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Abarrotan migrantes albergue en CDMX; ya buscan trabajo

Algunos de los migrantes ya valoran abandonar sueño americano y quedarse en México.

Las banquetas estaban llenas de gente. Los acentos eran tan variados como los colores de piel. Algunos de ellos esperaban el visto bueno para salir a trabajar.

Uno de ellos es José David, el Peludo, como le gritaron sus compañeros para que le diera una entrevista a El Financiero.

El Peludo es un colombiano de 24 años que salió de su país el 17 de abril. No ha parado de caminar.

Se le puede ver emocionado y nervioso. Este martes fue su primer día de trabajo. “Voy a armar carpas”, dice orgulloso.

No deja de platicar, ni de sonreir. “Vamos a darle con toda la actitud, la moral. Que nos vean trabajando. Si no trabajamos aquí, en América, ¿qué vamos a ir a hacer?”, sostiene con su acento cantado, típico de Medellín, su ciudad de origen.

Para José y sus tres hermanas el camino ha sido difícil, aunque asegura que en México han encontrado un espacio que los ha acogido “mejor que en mi país”. Tanto que está dudando sus planes de llegar a Estados Unidos.


“La meta es llegar a Estados Unidos a que nos den asilo político, pero la verdad yo ya prefiero pedir asilo acá en México porque hay muchas oportunidades de trabajo”, afirma.

Al ser cuestionado sobre el lugar del país donde quiere establecerse, no pierde ni un segundo en soñar con tierras jaliscienses.

“Quiero vivir en Guadalajara, me dijeron que ahí había mexicanas bonitas. Además así nos casamos y me dan la nacionalidad”, comenta y provoca la risa de sus compañeros.

En cuanto a los motivos que lo llevaron a querer salir de Colombia, apunta que fue por los robos de los que era víctima mientras trabajaba en talleres de coches clandestinos.

El Peludo es uno de los 700 migrantes que en días recientes encontraron un refugio en Casa de Acogida y Formación para Mujeres y Familias Migrantes (Cafemin), al norte de la Ciudad de México.

Este albergue, ante la llegada masiva de migrantes, señaló en Twitter que “nuestra capacidad se encuentra rebasada. Necesitamos su solidaridad”.

Louise, una mujer haitiana que viaja con sus dos hijos pequeños, llegó desde Brasil hace tres semanas.

Al ser cuestionada sobre el refugio, no puede evitar esconder la nostalgia: “No es casa, pero está muy bien”.

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