Lourdes Aranda

Adiós al “annus horribilis” de 2016

    

Lourdes Aranda

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¡Que ya termine este año de sobresaltos y malas noticias! Atentados en Nigeria, en Francia, en Turquía, en Egipto y en Alemania. Refugiados muertos en el Mediterráneo. Inundaciones en Haití y en España. Avionazos en Colombia y en Rusia. Crisis políticas en Brasil, Congo, Yemen y Venezuela. Muertes emblemáticas de músicos y artistas.

En política internacional este año marcó una oscilación pendular notable. El consenso liberal que prevalecía entre las potencias –a pesar de las numerosas reservas– se ha fracturado: la creencia en la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos y el libre comercio se han resquebrajado. Lo más sorprendente es que los principales responsables de este quebranto no fueron China y Rusia –ambos países han sido siempre más escépticos de estos modelos–, sino los propios países que lo han abanderado: el Reino Unido y Estados Unidos. 2016 pasará a la historia como el del año del triunfo del "Brexit" y de Trump, dejando en ridículo a la mayoría abrumadora de casas encuestadoras y desilusionados con la democracia a muchos votantes.
A vuelo de pájaro, la pretensión de un concierto mundial predecible, cada vez más ordenado, de la mano de Estados Unidos se desmorona con la llegada de Trump a la presidencia de ese país. El nuevo gobierno norteamericano ha encendido las alarmas en todo el mundo. Trump buscará diferenciarse de su predecesor de manera radical. Opte por aislarse o por intervenir de manera agresiva, sus decisiones reconfigurarán el equilibrio de poder en el mundo. La admiración del nuevo mandatario por el autoritarismo de Putin es preocupante, pero lo puede ser más su afinidad en la solución de conflictos internacionales.

El nacionalismo y la extrema derecha en el mundo desarrollado muestran un crecimiento sorprendente, como no se había visto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En varios países europeos –de Austria a Hungría, del Reino Unido a Polonia– la retórica nacionalista y xenófoba cobra fuerza de manera inusitada ya ha colocado a opciones políticas antes marginales en la antesala del poder. En 2017 habrá elecciones en las dos democracias fundadoras de la Unión Europea.

Los franceses elegirán a su futuro presidente y los alemanes a su jefe de gobierno, en medio del crecimiento de las corrientes aislacionistas y euroescépticas. 

La demagogia ha cobrado fuerza con el apoyo de mayorías ignoradas durante mucho tiempo, para las cuales la globalización ha sido más traumática que beneficiosa. El discurso antisistema y populista, dirigido contra los excesos de las elites corruptas y alejadas de las preocupaciones de la ciudadanía, se ha extendido en muchas latitudes, como lo muestran la elección de Jimmy Morales en Guatemala y de Rodrigo Duterte en Filipinas.

La guerra civil en Siria es el horror humano más lastimoso por el número de víctimas y de desplazados. El año termina con el fortalecimiento de las fuerzas del régimen sirio y la recuperación de Aleppo con apoyo ruso e iraní. La caída de esta ciudad ha sido uno de los episodios más cruentos del conflicto. Este triunfo del régimen deja muchas incógnitas con respecto al futuro de la guerra y en particular sobre los refugiados; muchos de ellos no querrán volver a su país si se afianza el control de Al-Assad. La posibilidad de que Estados Unidos intervenga por razones humanitarias se ha desvanecido. La prioridad que señala la nueva administración con respecto al conflicto será extirpar el control del Estado Islámico en el este del país. Frente a este panorama complejo, también hay que reconocer lo mejor de este año en el mundo: la disminución de la hambruna, la erradicación del ébola en África occidental, una respuesta coordinada para atender el cambio climático y la negociación de la paz en Colombia, que logró sortear el resultado adverso de un referéndum. Otros hechos alentadores del año que termina son la llegada de un nuevo secretario general a las Naciones Unidas –y con él, de un liderazgo más activo–, así como el regreso de Canadá –de la mano del Partido Liberal– a la defensa del multilateralismo y de la agenda de desarrollo y ambiental.

Al empezar el año no esperemos seguridades. La economía internacional presenta un panorama sombrío por la falta de crecimiento, la recesión y la devaluación de muchas divisas. La política internacional encierra incógnitas: la presidencia de Trump, el futuro de las alianzas tradicionales, la ola autoritaria y el aumento de las amenazas terroristas. Afrontémoslo: en el mundo actual, la incertidumbre es la única certeza.

Twitter: @lourdesaranda

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