Parecería que democracia y autoritarismo son excluyentes, pero no es así. Son dos caras de la misma moneda.
Desde el inicio del sexenio el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mostrado tener un estilo rijoso de gobernar.
La supuesta estrategia anticorrupción de López Obrador es para afianzar el poder autoritario.
López Obrador tiene absoluta confianza en la inteligencia, ideas, experiencia, propuestas y acciones de López Obrador.
La mayoría de quienes critican al presidente en medios lo hacen guiados por análisis de asuntos concretos, no por odio.
La ignorancia, como en el oscurantismo, hace a la gente vulnerable a la superstición y a la idolatría.
La educación promueve un pensamiento crítico que ayuda a no aceptar las órdenes de un dictador en turno, comenta Jorge Berry.
No es extraño nada de lo que dice López Obrador. Él trae un modelo de conducta que tiene que aplicar para que nada falle.
El apoyo al autoritarismo se duplicó en tan sólo dos años y es más acentuado entre los jóvenes con mayores niveles de escolaridad.
Este es el nivel más alto de respaldo al autoritarismo en México desde 2002, cuando se registró un 21 por ciento.