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Fabio Toñanez: el diseñador que quiere dejar su huella en el mundo de la moda

El cáncer replanteó su carrera y así fue como a sus 40 años comenzó a emprender con su propia firma, que ahora tiene presencia en Europa y Latinoamérica y pronto abrirá en la Ciudad de México.

El cáncer replanteó el camino del diseñador Fabio Toñanez en el mundo de la moda, le hizo evaluar si quería seguir construyendo sobre la grandeza de marcas internacionales o dejar su huella en esta industria con su propio sello donde la creatividad artística, comunicación y organización son elementos fundamentales.

Así fue como a sus 40 años comenzó a emprender con su propia firma, Ibraina, la cual ya había registrado desde que tenía 20 años y estudiaba la carrera de Alta Costura en el Instituto Roberto Piazza. Esta marca ahora tiene presencia en Europa y Latinoamérica y pronto abrirá su primera boutique en la Ciudad de México.

Toñanez nació el 18 de enero de 1976 en Bernardo de Irigoyen, Misiones, Argentina, donde reconoce que desde entonces convive entre hilos, costuras, figurines y máquinas de coser, pues su abuela y madre se dedicaban al noble oficio de la costura.

En esa localidad estudió el bachillerato y tres años de derecho, pero dejó todo eso atrás a los 19 años para seguir su sueño. Se mudó a la capital argentina Buenos Aires, donde Toñanez reconoce que era el lugar ideal para cumplir con su anhelo de dedicarse a su “verdadera vocación”.

“Estudié marketing de moda en Espacio Buenos Aires e Historia del Vestuario en el Centro Cultural Rojas, durante tres años venía trabajando entre talleres viendo lo que hacían, como lo hacía con mi madre, y con deseo de que fuera la profesión de mi vida”, cuenta el hoy afamado diseñador con reconocimiento en Europa y Estados Unidos que también hizo una especialidad en moda en la Universidad de Palermo.

Mientras cursaba en el Instituto Roberto Piazza registró su marca, la cual está inspirada en el nombre de su abuela que es de origen brasileño.

“Ibraina significa para mi esa memoria emotiva que te trae la familia, la abuela, es un espacio donde hay varios integrantes, es una marca horizontal donde diseñadoras y yo corremos en el mismo plan”, cuenta el diseñador que después de estudiar Alta Costura dedicó 11 años de su vida a producción de modas para la revista Caras.

A pesar de ya contar con su marca en ese momento, solo la usaba para hacer vestidos y prendas para familiares y amigos, así como vestidos de bodas entre otras situaciones más personales.

Toñanez comenzó a realizar trabajos en cuero de la mano de la diseñadora Chelo Combina y con ella creó proyectos para marcas como Prune y otras firmas del exterior. En 2005, conoció a las dueñas del sello “Sisters” y desarrolló una línea en cueros y pieles que dio mucho de qué hablar; esta relación se perpetuó por 11 años.

Pero en junio de 2017 le aparecieron unas manchas en la espalda, pensando que se trataba de una lesión haciendo ejercicio acudió a un médico, el cual le diagnosticó cáncer de piel, situación que lo hizo retirarse de todo temporalmente para replantearse qué hacer con su vida y si quería seguir trabajando para otros.

“Me pregunté a dónde quiero ir, realmente quiero dejar mi vida para otra persona o quiero dejar mi huella (…) Paré todo y terminé lo que había fuera del país, y por suerte fue rápido, porque en octubre de ese año un amigo me invita a asistir a Punta del Este, me dice ‘traete una colección tuya’ y eso dio la casualidad de que todos los planetas se alinearon para presentarlo en Casa Punta Piedra, que era una propiedad de una celebrity y socialité argentina y la marca explotó y comencé a trabajar por mi marca con mis artesanas”, contó.

Con ello comenzó también a abrir tiendas y a comercializar sus diseños con terceros en Estados Unidos, Italia y Qatar. Se trataba de prendas completamente hechas a mano por artesanas de Argentina.

“En Argentina cuento con 28 tejedoras y el grupo de trabajo (adicional a las artesanas) son 32 personas (…) Decidí salir de Argentina porque había tocado mi techo y quería llevar mi marca a otras partes del mundo”, destacó el diseñador.

Así fue como en 2019, por medio de Patricia de la Torre como socia, trajeron la marca a México para comercializar en algunos hoteles de la Riviera Maya.

Ahora radicado en México, tras su salida de Argentina por todo el impacto que tuvo la pandemia del coronavirus, busca replicar su modelo de negocio con artesanas locales con la idea de ayudar a profesionalizar la actividad que realizan muchas costureras del sureste del país.

Parte importante de este próximo paso será abrir su propio showroom en la Ciudad de México, donde mostrará , dentro de poco, prendas que trabaja con mexicanas.

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