Costo de oportunidad

Un relato ‘Trumpical’

Un proceso penal en contra de Trump puede ser la confirmación que requiere su fanaticada de la gran conspiración que existe en su contra, que le brindará un fuerte apoyo político.

Yo juraba que el excepcionalismo estadounidense se acabó el 6 de enero de 2021, cuando una turba azuzada por el presidente saliente, Donald Trump, tomó por asalto el Capitolio. Muchos sufrimos porque Estados Unidos ya no era muy distinto a Cuba, Nicaragua, Venezuela, Perú, o cualquier nación latinoamericana.

Por ello, sería una excelente noticia si el expresidente es indiciado por haber entregado sobornos a través de un abogado, a la actriz Stormy Daniels, para que ella no revelara detalles de una relación que tuviera con Trump. Todo indica que el abogado usó fondos personales para realizar este pago, y Trump le devolvió esos recursos una vez electo presidente.

En Estados Unidos hay varios niveles de delito. El soborno silenciador de Trump es una felonía. Se encuentra en la escala baja de los delitos, Pero implica que el acusado se entregue a la justicia, o que la policía vaya por él. Una vez que está bajo custodia, el acusado tendrá un expediente criminal. Se le tomarán fotos y huellas y es posible que tenga que pasar un tiempo tras las rejas antes de ver a un juez. Es mucho más probable, que el juez que sepa del caso fije un monto de fianza, y que el expresidente Trump enfrente su proceso en libertad. El proceso no implicará más de algunos meses de cárcel y/o servicio comunitario y/o una multa. Pero muchos creen que cumple un fin fundamental: desprestigiarlo y sacarlo de carrera presidencial de 2024.

¿Será? Lo que no mata, fortalece; un proceso penal en contra de Trump puede ser la confirmación que requiere su fanaticada de la gran conspiración que existe en su contra, que le brindará un fuerte apoyo político.

Que gente como Trump pueda manipular la democracia la pone en peligro, en Estados Unidos y en otros países, como Turquía, Hungría, El Salvador, y claro, México. Ignoramos las señales de Cuba antes de Castro, de Nicaragua antes de los sandinistas, de Venezuela antes de Chávez. Ignoramos que países como Rusia y China no se volvieron democráticos por tener una apertura hacia el capitalismo.

Los mercados no sirven para construir democracia. En México, si no tenemos candidatos de ensueño, nos decepcionamos de la democracia. No aprendimos una lección que sí entendieron nuestros vecinos del norte: la democracia no produce ángeles que nos gobiernen. Para que nuestras arenas políticas nos entreguen mejores candidatos y gobiernos, necesitamos que la política sea una actividad más competida, y eso implica que más personas tenemos que involucrarnos. También implica instituciones más fuertes que las personas. Que los políticos al más alto nivel pueden ser sujetos de castigo.

Carlos Hernández es un matemático de la generación de mis padres. Carlos es socio fundador de una empresa llamada Big Data México. Una de las obsesiones del doctor Hernández, está en los datos del padrón electoral de México durante las tres décadas en que nuestros procesos electorales han sido administrados por el IFE y el INE.

Su conclusión es demoledora: el abstencionismo es el principal partido político de México. Un poco más de 40 por ciento del padrón. Pero, cuando le rascamos a dónde está el núcleo abstencionista, nos daremos cuenta que la mayoría son gente relativamente joven, menor de 40 años, que vive en un entorno urbano con un ingreso relativamente alto.

Entonces, lectora, lector: tenemos que convencer al primo apolítico pero inconforme, que deje de quejarse, y que se involucre. Que al menos vaya y vote por el partido o la candidata que le parezca menos mala, porque San Miguel Arcángel no va a estar en la boleta nunca.

Los partidos se ven muy mal rogándole a Dante Delgado por el tres o cuatro por ciento del padrón, cuando hay un océano de abstencionistas jóvenes, educados y con recursos, que no acuden a las urnas porque están desencantados del gobierno, los partidos y la política.

En las redes sociales del partido oficialista Morena, hay una foto que muestra a un muchacho usando una camiseta con la leyenda: " Tu tan INE y yo tan Pemex”.

Es como si fuéramos dos países. Para unos, la grandeza de la patria está en una paraestatal petrolera deficiente, corrupta, pero generosa con los que apoyan a su sindicato, gremio y trabajadores. Del otro lado estamos otros que vemos grandeza en un país con democracia e instituciones, donde sea posible iniciar proceso penal a un expresidente. Quizá, como dice Pablo Majluf, hay un tercer país, el de los coreanos del centro. Esos creen que los petroleros y los demócratas podemos encontrar un punto de convivencia.

Corea del centro no existe.

El autor es asesor en Agon Economía Derecho Estrategia, Consejero MUCD.

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