David Calderon

Escuela y respiro

Abrir las escuelas en México sólo será factible si garantizamos todos –la autoridad, las familias, la sociedad colaborando y exigiendo a la autoridad– que se pueda respirar en ellas.

“Ten cuidado con lo que deseas –reza el adagio– porque se te cumple”. Muchísimas personas vinculadas a la escuela, del conserje a la madre de familia, de la directora general de SEP a Federico de Tercero C de primaria, deseaban en febrero de 2020 un respiro de la escuela. Y vaya que lo tuvieron. Ya cruzamos un año, más de 200 jornadas sin presencia en el aula, salvo raras y muy meritorias excepciones.

De lo que urge tomarse ahora un respiro es del encierro. El domingo tocando las cadenas de los columpios y los bordes de las resbaladillas, en Semana Santa en la playa a reventar… ahora mismo hay niños en el transporte público, en zonas de comida rápida en pasajes y centros comerciales, a montones en las banquetas de Avenida Juárez, pero no en actividades presenciales en la escuela. El respiro del confinamiento, como mostraron las dos semanas de esta pausa de primavera, puede hacerse bien o mal. Ten cuidado con lo que deseas: un respiro que parecía de un mes acabó siendo el atasco de un año; el respiro de una salidita puede significar un repunte lamentable de contagios. Podemos respirar, pero hay que prepararnos para respirar bien.

Ya sin metáfora, abrir las escuelas en México sólo será factible si garantizamos todos –la autoridad, las familias, la sociedad colaborando y exigiendo a la autoridad– que se pueda respirar en ellas. Ha habido una grave y culpable irresponsabilidad de los líderes civiles, comenzando por el presidente y continuando por el subsecretario López-Gatell, con respecto de los mensajes referidos al cubrebocas, desde la falta de ejemplaridad y la resistencia a usarlo sin pretexto, hasta la omisión injustificable de subrayar la importancia que tiene este sencillo aditamento para la salud actual de niñas y niños, y más como absolutamente imprescindible para el regreso a actividades presenciales.

La simpleza de ‘las tres V’: semáforo verde, vacunación, asistencia voluntaria, que usó primero el subsecretario y ahora se atribuye al líder del SNTE Cepeda, es profundamente adultocéntrico. Pongámosle, para empezar, una cuarta V, la ventilación. Como sabemos, la transmisión de la enfermedad ligada al SARS-Covid es fundamentalmente por aerosoles, y por ello el uso cotidiano, sistemático y con enorme solidaridad del cubrebocas desde los seis años es irrenunciable. No hay mensajes en televisión abierta dirigidos a niñas y niños. En lugar de ponerse desbocadamente a hacer libros de texto gratuitos que serán bodrios –no neoliberales o posneoliberales– o hasta si son deslumbrantes piezas de didáctica situada y justiciera, debe resolverse un brutal déficit de responsabilidad de la SEP, Salud, Bienestar, DIF y las autoridades estatales: no trabajar desde ahora para asegurarle a niñas y niños –teníamos 23 millones inscritos hace un año, ahora esperemos que podamos convocar de nuevo a la mayoría– que pueden regresar a la escuela respirando sanamente.

No puede ser que se repita el terrible resbalón de la Guía de septiembre de 2020 –no sean flojos, actualícenla por favor– que hace equivalentes a los pañuelos, o que invite a recortar un cuadrito de algodón sin capas, sin trama cruzada, para tener un ‘cubrebocas casero’. De verdad, piense usted: ¿eso querría para su hija o su hijo? ¿Una falsa sensación de seguridad con una barrera que no filtra la carga viral más peligrosa? ¿Se vale ese nivel de dejadez y superficialidad en la respuesta oficial de la autoridad federal?

El respiro viene también de la ventilación cruzada en las aulas, y del uso de espacios al aire libre para las actividades presenciales de aprendizaje. Quienquiera que conozca las escuelas públicas mexicanas sabrá que el heroico diseño de Ramírez Vázquez (que ganó la trienal de Milán en 1960) para CAPCE, como se llamaba la agencia oficial que construía aulas, implica un espacio luminoso, de grandes ventanales, pero que son de cristal fijo y ventilas muy pequeñas. El enrejado que luego se puso –para que no se robasen muebles o equipo– las hace de una ventilación muy inadecuada para la necesidad presente. ¿Y dónde está el plan de la SEP para ventanales corredizos, que se paguen con La Escuela es Nuestra?

Menos mal que hubo visión –más en los directores de plantel y en las comunidades mismas– para insistir en adicionar techumbres y velarios a patios y espacios anchos, para tener reparo con sombra y a la vez todo el aire a disposición. ¿Y ya hay recomendaciones, infografías, planeación? Dennos un respiro de su retórica, y mejor aseguren un buen respiro a niñas y niños.

El autor es presidente ejecutivo de Mexicanos Primero.

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