Razones y Proporciones

La desafiada credibilidad del Fed

Al parecer, los actores en los mercados financieros ‘apuestan’ a que, en poco tiempo, la Fed girará su postura monetaria de restrictiva a permisiva.

Durante 2022, el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) aumentó, de forma acelerada, el intervalo objetivo de su tasa de interés de referencia por un total de 425 puntos base, para llevarlo a 4.25-4.50 por ciento.

A lo largo del ajuste y, en especial, desde la última reunión de Jackson Hole, este banco central ha enfatizado dos mensajes clave: primero, el compromiso de regresar la inflación a su objetivo de 2.0 por ciento, lo cual probablemente entrañará un costo en términos de actividad económica y empleo; y segundo, la necesidad de alcanzar una postura monetaria “suficientemente restrictiva” y mantenerla por un período prolongado hasta confirmar que la inflación ha tomado una trayectoria sostenible a la baja.

En la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de diciembre de 2022, respecto a la tasa de Fondos Federales para 2023, los participantes proyectaron, como mediana, un incremento acumulado de 75 puntos base y ninguno anticipó algún recorte.

Asimismo, según la correspondiente minuta, los miembros señalaron que, como la política monetaria opera a través de los mercados financieros, “una relajación injustificada de las condiciones financieras, especialmente si está impulsada por una percepción errónea por parte del público de la función de reacción del Comité, complicaría el esfuerzo del Comité para restaurar la estabilidad de precios.”

A pesar del apretamiento monetario y la contundente comunicación de este banco central, los mercados financieros no parecen creer completamente al Fed. La incredulidad se ha manifestado, al menos, de dos formas.

Desde octubre pasado, los precios de los distintos activos financieros han mostrado una tendencia de recuperación. Así, por ejemplo, a principios de 2023, el Índice Nacional de Condiciones Financieras, elaborado por el Fed de Chicago, que resume las condiciones de los mercados de dinero, deuda, acciones y otros títulos, ha registrado un relajamiento similar al de nueve meses antes, cuando la tasa de política monetaria empezaba a subir.

Además, los contratos de futuros han incorporado el inicio de la disminución de la tasa de Fondos Federales en un horizonte máximo de nueve meses. En enero de 2023, este mercado ha anticipado que la tasa para el año se mantendrá por abajo del nivel previsto por los participantes del FOMC y empezará a bajar poco después del medio año.

Al parecer, los actores en los mercados financieros “apuestan” a que, en poco tiempo, el Fed girará su postura monetaria de restrictiva a permisiva, lo que ha contribuido a impulsar el auge en los precios de los activos.

Incluso, algunos analistas han situado el inicio de este supuesto “viraje” antes de la reunión monetaria de diciembre de 2022, cuando el Fed admitió la posibilidad de ir disminuyendo el ritmo de incrementos de su tasa de interés de referencia. Esta impresión ha surgido a pesar de que el banco central ha reiterado que tal trayectoria no implicaría la inminencia de un aflojamiento.

Es difícil identificar las causas de la disonancia entre el desempeño de los mercados financieros y los mensajes del Fed. Una posibilidad consiste en que aquéllos crean tener un pronóstico más acertado que el de éste, por ejemplo, visualizando un vertiginoso desvanecimiento de la inflación, lo cual justificaría la euforia.

Dada la natural incertidumbre sobre el futuro, una posibilidad más plausible radica en que el Fed esté siendo rehén de su propio pasado.

Desde la Gran Crisis Financiera de 2008, los bancos centrales de los países desarrollados aplicaron una política monetaria extraordinariamente laxa, con la pretensión de resolver un sinnúmero de problemas, incluyendo el del crecimiento económico. Al convertirse en el “único juego en la ciudad”, propiciaron una inusitada adicción de los mercados financieros a la liquidez.

En el caso del Fed, esta inclinación se exacerbó con el nuevo marco de política monetaria adoptado en 2020, aún vigente, que otorga prioridad a la meta de empleo “incluyente” sobre el control de la inflación.

El Fed desea convencer al público que esta vez actuará diferente y su compromiso es con la estabilidad de los precios. Con razón, aduce que los riesgos inflacionarios actuales guardan semejanza con los de hace más de cuatro décadas, por lo que debe evitar los errores de entonces, derivados de una política monetaria errática que condujo a profundas recesiones.

La credibilidad del Fed está siendo desafiada. Su única opción viable es demostrar, mediante la congruencia entre la retórica y las acciones, que los mercados están equivocados. Este banco central cuenta con las herramientas para lograrlo. La estabilidad de los precios fue la norma por muchos años y lo más probable es que la restaurará.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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