Qué pena que el enfrentamiento del presidente López Obrador con Ricardo Salinas Pliego ocurra en el ocaso de este gobierno.
Esta no es una dictadura. No vivimos bajo la bota militar. Existen todavía los derechos.
Las teorías de la conspiración seducen porque evitan pensar. La culpa es de un gran malvado. O de un pequeño grupo de malvados.
Ningún gobierno de un país tiene derecho de intervenir en los asuntos de otra nación, menos aún en tiempos electorales.
Durante los últimos cinco años López Obrador no se ha cansado de repetir que “no somos iguales”. ¿A quiénes no son iguales?