After Office

Guía básica para la ópera

Con autorización de Grupo Planeta México, publicamos un fragmento del libro 'Todo lo que necesitas saber de ópera',de David Puertas y Jaume Radigales, de editorial Ariel.


1. ¿QUÉ QUIERE DECIR ÓPERA?

A menudo, determinados términos musicales se conocen con denominaciones que son, de hecho, una parte del todo. Si nos detenemos a pensar un rato, nos daremos cuenta de que cuando decimos la palabra piano estamos utilizando un término que en italiano quiere decir sencillamente suave, por oposición a fuerte, término que en italiano es forte. De hecho, la palabra exacta que define en la lengua de Verdi el instrumento con teclas en blanco y negro es pianoforte, es decir, suave-fuerte, para definir la posibilidad que tiene el piano de atacar el sonido de una manera más o menos intensa, con más o menos volumen.

En el caso del término ópera pasa más o menos lo mismo, con la diferencia de que cuando escribimos el término en español utilizamos un acento agudo encima de la letra o, con lo cual la palabra original resulta mal escrita, porque el italiano casi carece de tildes. Sea como sea, en italiano opera —sin acento— quiere decir sencillamente obra. Pero el término (como en el caso del piano) es parcial, una parte del todo. En sus orígenes, se hablaba de opera per musica y, en plural, opere per musica.

¿De qué tipo de opera, o sea de obra, estamos hablando? Pues sencillamente de una obra de teatro. De hecho, hay documentados algunos títulos que se presentaban exactamente como opera teatra-le per musica, y más adelante apareció el término dramma per musica, para distinguirlo de la opera teatrale o del dramma a secas, sin partes cantadas.

En un primer momento, la intención de la ópera era recuperar la tradición de la antigua Grecia de representar las obras teatrales (sobre todo tragedias, pero también algunas comedias) parcialmente cantadas. De aquí la distinción de lo que era per musica, es decir, con acompañamiento orquestal o instrumental y con partes destinadas al canto.

No obstante, el término ópera es muy amplio, porque varias formas o géneros se derivan de él. Aparte del dramma per musica (que en el siglo XIX se conocerá como drama musical, especialmente gracias a la obra de Richard Wagner), existe también el Singspiel, una comedia musical alemana con partes cantadas y otras habladas (como La flauta mágica, de Mozart) y, en cierta manera, la opereta, que también pertenece originariamente a países germánicos, si bien Francia e Inglaterra se apuntaron al carro de esta forma teatral musical más sencilla en cuanto al relleno vocal e instrumental. O la zarzuela, que es el género lírico prototípicamente español, pero con las mismas funciones que la ópera, si bien con formas y convenciones diferentes de lo que se entiende genéricamente por ópera.

En la Francia de la segunda mitad del siglo XVII, y en un contexto en el que todo lo que venía de Italia era despreciado (el primer ministro, el cardenal Mazarino, era italiano), el género teatral-musical autóctono se dividió entre tragédie lyrique y comédie ballet. Términos eufemísticos y que, por mucho que se primara el recitativo y el baile más que el carácter eminentemente cantado propio de las obras italianas, definen una forma que perfectamente podemos colocar dentro de las convenciones de lo que denominamos ópera.

En el viejo y a veces estéril debate sobre qué es ópera y qué no lo es, ¿quién nos dice que los musicales al más puro estilo de Broadway no son igualmente espectáculos perfectamente amoldables a lo que es una ópera? ¿O es que nadie recuerda ya a las conocidas como óperas-rock que causaron furor en Londres y Nueva York a finales de la década de 1960 y principios de 1970? Quizá no todo aquello que se escenifica cantando (o bailando) encima de un escenario es una ópera, pero lo cierto es que en una ópera siempre se canta, y a veces incluso también se baila.

Por extensión, el término ópera también designa un teatro donde se ven espectáculos operísticos: la Ópera de París, la Ópera de San Francisco, la Ópera de Viena, la Ópera de Roma...

La palabra exacta que define en la lengua de Verdi el instrumento con teclas en blanco y negro es pianoforte, es decir, suave-fuerte


2. ¿CÓMO SE CANTA UNA ÓPERA?
La voz humana es, para muchos, el mejor instrumento. Pero cantar no es fácil y enseñar todavía menos, por una razón muy sencilla: estamos hablando del único instrumento que se escucha... pero que no se ve. El cantante es, pues, el agente de un instrumento que tiene que dominar para no estropearlo y que al mismo tiempo tiene que producir un sonido determinado.

La ópera exige una voz impostada, que provoque lo que denominamos un canto lírico. Un tipo de impostación que no es natural y que no pide tan solo intuición o dotes innatas, sino sobre todo trabajo constante.
El canto lírico, en definitiva, es el resultado de un trabajo anatómico, de una disciplina, un rigor y una constancia. Y un cuidado muy especial.

Del mismo modo que hay que limpiar los instrumentos de viento, que hay que afinar o cambiar las cuerdas de un piano o de un violín... la voz se tiene que cuidar y preservar a fin de que dure muchos años y que se mantenga lo más fresca posible, aunque las voces agudas acostumbran a estar muy bien formadas y consolidadas en la juventud y empiezan a fallar a partir de los cincuenta años. Las graves quizá maduran más tarde y se mantienen esplendorosamente hasta los sesenta, aunque hay excepciones de todo tipo: instrumentos arruinados antes de tiempo por el poco cuidado que se tiene de la voz o por cantar un repertorio equivocado; o bien cantantes que con más de setenta años todavía son capaces de hacer grandes gestas y salir victoriosos de ellas.
Aparte del rigor y de los ejercicios a que hay que someter la voz, también serán indispensables para el cantante horas de sueño bien dormidas, hacer deporte, comer bien y de manera equilibrada; en resumen, llevar una vida lo más ordenada posible, a pesar de los horarios a veces desfasados de muchos artistas, que tienen que trabajar de noche e ir a dormir muy tarde, cuando a veces tienen que levantarse temprano y tomar un avión que los llevará de una punta a la otra del mundo soportando corrientes de aire, aires acondicionados, ambientes muy secos y cambios en la alimentación. Un cantante, en definitiva, tiene que llevar una vida parecida a la de un deportista de élite.
La voz se origina en un primer momento a través de los órganos motrices del cuerpo, es decir, los pulmones y los músculos abdominales, los intercostales y el diafragma: eso produce la emisión de aire que, con la presión suficiente, llega, a través de la tráquea, a las cuerdas vocales, situadas en la laringe.
Esta última constituye el órgano vibrador-fonador. La presión del aire sobre las cuerdas vocales provocará una vibración que será la que traducirá el aire en sonido, amplificado en la zona del órgano amplificador, constituido por la boca y las fosas nasales. La boca, sin embargo, constituye un órgano específico, el articulador, gracias a la lengua y el paladar: un pequeño auditorio, en definitiva.
La voz, sin embargo, tendrá una extensión determinada en función de la tesitura de cada uno. Hay voces agudas y graves, y cada una de ellas tiene las propias clasificaciones. Ahora bien, la voz debe ser homogénea y no está bien visto que cambie de color. A fin de que eso no ocurra, hay que dominar el conocido como registro, cuando la voz pasa de más grave a más aguda o viceversa. El cambio de registro o el "paso" —como también se conoce en argot musical— supone un cambio de resonadores: los sonidos graves resuenan en el pecho, mientras que los sonidos agudos nunca tienen que resonar en el cuello (eso desgasta la voz y puede producir unos sonidos de garganta que pueden resultar desagradables), sino en el cráneo. La resonancia craneal se consigue gracias a una modificación de la laringe, con lo cual cambiarán los mecanismos vibradores de las cuerdas vocales.
Todo ello pide, como decíamos, disciplina y rigor. Una mala escuela, un mal profesor o prescindir de buenos consejos puede arruinar una voz o desgastarla prematuramente. Eso no ha impedido que grandes cantantes de la historia hayan sido estrellas de la ópera con mala técnica. O cantantes con buena técnica que no han sabido transmitir a sus discípulos lo que habían aprendido en el pasado. Nadie nace enseñado, pero la ópera es un oficio complejo, que pide un aprendizaje y un trabajo continuos.

También lee: