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Mitontic, Chiapas, uno de los lugares más pobres de México


 
"Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos/ donde la vida habita siniestramente sola./ Reaparece la fiera, recobra sus instintos,/ sus patas erizadas, sus rencores, su cola. Ayudadme a ser hombre, no me dejéis ser fiera/ hambrienta, sitiada eternamente".
"El hambre", Miguel Hernández
 
 
José Antonio Gurrea C. / Enviado
 
MITONTIC, Chiapas.- Enclavado en el Chiapas profundo, ese que no está incluido en las guías de las ONG ni del turismo revolucionario; menos aún en los circuitos del viajero tradicional, este municipio no sólo se encuentra entre los cinco ayuntamientos más pobres de la entidad sino también entre los diez más marginados de todo el país. Hoy es una de las 400 alcaldías que deberá ser atendida por la Cruzada Nacional contra el Hambre.
 
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en este ayuntamiento de indígenas tzotziles de sólo 13,364 habitantes, 95.9% de la población se encuentra en situación de pobreza (12,817 habitantes); 71.8% en pobreza extrema (9,549 personas), y 55.5% tiene problemas de carencias de acceso a la alimentación (7,416 habitantes).
 
Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indica que Mitontic -enclavada en la región de Los Altos- presenta un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de sólo 0.4843; es decir, similar al de del África Subsahariana, cuyo promedio es de 0.4630.
 
Sólo a manera de comparación: Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado, tiene un IDH de 0.8159 o Las Margaritas -donde el presidente Enrique Peña Nieto anunció el pasado 21 de enero su Cruzada contra el Hambre-: 0.5975. Otro dato: Benito Juárez, el municipio más rico de México, tiene un IDH de 0.9136.
 

 
"Gobierno de progreso"
 
Es mediodía y aquí, en Los Altos chiapanecos, cae una ligera llovizna helada que empapa la ropa y hace tiritar de frío. Hace ya media hora que reportero y fotógrafo se apearon del taxi colectivo tomado en la cabecera municipal, y a la altura de Cuchumtón comenzaron una caminata a lo largo de una brecha lodosa, que en las cuestas es tan resbaladiza que pone en peligro la vertical en más de una ocasión. Las botas, la parte baja de los pantalones e incluso la libreta de apuntes se encuentran ya llenas de barro.
 
Vicente Rodríguez -nuestro guía e intérprete, quien es además agente municipal de Cuchumtón- tiene que esperarnos en más de una ocasión y, más divertido que irritado, sólo mueve la cabeza de un lado a otro ante los continuos retrasos y nuestro accidentado andar por estos abruptos senderos.
 
Durante las pausas que hacemos para descansar, Vicente -de 44 años- nos pone al tanto: Cuchumtón, una de las localidades más dispersas de Mitontic, cuenta con 104 viviendas y una población de 704 habitantes. Más de 450 son menores de edad; es decir, sólo hay 254 adultos, de los cuales 29 tienen más de 60 años.
 

 
Los indicadores oficiales del gobierno estatal completan la información: de la población a partir de los 15 años, 170 no tienen ninguna escolaridad, 90 tienen una escolaridad incompleta, cinco tienen una escolaridad básica y ningún habitante cuenta con una educación posbásica.
 
"El número de los que sólo hablan un idioma indígena (en este caso, tzotzil), pero no hablan español, es de 358; son bilingües 297", completa el informe estatal.
 
Sin embargo, nuestro propósito es ir más allá de las estadísticas y darles nombre, rostro y voz a esos mexicanos que habitan en uno de los lugares más precarios y recónditos de la geografía nacional.
 
Habla Vicente Rodríguez Ortiz: "En Cuchumtón ya hay preescolar, primaria y telesecundaria, pero es una comunidad tan dispersa que en las mañanas muchos niños tienen que caminar hasta tres o cuatro kilómetros -alrededor de hora u hora y media a pie- entre estos senderos para poder llegar a la escuela. Hay niños que se cansan de hacer eso a diario y dejan la escuela, cuando apenas van en segundo o tercer año.
 

 
"En eso se parecen todas las comunidades que hay en Mitontic (diez). Ha habido mejoras, pero todavía faltan muchos caminos, agua, escuelas, doctores, clínicas, o hay clínicas pero no hay doctores o medicinas."
 
-¿Qué pasa cuándo un anciano se enferma, el médico va a su casa?
-No, qué va. Cuando un viejo se enferma en una de estas comunidades lejanas hay que buscar la manera cómo llevarlo. A veces no hay de otra más que cargarlo en una silla o de plano en la espalda y llevarlo hasta el doctor, pero a veces se caminan hasta cuatro kilómetros en puras subidas y bajadas... hay veces en que los enfermos se mueren en el camino.
"Mire -tercia Marcelo Gómez, un campesino que desde hace algunos minutos se ha unido al grupo-, en Cuchumtón ya tenemos clínica, pero está prohibido enfermarse sábados y domingos porque el doctor no viene esos días."
 
-¿Qué hacen cuando alguien se enferma sábado o domingo?
-Pues ir a la cabecera municipal (Mitontic), a unos 15 kilómetros, o de plano hasta Chenalhó, que está como a 25 kilómetros. Llegando a la carretera se hacen como 35 o 40 minutos; pero si la cosa no es grave, 4 mejor nos aguantamos porque para ir a esos lugares primero hay que caminar hasta la carretera y luego los taxis nos cobran entre 15 y 25 pesos sólo de ida. Nosotros no tenemos dinero para eso.
 
-¿A usted, don Vicente, no le pagan un salario como agente municipal?
-No. Yo ya le dije al presidente municipal, que es mi primo, que me pague; pero dice que no hay dinero. Llevo varios meses así (fue electo por la comunidad y asumió el cargo en agosto pasado).
 
-Entonces, ¿de dónde provienen sus ingresos? -preguntamos a ambos.
-Pues del campo. Pero nosotros no tenemos tierras, jornaleamos pa' otros; pero hay trabajo sólo dos o tres veces por semana. Nos pagan máximo 50 pesos diarios. Eso no alcanza para nada.
 

 
La casa que Vicente Rodríguez, su esposa María y 6 de sus 8 hijos habitan (2 ya se casaron) es un espacio de unos 20 metros cuadrados, donde 4 viejos colchones, una destartalada mesa de comedor, una pequeña estufa ecológica -de las que distribuyó la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en épocas de Vicente Fox-, un estéreo y una pequeña televisión de máximo 15 pulgadas son los únicos bienes.
 
Al fondo de la vivienda, sin ventanas -por ello, muy oscura- y con piso de tierra se observan varias cajas de cartón por donde se asoma la ropa de los 8 integrantes que habitan esta casita, una de las pocas de Cuchumtón que están construidas con tabicón rústico y techo de concreto.
 
"Aprendí el oficio de chalán (albañil) en México (DF) y en Xalapa, por eso ya le pude poner a mi casita tabique y colado", dice con orgullo Vicente, mientras María López y los 6 muchachos -12, 10, 8, 6, 5 y 3 años de edad- agachan la cabeza y responden con monosílabos a cada pregunta de los reporteros, quizá tratando de esconder la ropa deshilachada o las manchas de anemia y los granos, algunos infectados, que invaden sus brazos, sus piernas y sus caras.
 
Manolo Rodríguez, el muchacho más grande, es medido por los enviados de este diario. Tiene 12 años y asiste a primer año de telesecundaria, pero su talla apenas rebasa el metro 15 centímetros, la altura promedio de un niño de entre 6 y 7 años. Su estatura ideal tendría que andar entre el 1.40 y el 1.43 cm.
 
Incómodo por primera vez desde que el taxista nos lo presentó en la carretera más de una hora antes, Vicente ríe nervioso; se quita la cachucha, se rasca la cabeza. En ese momento es que leemos la leyenda que trae inscrita su gorra: "Gobierno de progreso".
 

 
Ironías
 
"Mantén limpia tu casa. No tires basura"
 
Redactado muy probablemente por algún burócrata del centro, el autoadhesivo de IMSS-Oportunidades pegado en el marco de la puerta de la humilde choza de lámina parece más bien un sarcasmo.
 
Afuera de la vivienda que don Domingo López Méndez, 65 años, su esposa y sus 9 hijos (19, 18, 14, 12, 10, 9, 6, 4 y 3 años) habitan, hay agua de lluvia estancada y se ha formado un lodazal. Guía, reporteros y los propios integrantes de la familia traen los pies llenos de tortas de lodo imposibles de quitar, pues no hay un espacio libre de barro. Adentro, en la habitación de 5 x 3, el piso de tierra también se ve todo fangoso.
 
A la vivienda de don Domingo y familia no han llegado el tabicón ni el colado de concreto; tampoco la estufa ecológica, ni siquiera las cajas de madera para guardar la ropa.
 
Construida totalmente con láminas de zinc, en esta choza no hay ni siquiera una mesa para comer y el único mobiliario está conformado por 4 sillas de plástico y una mesita, donde se encuentra colocada un pequeño televisor. Al fondo pueden observarse 3 colchones desvencijados. La ropa -prácticamente hecha jirones- de los 11 integrantes de la familia se encuentra colgada en un alambre a un costado de la habitación.
 
Pese a que se cuenta con luz eléctrica, la vivienda -sin ventanas al igual que la de Vicente Rodríguez- se encuentra a oscuras. La única luz que hay es la que se cuela por las paredes y el techo -los cuales están repletos de orificios-, así como la del fogón, encendido a esa hora (2 de la tarde).
 
Cuando llueve -explica trabajosamente don Domingo en su escaso español- la lluvia se cuela por esos mismos orificios. Y cuando hace frío, es el viento helado el que lo hace.
 
En el centro de la casa se encuentran colocadas 4 grandes piedras en medio de las cuales se hace el fogón para cocinar (se emplea leña del bosque). Sobre éstas hay una gran olla donde se está preparando la comida de éste y de todos los días: verduras, frijoles y tortillas.
 
-¿Cuántas veces comen al día?
-Dos, señor -dice Margarita, la esposa-. Por la mañana pozol (una bebida de maíz), tortillas y chile; en el día, lo que usted ve: verduras, frijoles y tortillas.
-¿En la noche no comen algo, una cena?
-No, no hay más, no alcanza -interviene Domingo.
-¿Dónde compran las verduras, los frijoles?
-Es de lo poquito que da la tierrita... No hay más...
 
Ante el cuadro de miseria extrema, de tristeza, de desamparo, se impone el silencio. Durante varios segundos que se hacen eternos, lo único que se escucha son los clics de la cámara de Pepe Camas, quien de pronto se acerca y me susurra casi al oído: "¡Cuánto olvido, carajo, cuánto olvido...!".
 

 
Metas incumplidas
 
Colocado en la carretera que va de la cabecera municipal a Chalam, un gigantesco espectacular -suscrito por la Sedesol federal y el gobierno estatal- presume que en la comunidad de Cuchumtón todas las viviendas cuentan ya con piso firme: "Éstos son hechos, no palabras", rubrica en grandes caracteres la propaganda oficial que remite a los recientes tiempos de Felipe Calderón y Juan Sabines.
 
En busca de certezas, no de promesas, este diario visitó durante dos días al menos 30 viviendas de Cuchumtón -casi el 30 por ciento de las 104 que hay en la comunidad-, y halló que de esa cifra únicamente cuatro casas tienen piso firme: sólo dos colocados por las autoridades federales y estatales y dos por los propios habitantes de las viviendas.
 
Sebastián Rodríguez Velázquez, investigador de la Universidad Intercultural de Chiapas -institución que tiene unidades en San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas y Yajalón, entre otros municipios- explica a este diario la importancia de tener un piso firme:
 
"Tener un piso de cemento o de tierra puede ser la diferencia entre vivir sano y enfermar o, incluso, morir. El cemento repele la suciedad, mientras que el piso de tierra genera condiciones insalubres. Quienes duermen o comen donde hay pisos de tierra son más propensos a padecer enfermedades infecciosas, parasitarias y respiratorias", dice el académico, quien subraya que las dos primeras constituyen la cuarta causa de muerte en niños menores de un año.
 
En 2006, al inicio de su gestión, el entonces presidente Felipe Calderón prometió que al término de su sexenio ningún mexicano viviría en hogares con pisos de tierra; sin embargo, se trató de otra meta incumplida, pues actualmente todavía hay cerca de un millón 700 mil viviendas contabilizadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) que tienen piso de tierra, lo que representa 5.8 por ciento de los hogares en el territorio nacional, muchas de éstas ubicadas en Chiapas.
 
La de los pisos firmes no es la única promesa fallida. Apolinar Castillo Ruiz y Evaristo López, habitantes de la localidad, indicaron que hace cuatro años trabajadores del gobierno estatal instalaron en Cuchumtón miles de metros de tubería para abastecer de agua potable a la comunidad; sin embargo, se les olvidó lo básico: instalar una bomba, por lo que el vital líquido sigue sin llegar a las viviendas. "Ahí está el agua en los tubos, pero igual tenemos que ir hasta las mangueras y acarrearla hasta nuestras casas", señalan con hastío.
 
En efecto, kilómetros y kilómetros de tuberías serpentean entre las precarias viviendas de la comunidad como mudos testigos de la improvisación y la demagogia.
 

 
Sólo palabras
 
Habituados a la indiferencia de los tres órdenes de gobierno, los habitantes de Cuchumtón se muestran escépticos ante el anuncio presidencial de una Cruzada contra el Hambre que, entre 400 municipios, incluye a Mitontic.
 
"Bah", suelta parco Erasto Domínguez López, el peluquero de la comunidad, cuando le pedimos su opinión sobre la cruzada. Y agrega: "Yo no creo en nada ni en nadie, sólo en Diosito. Lo demás son puras palabras huecas de políticos. Aquí ha venido Solidaridad, Progresa, Oportunidades y muchos programas más que ya ni recuerdo y seguimos igual de jodidos".
 
Erasto revela que la de Peña Nieto no es la primera cruzada: "Hace más de dos años (Juan) Sabines (gobernador de Chiapas entre 2006 y 2012) vino a la cabecera de Mitontic con una (gran) cruzada para erradicar la pobreza, y ya ve no pasó nada".
 
-¿Los inscribieron en algún programa? ¿Les regalaron dinero u artículos?
-Vino Sabines con su mujer y nos dieron puras cosas que ni necesitamos, como balones de basquetbol, sarapes, botellas de agua. Creo que fue la única vez que Sabines se paró por Mitontic (la cabecera municipal).
-¿Hay algún político que haya visitado Cuchumtón?
-Aquí no vienen ni en campaña... jamás hemos visto ni a Sabines ni a Pablo Salazar; tampoco a Fox, a Calderón, a Peña, a López Obrador o a Marcos... nadien (sic) ha llegado hasta aquí. Y es que a ningún político le gusta ensuciarse los zapatos.
 
Para el investigador Rodríguez Velázquez, Mitontic no es atractivo electoralmente pues sus habitantes sólo representan el 0.19% de la población del estado: "Bueno, el municipio ni siquiera es fashion para los radicales chic que prefieren lugares como San Cristóbal de las Casas, San Andrés Larráinzar y Las Margaritas para supuestamente ir a empaparse de indígenas y zapatismo".
 
Intrigado por la gran cruzada para erradicar la pobreza, de Sabines, encuentro en Internet un discurso del exgobernador que data de finales de 2009:
 
"La idea es llegar a cada comunidad a ver cómo viven sus habitantes, saber si hay violencia familiar, conocer las condiciones de la vivienda, ver si se cocina con leña, de dónde toman el agua, si ésta es potable, si hay drenaje, conocer qué tipo de alimentación tienen, cuál es su ingreso, entre otros.
 
"Queremos saber muchas cosas para así poder llevar beneficios, es decir, cuántos pisos firmes hay que hacer en una localidad, cuántas estufas ecológicas se deben hacer, cómo mejorar la escuela, rehabilitar la clínica si es que ésta existe, saber si tiene doctor, si cuentan con medicamentos... el compromiso es contar con los resultados de este estudio antes de terminar el año."
 

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