Fuera de la Caja

Inflación desigual

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Ya habrá usted escuchado que la inflación anda sorprendiendo a todos. No sube, baja, y en febrero ya quedó por debajo de 3.0 por ciento, que es la meta que el Banco de México tiene desde hace mucho y que, la verdad, rara vez alcanza. Como siempre, hay quien dice que esa cifra no puede ser cierta, porque algo que compra ha subido de precio, o porque cada vez le alcanza para menos en el súper o el mercado.

Bueno, la inflación es el promedio de cambio de los precios de una gran cantidad de bienes, ponderado por el monto que se gasta en cada bien un individuo promedio que no existe. Se estima este individuo con base en lo que gastamos todos. Pero cada quien compra diferente, como es evidente. Una de las diferencias más importantes ocurre por nivel de ingreso. Quienes tienen ingresos mayores dedican un porcentaje menor a comprar alimentos, y mayor en educación y transporte, por poner un ejemplo.

Ya le comentaba cómo se distribuyen los salarios en México, pero para analizar la inflación es preferible hacerlo por hogares. Los datos provienen de la Encuesta de Ingresos y Gastos que hace el Inegi cada dos años, y en la más reciente (2012) la mitad de los mexicanos vive en hogares con ingresos inferiores a cinco salarios mínimos. Un 25 por ciento tiene ingresos entre cinco y ocho salarios mínimos, y el 25 por ciento restante está por encima de esa cifra. Si le parecen datos incompatibles con los que veíamos hace unos días, es porque, en promedio, los hogares mexicanos tienen 2.4 personas que proveen recursos, para un total de 3.7 habitantes en el hogar.

Bueno, quienes viven en hogares con menos de cinco salarios mínimos, la mitad de los mexicanos, dedican la mitad de sus ingresos a alimentos y bebidas. Los del siguiente grupo dedican 40 por ciento a eso, y quienes viven con más de ocho salarios mínimos menos de 30 por ciento. Esos porcentajes se reducen si sólo se considera la comida en casa: 45 por ciento para la mitad con menos ingreso, 32 por ciento para el cuarto medio, y 18 por ciento para el cuarto de más ingreso.

Usted pensará que eso no tiene importancia, pero resulta que las cosas que han tenido un incremento de precios superior al promedio son muy pocas: alimentos, transporte, educación privada y loncherías (que es en donde se come fuera de casa con más frecuencia). El costo de la vivienda, la ropa, las diversiones, la salud, y hasta los aparatos domésticos, tienen incrementos inferiores al promedio. Este cálculo lo hago desde 2000, para que no haya efectos de corto plazo.

Si nos vamos a ver qué alimentos han subido, también son pocos: los cereales, que subieron antes de 2010 (la crisis global de 2007-2008); la carne, que sube desde 2000 más que la inflación promedio, y el tabaco. Nada más. En el caso del transporte, el público urbano creció también antes de 2010, y el uso de autos ha subido todo el tiempo.

Vea usted que es un puñado de cosas lo que sube de precio, pero es el puñado más importante para muchos mexicanos: pan, tortilla, carne, comer en loncherías y transporte urbano. Y para clasemedieros, el automóvil y la educación privada. Y comprar más ropa y aparatitos parece que no lo compensa. ¿O sí?

Twitter: @macariomx

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