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Una recuperación débil, frágil y con riesgos

El motor de EU genera crecimiento en nuestro sector externo, pero la demanda interna sigue rezagada, por lo que la recuperación camina en dos o más velocidades.

Esta semana se confirmó que la recuperación económica de México se mantiene en una ruta complicada por los efectos recesivos de la pandemia.

El Indicador Global de la Actividad Económica registró una contracción mensual de 0.3 por ciento en febrero pasado, si bien menor a la de 0.7 por ciento anticipada por el Inegi previamente.

Sin embargo, el Inegi revisó a la baja los datos de diciembre y enero del IGAE, que es una medición aproximada del PIB mensual.

El de diciembre pasó de un nulo crecimiento a una caída de 0.3 por ciento, y el de enero se revisó de un avance mensual de 0.1 por ciento a una baja de 0.1 por ciento.

Ahora el IGAE liga tres meses en terreno negativo, lo que implica frenar la recuperación observada entre junio y noviembre, cuando alcanzó su nivel máximo durante la pandemia.

Las revisiones de los datos de diciembre y enero hacen evidente que persiste un entorno incierto con riesgos a la baja para la actividad económica.

Aunque el Indicador Oportuno de Actividad Económica anticipó una recuperación parcial del IGAE en marzo, se prevé un virtual estancamiento de la economía mexicana en el primer trimestre del año. Lo sabremos el viernes.

“Un inicio no tan bueno para la recuperación”, admitió Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México.

Julio Santaella, presidente del Inegi, indicó que con el retroceso de febrero, “el IGAE alcanzó un nivel similar al de diciembre de 2015”.

En términos de años, la pérdida en el nivel de actividad económica en el país es equivalente a un lustro.

El IGAE muestra una recuperación dispareja entre sectores, pues en febrero las actividades secundarias (industria) lograron un crecimiento mensual de 0.4 por ciento.

Por su parte, las actividades primarias (agropecuarias) y las terciarias (comercio y servicios) se contrajeron 0.3 por ciento en cada caso.

Tanto la industria, que es la que registró la mayor contracción durante el confinamiento, como el comercio y los servicios, que son los de mayor peso en la economía, están aún lejos de sus niveles de actividad previos a la pandemia.

El IGAE confirma que en febrero continuó la debilidad de la actividad económica observada a finales de 2020 y principios de 2021 como resultado, principalmente, del recrudecimiento de la pandemia en México.

Al registrarse un nuevo incremento en el número de contagios por Covid-19, se reanudaron los cierres parciales en algunas entidades federativas.

A las restricciones de movilidad se añadieron los cortes en el suministro de gas natural y energía eléctrica en varias zonas del país, así como la escasez de semiconductores en la industria automotriz, que obligó al cierre temporal de plantas armadoras.

El proceso de recuperación está condicionado, en buena medida, a la expectativa de un mayor avance en la estrategia de vacunación en México y a la aceleración del crecimiento de Estados Unidos, apuntalada por los estímulos fiscales.

El motor de EU genera crecimiento en nuestro sector externo, pero la demanda interna sigue rezagada, por lo que la recuperación camina en dos o más velocidades.

Además, muchos riesgos internos con repercusiones en el marco institucional y del Estado de derecho continúan siendo preocupantes.

Destaca la incertidumbre relacionada con las reformas al Poder Judicial, que por ser claramente violatorias de la Constitución pueden derivar en un ambiente de falta de confianza para invertir en el país.

Así que, respecto a la recuperación económica, persiste un entorno de fragilidad.

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