias al comercio no petrolero. Aunque persisten presiones por la caída de remesas, la baja en exportaciones petroleras y una inversión extranjera directa concentrada en reinversión de utilidades, los números muestran una mejora respecto a 2024.
En el acumulado del primer semestre, el déficit de cuenta corriente se redujo a -10.97 mil millones de dólares, frente a los -25.49 mil millones del mismo periodo de 2024. Este ajuste equivale al 0.04% del PIB y refleja la fortaleza del comercio de bienes, que ha compensado otros déficits. Asimismo, la cuenta financiera mostró un saldo negativo de 5.65 mil millones de dólares, lo que evidencia que México sigue recibiendo financiamiento externo, sobre todo vía inversión extranjera directa y acumulación de reservas.
Comercio resiliente ante la presión arancelaria: El mayor reto para la economía mexicana ha sido el impacto de las tarifas impuestas por la administración de Donald Trump. Actualmente, productos excluidos del T-MEC enfrentan aranceles de 25%, los automóviles 25% y sectores como el acero, aluminio y cobre hasta 50%. A pesar de ello, las exportaciones mexicanas han mostrado resiliencia.
De enero a julio, México exportó 369,440 millones de dólares, un 4.3% más que en el mismo periodo de 2024. Las ventas a Estados Unidos, que representan más del 83% de las exportaciones totales, crecieron 4.9% anual, alcanzando 260,800 millones de dólares. Mientras las exportaciones petroleras cayeron 28.5%, las no petroleras —motor clave de la relación bilateral— aumentaron 6.3%.
Perspectivas para el cierre de año: La fuerte dependencia del mercado estadounidense sigue siendo un desafío estructural. Según el Budget Lab de la Universidad de Yale, la tasa efectiva de aranceles para importaciones mexicanas es de 10.6%, lo que presiona el desempeño de sectores como el automotriz. En este contexto, se estima que el PIB de México crezca apenas 0.5% en 2025.
No obstante, el peso se perfila para cerrar el año con un tipo de cambio cercano a los 19.25 pesos por dólar, respaldado por la confianza en su solidez y por la expectativa de que las negociaciones comerciales con Estados Unidos logren dar certidumbre al futuro económico del país.




