David Calderon

Un Índice de Regreso

A estas niñas, niños y jóvenes el sistema ya les abandonó por más de un ciclo, y de no ser por el coraje y resiliencia, la generosidad y decisión de sus maestros, la mayoría estaría en una situación peor aún.

A todos los alumnos de la República les urge volver. Para una buena parte de la generación joven, esa vuelta está cargada de apremio, pues las opciones a distancia -tan limitadas y frágiles como alternativa a lo presencial, como lo ha confirmado la experiencia en todo el mundo- para ellas y ellos no han sido opción. No tienen dispositivos, no tienen conectividad, no tienen dinero para invertir continuamente en voz y datos; puede que no tengan conocimiento o posibilidad de captar la señal digital, o no tienen televisión o electricidad.

A estas niñas, niños y jóvenes el sistema ya les abandonó por más de un ciclo, y de no ser por el coraje y resiliencia, la generosidad y decisión de sus maestros, la mayoría estarían en una situación objetivamente peor aún. Peor, en estos momentos se cocina el drama de que el sistema les pueda volver a abandonar, si lo único que hay para ofrecerles es la programación de TV en una enésima temporada de Aprende en Casa.

Las lecciones que siguen el currículum oficial y que se transmiten por unas cuantas horas siguen siendo un esfuerzo apreciable por parte de los maestros que se ponen frente a cámara, pero en su concepto de clase frontal y sólo expositiva, sin interacción ni respuesta a preguntas, sin la experiencia de aprender con los propios compañeros y con el propio maestro, quien sabe tu nombre y entiende tu forma de aprender, es un pálido e insuficiente sucedáneo.

Todos necesitan volver, todos prácticamente quieren volver, según lo que retratan las encuestas como la de CDHCM o de World Vision, y los estudios de campo como el nuestro, Equidad y Regreso, cuyos primeros resultados les hemos compartido en ruedas pasadas, entre 70 y 77 por ciento de respuesta afirmativa.

Pero no pueden volver sobre las afirmaciones vagas, aunque insistentes, de los políticos. A sus familias no les da confianza que se diga que las escuelas ya están prontas para volver, pero no puedan consultar un listado preciso en el que hallen su escuela, la de sus hijas, un listado que además incluya información precisa de la inversión de los fondos públicos que se destinó para el arreglo del plantel.

Sabemos que en todo el país se da una enorme diversidad en las comunidades escolares, de su entorno de salud, de las oportunidades de aprender en cada hogar, y por ello las afirmaciones extremistas de “no hay condiciones” o “el 90% de las escuelas están listas” no resuelven la auténtica preocupación de saber cuándo y cómo pueden llegar -deberíamos agregar también “cuántos”- los alumnos a su escuela.

Tenemos que asegurar que la oportunidad de regresar sí lo es, que no es sólo un cambio de nomenclatura y un acuerdo de papel en Diario Oficial lo que cambia. Necesitamos ocuparnos, más que sólo preocuparnos o alarmarnos para que efectivamente la escuela sea el espacio más seguro.

Hoy vamos a presentar una herramienta, que estará disponible en el portal www.mexicanosprimero.org, a la que llamamos ‘Índice de Regreso’ en la que se puede ubicar a cada estado, y cada escuela primaria y secundaria, pública y privada, en nueve perfiles. Cada perfil corresponde a un espacio definido en una cuadrícula de tres por tres, y señala si la oportunidad de volver para una escuela es alta, media o baja, haciendo tres ‘pisos’ que así permiten ubicarlo, y lo combina con tres columnas, de izquierda a derecha, que marca la urgencia. Así los datos públicos disponibles sobre qué tanto urge abrir (porque hay bajo aprendizaje, porque hay exclusión educativa, porque hay exclusión digital) se ponen en contexto sobre qué oportunidades hay de abrir (qué tan poblada en espacios está la escuela y por maestro, qué tanto rezago de salud hay en la comunidad, cómo evolucionan los datos de fallecimientos y hospitalización), para poner gráficamente la injusticia en mapa, y orientar la urgencia que nos impone la equidad. En todos los casos de los nueve perfiles hay recomendaciones sobre las acciones a tomar.

Este trabajo tiene tres importantes disclaimers o aclaraciones sobre su alcance y precisión: primero, es una herramienta para la decisión, no es la decisión misma; es un acercamiento con los datos públicos disponibles, pero no sustituye el diálogo entre familias y maestros que fortalezca el protocolo o lleve a exigir a la autoridad estatal los faltantes para disminuir el riesgo; segundo, está construida con los últimos datos disponibles, de manera que si los datos no son precisos o actualizados, desde nuestro trabajo de gabinete no lo podemos corregir… por ello estamos invitando a todos a que visiten la página y se vuelvan corresponsales, reportando que una situación mejoró porque ya la escuela recibió los apoyos, o el caso contrario en el que hay mayor deterioro del plantel o la situación es menos favorable a lo que aparece en los tabulados del modelo.

¿Qué queremos lograr? Que el temor no nos paralice, y que el decreto no sustituya la responsabilidad en la realidad a nivel de cancha. Que no exijamos en abstracto una escuela segura, sino que mi escuela, la de mis hijos, esté segura para el regreso. Que la participación social sea, ahora sí, corresponsabilidad, escucha, pluralidad, aprender de lo local. Volver, pero no de cualquier manera; volver, pero no a lo mismo; volver sí, pero sólo así, identificando y resolviendo el riesgo para volverlo oportunidad.

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