Opinión

Educación pobre para los que menos tienen

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Por David Calderón*

Los resultados obtenidos en el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) por los alumnos de tercero de secundaria, en matemáticas, y lenguaje y comunicación, ponen en evidencia una vez más que el sistema educativo en México sigue excluyendo a la mayoría de los jóvenes del ejercicio efectivo de su derecho a aprender plasmado en el artículo tercero de la Constitución; es decir, la escuela no garantiza que los jóvenes que están por terminar educación básica alcancen el "máximo logro de aprendizaje" que requieren para continuar su desarrollo y tampoco les permite que la escuela sea para ellos una oportunidad para superar su contexto. Pero estos resultados demuestran algo más preocupante y es que los jóvenes que viven en situaciones de marginación (pobreza, contexto marginado, familias con niveles bajos de escolaridad), siguen aprendiendo menos que sus pares en situaciones más favorecidas.

Ese crecimiento de la brecha en el logro del aprendizaje en los últimos dos años, nos debe alertar para continuar fortaleciendo una cultura no sólo de evaluación, sino también de aprender de ella y utilizarla para implementar los cambios necesarios, y que tanto la Secretaría de Educación Pública (SEP) federal como los estados asuman su responsabilidad de no sólo ocuparse en la promoción de tipos de servicio diseñados para aumentar la cobertura, sino también de focalizar las políticas y programas con fines de equidad.

Un grave rezago educativo lo presentan las secundarias comunitarias y las telesecundarias, en donde los alumnos tuvieron los peores resultados. Estos espacios de aprendizaje tienen un descuido crónico tanto en el apoyo a los profesores como en el acceso a materiales y asesoría educativa pertinentes. Los sistemas de educación de la
mayoría de los gobiernos estatales simplemente los ignoran.

Es claro que no todo lo explica el contexto; una buena parte de las y los jóvenes en el estado de Puebla vienen de hogares en condiciones de pobreza y obtuvieron el mejor resultado nacional en lo que es más propiamente escolar, es decir, en Matemáticas. Planea debe servir también para identificar las prácticas efectivas que se han implementado en poco tiempo: Sonora mejoró notablemente entre las evaluaciones de 2015 y 2017 por una decidida focalización del apoyo estatal a sus escuelas más frágiles. Toca a la Federación y los estados ajustar las intervenciones para la equidad y la interculturalidad, acelerar la verdadera formación continua de los docentes y activar el aprendizaje mutuo entre las entidades de la República. El proceso de transformación educativa tiene frutos incipientes, y detenerlo o distorsionarlo sólo puede significar mayor pobreza y marginación.

Si en verdad se quiere cumplir con el lema "evaluar para mejorar", los propios maestros y directivos deben contar con los informes de progreso en el logro de aprendizaje para cada joven, pues son ellos –y no los secretarios de educación estatales o los diseñadores de
directrices en el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) – quienes realizan la tarea fundamental de diseñar los reforzamientos a nivel del aula y propiciar los aprendizajes de los alumnos reales, especialmente los más marginados.

Sin resultados más precisos de cada alumno al concluir su ciclo, y por ende de cada grupo completo por escuela, los resultados seguirán siendo escándalo de un día y material para el rankeo, pero no se traducirán en el referente de una mejora que no sea genérica, sino
auténticamente respetuosa de la diversidad, y por ello arraigada y sustentable. Sólo cuando es para cada alumno, la evaluación del logro de aprendizaje puede aspirar a guiar los ajustes para que en las escuelas se superen las limitaciones del contexto de origen, sin
restar nada a su ritmo y estilo personal de aprendizaje, a su identidad cultural y comunitaria.

* Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero.

Twitter: @DavidResortera | @Mexicanos1o

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