Fuera de la Caja

Amado líder

Todo lo que quieras saber acerca del populismo en América Latina, España y Estados Unidos está en ‘Amado Líder’, de Diego Fonseca.

Diego Fonseca ha escrito un gran libro. Amado Líder es grandote: 664 páginas (que debieron ser 666; algo falló), de letra pequeña, distribuidas en 16 capítulos. Pero también es grande. Todo lo que usted quiso saber acerca del populismo en América Latina, España y Estados Unidos está ahí. Todo. Recomiendo leer, especialmente, el capítulo 1, que condensa buena parte del argumento; el 6, que enfatiza el peso de la religión organizada en el populismo; el 11, dedicado a las redes sociales; el 13, sobre identidad y polarización. Los últimos tres capítulos, y la coda, van más a profundidad, e intentan semblantear el futuro.

Pero permítame presentarle algunas frases de Fonseca:

“No hay proyecto populista que no pretenda la acumulación de poder en la figura de Amado Líder” (378). “Amado Líder promete ser distinto a sus antecesores y levantar el país. Recuperarlo. Tomarlo de este mal presente y lanzarlo al futuro en reversa, porque el espejo en que se mira está en el pasado, en el mito fundador, la idealización de una nación que ya no existe –o que nunca existió–” (153).

“El caudillo puede contradecirse y negar la contradicción, y salir airoso porque el discurso populista rara vez tiene restricciones de coherencia… El uso de las palabras como herramientas de confusión –los ‘hechos alternativos’, la mentira, la posverdad, las verdades mejoradas– es intrínseco al asalto discursivo contra la democracia representativa… No puedes tener un debate con quien reniega de los hechos y la honestidad intelectual” (227-8). “Amado Líder desdeña los hechos; su retórica está preñada de imágenes, invocaciones, mistificaciones y mitificaciones, exigencias de lealtad y creencia, todo bajo formas discursivas simples, llanas, capaces de ser comprendidas con facilidad” (181).

“Amado Líder no suele sugerir o persuadir, no tiene interés en discutir o dialogar para conseguir acuerdos; prefiere el monólogo y, dentro de él, el atajo del argumento absoluto y la retórica imperativa” (231). “Amado Líder precisa devaluar la realidad para hacerla manejable. Reducir al maniqueísmo el universo de contradicciones y conflictos de la vida social, económica y política. Un lenguaje público pobre afecta la calidad de la democracia” (251).

“Amado Líder radicalizará las percepciones. Su discurso nada en la emoción. Se regodea en la violencia simbólica. Cuando sea cuestionado por su agresividad, dirá que es una víctima, que obstruyen su derecho a expresarse con libertad, que es objeto de una campaña de desprestigio” (268). “Amado Líder adora el calor de las masas, dado que –narcisista al fin– está hambriento de aprobación” (253). “Por eso en estados de cinismo y nihilismo agudos, Amado Líder brilla: porque el populismo es la negación de la democracia representativa bajo la idea de que el caudillo y ciudadanos se entienden en la misma mesa… El gran valor de ese caudillo es la idea de la cercanía identitaria” (60).

“La demagogia no tiene otro recurso que escapar hacia delante, pues apenas modifica el rumbo para acomodarse a la discusión gris de la política convencional… pierde el favor de aquellos defraudados a los que, vaya, prometía no defraudar” (131).

“Queremos soluciones urgentes y tenemos poca paciencia… pero quien promete hacerlo no lo hará: Amado Líder nos deja peor. Más rotos, incapaces de sostener la convivencia” (655).

Fonseca cubre en su libro muchos de los temas que hemos revisado en esta columna (populismo, redes, identidades, racionalidad, discurso), pero desde una perspectiva diferente. Es más un editor buscando equilibrio que un columnista identificando procesos. Tal vez por eso deba recomendar más leer el libro y aprovechar que este sábado 28 a las 18 horas estará Diego platicando con los lectores en El Sótano en Coyoacán (M.A. de Quevedo 209).

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