deuda pública

Entre enero y octubre de este año se ejerció un gasto total de 7 billones 634 mil millones de pesos, por debajo de lo programado para el periodo.

El costo financiero sigue al alza y Pemex se ha convertido en un gran condicionante de la política fiscal.

Enrique Quintana destaca que frente al escenario mundial, México no debe abandonar una postura por la que ha sido reconocido durante mucho tiempo: La disciplina fiscal.

El endeudamiento federal y el huachicoleo fiscal agravan la crisis de ingresos en México; diputados advierten que el presupuesto 2026 se sostiene con deuda y sin apoyo a las Mipymes.

Con el fin de ampliar los ingresos tributarios, el gobierno ha reiterado su intención de buscar “eficiencias” recaudatorias, entendidas como esfuerzos por combatir la evasión y la elusión fiscales.

El actual gobierno ha decidido reducir el pago de sus compromisos internacionales, así como utilizar los aranceles a las importaciones como estrategia para resolver sus complicaciones económicas, con un reducido costo político.

En el caso de México es de suponer que el objetivo real es diferente a solo mejorar la balanza comercial de los Estados Unidos.

La caída en la inversión pública es histórica, y no se vislumbra cómo la inversión privada podría compensarla, mientras que el aumento de la incertidumbre, tanto global como nacional, ya está teniendo un impacto sobre ella.

Por una parte, está la creciente presión que ejerce el gasto público derivado de los programas sociales consolidados durante los últimos años, y por otra, la necesidad constante y urgente de respaldar financieramente a Pemex. Entre 2018 y 2024, los ingresos tributarios crecieron un 19.7 por ciento en términos reales. Aunque significativa, esta ganancia resulta insuficiente para hacer frente a la inercia expansiva del gasto.

Hacienda indicó que entre diciembre de 2024 y mayo de 2025, el saldo de la deuda pública de México disminuyó un 0.1% en términos reales.