Salud

¿La genética determina si somos delgados o de ‘hueso ancho’?: Esto dice experto de la UNAM

Aunque la herencia genética influye en el desarrollo de algunas enfermedades, este también depende de los hábitos que una persona adquiere a lo largo de su vida, señala experto.

En muchas ocasiones, se ha escuchado hablar sobre si las personas son delgadas o tienen “huesos anchos” por naturaleza, mientras que otros consideran que la alimentación y la vida cotidiana influyen en el desarrollo de la obesidad. Por ello, un especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) aclaró los factores de los que depende que una persona sea o no corpulenta.

Aunque existen varias teorías al respecto, Alberto Manuel Ángeles Castellanos, jefe del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que la respuesta científica indica que existen dos tipos genéticos de obesidad, el primero es conocido como obesidad monogénica, una forma severa de sobrepeso que inicia temprano en los niños.

En este caso, un solo gen puede provocar una complicación que podría poner en riesgo la salud, porque la obesidad es mucho más severa, explicó el experto.

Por otra parte, el segundo tipo de obesidad es conocido como poligénico, es el más común, el más estudiado y se presenta cuando catorce genes están involucrado en su desarrollo.

En este caso, no necesariamente ocurre una alteración en los catorce genes pues puede ser en tres o cuatro. “Lo interesante es que al menos once se relacionan con el sistema nervioso central, en específico con el hipotálamo”, dijo en entrevista al portal UNAM Global.

Por ello, si una persona presenta una alteración en estos genes, tiene una mayor probabilidad o susceptibilidad de ser obesa; sin embargo, no significa que vaya a desarrollar este padecimiento.


También existen los genes para ser delgado, y esto no implica que los individuos vayan a ser siempre así. “Poseer estos genes o los de obesidad no es garantía de tener esa condición física”, aseguró Manuel Ángeles.

El ser delgado o corpulento depende del ambiente en el que se desarrolla la persona, es decir, el acceso que tiene a la comida rápida o chatarra, grandes cantidades de grasas y los carbohidratos, así como el ejercicio físico que realiza.

De tal manera que la genética es importante para que una persona pueda ser obesa o delgada, pero si llega un estímulo, como una mala alimentación y una vida sedentaria, seguramente va a desarrollar sobrepeso y otras enfermedades, concluyó el experto.

Antecedentes

En 1962 James Neel publicó un estudio llamado la Teoría del Gen Ahorrador. En la antigüedad la humanidad no tenía la comida disponible como hoy, y cuando los cazadores lograban atrapar un mamut comían y comían y luego pasaban mucho tiempo sin comer.

En esos días sin comer, el organismo humano tenía la capacidad de acumular energía a través de un gen, y así se mantenían vivos. Esa hipótesis se mantuvo hasta finales de la década de 1980, cuando se descubrieron algunas contradicciones.

Pese a ello, se encontraba el antecedente de la participación de los genes en el desarrollo de la obesidad, donde a partir de la década de 1990 comenzaron a hacerse estudios para descifrar por completo el genoma humano.

Existen varios factores en la herencia genética. Por ejemplo, cuando las personas tienen padre, madre o familiares diabéticos, no necesariamente van a detonar el desarrollo de la enfermedad.

Esto depende no sólo de la carga genética sino también de su estilo de vida. Es decir, si tienen una buena alimentación (baja en carbohidratos y alta en fibras) y realizan ejercicio será muy difícil que desarrollen la enfermedad. No obstante, si llega el estímulo para la obesidad, es muy probable que la diabetes se desarrolle, explicó el académico a UNAM Global.


También lee: