Food and Drink

Sabores de antaño: 5 restaurantes antiguos de la CDMX que debes conocer

En la Ciudad de México hay restaurantes donde se cuenta que han asistido personalidades como Pancho Villa, Porfirio Díaz o Diego Rivera.

¿Será que en esa misma mesa donde te vas a comer tus enchiladas verdes también estuvo sentado Pancho Villa hace más de cien años? En la Ciudad de México hay restaurantes que lo han visto todo, han sido testigos de balazos, asesinatos, tertulias de personajes de la literatura y un sinfín de historias.

Ubicados en sitios históricos o característicos por su sazón que trasciende las décadas, hay lugares de tradición que nos permiten imaginar una ciudad que ya no existe, rodeados de leyenda y sabores.

Vieron cambiar la ciudad, pues cuando apenas comenzaban, a principios del siglo XX, había calles que se recorrían en trajinera, los lagos se extendían por las vías donde hoy hay pavimento; estos restaurantes sobrevivieron revoluciones, sismos y hasta a las epidemias.

Hostería de Santo Domingo

La Hostería de Santo Domingo es una probadita al pasado de la Ciudad de México, su historia comenzó hace 162 años.

Fue fundada el 4 de agosto de 1860 en el Centro Histórico, en una parte del ex Convento de Santo Domingo de Guzmán, ubicado en la calle Belisario Domínguez (antes llamada calle de la Cerca de Santo Domingo El Grande), de ahí obtuvieron su nombre; sin embargo, hace dos años llevaron su sazón a otra calle, ahora se encuentran en la colonia San Ángel, con vista a la iglesia del Carmen.

Cuentan que los frailes del Convento de Santo Domingo debían un año de cera (velas y veladoras), para saldar la cuenta, pusieron en venta la finca, una parte del terreno total, la cual vendieron en 800 pesos a Policarpo Orozco, quien abrió ahí la hostería.

Por sus mesas pasaron personajes como Salvador Novo, Agustín Lara, Pedro Vargas, Dr. Atl, “Cantinflas”, Lola Beltrán, José Alfredo Jiménez e Ignacio López Tarso.

Aunque ya no están en la construcción del siglo XVI, sus historia continúa con recetas que destacan por la sazón casera de los platillos originales.

La especialidad son los chiles en nogada que, aunque suele ser un sabor de temporada, aquí lo hacen durante todo el año, con carne molida de res y cerdo, almendras, pasas y aceitunas, capeado y bañado con una salsa de nuez de castilla.

Preparan un extenso menú, desayunos con huevos Catemaco (en caldillo de tomate y chile cuaresmeño) o enchiladas potosinas. Hay pan recién horneado, café mezcla de la casa de Veracruz y Chiapas y conchas de mole.

Puedes probar tuétanos al horno con una salsa molcajeteada, sopa enfrijolada Santo Domingo (preparada con tortillas fritas, queso fresco y chipotle), pechuga ranchera en nata, insectos de temporada (escamoles, chapulines, gusanos blancos y rojos).

En sus postres también hay tradición: ofrecen dulces cristalizados, capirotada, chongos zamoranos y más.

Ópera Bar

Dicen que en este lugar Pancho Villa dejó su huella. Ópera Bar abrió en 1876, en la esquina de San Juan de Letrán y a Avenida Juárez, donde hoy está la Torre Latino, era propiedad de las hermanas Boulangeot y al principio vendían pasteles, se trababa de un establecimiento frecuentado por las élites de la época.

Luego, en 1895, se convirtió en una cantina y se instaló en otra esquina del Centro Histórico: 5 de Mayo y Filomeno Mata.

De acuerdo con su historia oficial, era visitada por Porfirio Díaz, su esposa Carmelita Romero Rubio y otros políticos. Durante la Revolución, por ahí pasaron Emiliano Zapata y Francisco Villa, quien, afirman, disparó al techo y dejó el tiro incrustado.

Entre sus parroquianos, también se ha dicho que ahí comían Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Jacobo Zabludosky, Gabriel García Márquez y Octavio Paz.

Hoy es un restaurante con una carta inmensa y especialidades de la casa como los caracoles al chipotle.

Hay de todo: desde hamburguesa de res con papas, sopa de cebolla o de ajo, jugo de carne, fajitas de pollo, cocteles de camarón, filetes, mojarras, huachinango, cortes de carne, machitos, chamorro, pato y más.

Por tradición de bar, hay bastantes bebidas, como Clericot, mezcal, ginebra, whisky, coñac, brandy, ron, tequila y vodka.

¿Cuánto? Los platos fuertes van de 200 a 400 pesos.

¿Dónde? Avenida 5 de Mayo 10, Centro Histórico, Cuauhtémoc, Ciudad de México.

Café de Tacuba

Un café y restaurante que fue fundado por Dionisio Mollinedo en 1912, en la calle de Tacuba, donde se volvió un referente para personalidades de la literatura, política y demás intelectuales. Se encuentra en una casona del siglo XVII, decorado con talaveras.

En 1936, ahí fue asesinado Manlio Fabio Altamirano, gobernador electo de Veracruz, “el crimen fue atribuido a sicarios del grupo La Mano Negra. Los empleados relatan que en el café suceden las apariciones de una monja que flota bajo los murales del pintor Carlos González”, describe Centro Histórico: 200 lugares imprescindibles.

Entre sus especialidades, destacan las enchiladas suizas, también hay mixtas, verdes, pachuqueñas, especiales Tacuba, de mole poblano, en pipián verde, mexicanas, con huevo y jarochas.

Sirven especialidades como lengua de res a la vinagreta o Vizcaína, tostadas, panuchos, sesos empanizados, machitos, manitas de cerdo, pozole, cecina y más.

Casa de los azulejos

Este restaurante se encuentra en un edificio construido en la época virreinal en la actual Ciudad de México, hace más de 300 años, la llaman Casa de los Azulejos por su decorado de talavera poblana, o bien palacio de los condes del Valle de Orizaba.

La casa estuvo en manos de varios descendientes del conde hasta 1871, cuando fue puesta en venta.

La familia Yturbe compró el inmueble en 1878, fueron los últimos que la habitaron como residencia y en 1881 lo ofrecieron en renta al Jockey Club de México, incluso es mencionado en un poema de Manuel Gutiérrez Nájera: “Desde las puertas de la Sorpresa / Hasta la esquina del Jockey Club, / No hay española, yanqui o francesa, / Ni mas bonita, ni más traviesa / Que la Duquesa del Duque Job”.

Ya en el siglo XX, en 1917, fue rentado por los hermanos Walter y Frank Sanborn, quienes establecieron ahí una cafetería con fuente de sodas y farmacia llamada Sanborns American Pharmacy, luego agregaron restaurante y tienda de regalos.

Era un lugar concurrido por las élites, su popularidad llegó a los barrios de la metrópoli, en esa época había un sitio cerca del Mercado de San Juan que se llamaba, con mofa, Sanborncito, y prometía “amantecados” tan sabrosos como los de la Casa de los Azulejos.

Antiguamente, en su menú se leía: “El agua que servimos es extraída de nuestro pozo artesiano y la garantizamos absolutamente pura”.

El Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana señala que, a principios del siglo XX, en la Casa de los Azulejos fueron inventadas las enchiladas suizas, rellenas con pollo, bañadas con salsa verde y gratinadas con queso manchego.

Hay un menú bastante amplio con antojitos mexicanos, caldos, sopas, ensaladas, molletes, tecolotes y más.

El Taquito

En 1923, hace casi cien años, comenzó la historia de El Taquito. Fue fundado por Marcos y “Conchita”, quienes abrieron una recaudería donde ella colocó un anafre con un comal para también ofrecer antojitos mexicanos, como sopes, pambazos, quesadillas, tacos de lengua y otros sabores.

Con el tiempo abrieron un local con motivos taurinos en su decoración, el cual ha permanecido en la familia durante varias generaciones.

En su página han compartido recuerdos de la visita de personajes como Diego Rivera, El Indio Fernández, José Clemente Orozco, Ruth Rivera, Ignacio López Tarso, Germán Valdés “Tin Tan”, Aurora Segura, Ana Bertha Lepe, Mario Moreno “Cantinflas”.

Encuentras diversidad de sopas, como de médula, de nopalitos con huevo (una receta original desde 1923) y juego de carne; chalupitas, costillitas, arrachera taurina (con nopalitos, guacamole, chiles toreados y cebollitas de cambray), cabrito al horno a la ranchera, hay tacos, mariscos, enchiladas rellenas de barbacoa baladas en salsa verde, platos con pescado, pozole estilo Jalisco, natillas “de la abuelita” o ciruelas en almíbar.

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