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Los talibanes se apoderan de Afganistán en plena retirada de tropas de EU

Aunque la capital, Kabul, aún no se ha visto amenazada, el avance de las tropas insurgentes alarma a funcionarios.

Tres capitales de provincia más cayeron del lado de los talibanes, que ya controlan nueve de las 34, coincidiendo con la retirada de Estados Unidos del país, informaron funcionarios afganos este miércoles.

La caída de las capitales de las provincias de Badakhshan y Baghlan, en el noreste, y de Farah, en el oeste, eleva la presión sobre el gobierno central para frenar el avance de los insurgentes.

Aunque Kabul no se ha visto directamente amenazada en este avance, la ofensiva sigue poniendo a prueba a las fuerzas de seguridad afganas, que ahora en su mayoría combaten solas a los talibanes.

Un alto funcionario de la Unión Europea indicó que al menos 65 por ciento del territorio afganos está controlado ya por insurgentes y que el ejecutivo central de Kabul sigue perdiendo terreno.

Ni el gobierno ni el ejército afgano respondieron de inmediato a peticiones de comentarios. Sin embargo, el presidente, Ashraf Ghani, acudió este miércoles a la sitiada región de Balkh en busca del apoyo de dos señores de la guerra para contrarrestar el avance talibán.

Humayoon Shahidzada, un legislador de Farah, en el oeste del país, confirmó la caída de la capital regional a The Associated Press este miércoles. La vecina provincia de Nimroz fue invadida en los últimos días luego de una campaña insurgente de una semana.

En Farah, combatientes talibanes arrastraron el cuerpo ensangrentado y descalzo de un miembro de las fuerzas de seguridad por una calle gritando “¡Dios es grande!”. Los sonidos de los disparos resonaban en la calle mientras los insurgentes, armados con rifles M-16 y manejando Humvees y camionetas Ford donadas por los estadounidenses recorrían las calles de la ciudad.

“La situación está bajo control en la ciudad, nuestros muyaidines están patrullando la ciudad”, declaró un combatiente que no se identificó y se refirió a sus compañeros como “guerreros santos”.

Hujatullah Kheradmand, un legislador de Badakhshan, comunicó que los talibanes habían tomado la capital de su provincia, Faizabad. Y un funcionario que habló bajo condición de anonimato para reportar una pérdida no reconocida, apuntó que la capital de Baghlan, Poli-Khumri, también cayó.

Los insurgentes habían tomado otras seis capitales de provincia en todo el país en menos de una semana, incluyendo Kunduz, en la región homónima, que es una de las ciudades más grandes del país.

En una conversación con reporteros el martes, un alto funcionario de la UE dijo que los insurgentes ocupaban unos 230 distritos de los 400 existentes en Afganistán. Según la fuente, quien habló bajo condición de anonimato para discutir datos internos, otros 65 estaban en manos del gobierno y los demás en disputa.

El noreste del país ha caído ya a los talibanes a excepción de la provincia de Balkh, donde los señores de la guerra Rashid Dostum, Atta Mohammad Noor y Mohammad Mohaqiq planean movilizar a sus fuerzas en apoyo de Kabul para expulsar a los insurgentes.

Tras una misión militar occidental de 20 años y una inversión de miles de millones de dólares en entrenamiento y refuerzo de las fuerzas de seguridad afganas, muchos no se explican su derrumbe, huyendo de la batalla, en ocasiones por cientos. El peso de los combates han recaído en gran medida en pequeños grupos de fuerzas de élite y en la fuerza aérea afgana.

El éxito de la rápida ofensiva talibán ha imprimido carácter de urgencia a la necesidad de reanudar el estancado diálogo en Qatar, que podría terminar con los enfrentamientos y guiar al país a la formación de un gobierno interino inclusivo. Por el momento, los insurgentes se han negado a volver a la mesa de negociación.

El enviado de paz de Estados Unidos, Zalmay Khalilzad, advirtió a los talibanes el martes que cualquier gobierno que llegue al poder por la fuerza en Afganistán no será reconocido por la comunidad internacional.

Decenas de miles de personas han huido de sus casas en el norte del país por los combates que han asolado sus localidades y aldeas. Las familias que han llegado a la capital viven en parques o en la calle con poca comida o agua.

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