Fuera de la Caja

Mal manejo

Un Presidente ignorante, rodeado de colaboradores ineptos, o sumisos, siempre ha sido peligroso.

La información económica de los últimos meses nos confirma que el impacto de la pandemia prácticamente ha terminado. Sin duda hay un rezago todavía importante en los servicios de cercanía (transportes, alimentación, alojamiento), pero su efecto sobre la economía no alcanzaría un punto porcentual si lo demás estuviese como estaba antes del actual gobierno.

No debemos olvidar que antes de la llegada del Covid a México, la economía ya estaba -1 por ciento por debajo del nivel al que recibió la actual administración. Y tampoco que ésta no hizo nada por aminorar el golpe del confinamiento, como sí se hizo en muchos países. Ahora hay quienes quieren ver el ‘lado positivo’ y dicen que gracias a eso tenemos más margen de endeudamiento. Eso es un error. Se pudo contratar deuda para evitar la pérdida de empleo formal, con lo que el consumo habría caído menos, y por lo tanto la actividad económica. Por otra parte, sí ha crecido la deuda. De noviembre de 2018 a mayo de 2021, la deuda interna se ha incrementado en 17 por ciento y la externa en 13 por ciento. La combinación de ambas muestra un crecimiento de 15 por ciento.

Aunque es menor el crecimiento de la deuda que en otras épocas, no es el mejor manejo financiero. El crecimiento promedio anual de los Requerimientos Financieros del Sector Público (la definición más amplia de deuda que usamos) fue de 17 por ciento en los primeros dos años de AMLO, pero fue de 10 por ciento en los primeros dos de Vicente Fox, e inferior a 5 por ciento en los primeros dos de Felipe Calderón. Este último incrementó significativamente la deuda desde fines de 2008 para enfrentar la Gran Recesión, con lo que el impacto de esa gran crisis global pudo aminorarse. Ahora eso no se hizo, y el golpe lo resintieron todos los mexicanos, pero sobre todo los más pobres, como ha documentado Coneval.

Esa pésima decisión presidencial, respaldada por su secretario de Hacienda, no nos ha dado más margen que antes para endeudarnos, porque al mismo tiempo se ha insistido en sostener empresas energéticas ineficientes, haciéndolas aún peores. Es el caso de CFE, en donde se regresó al viejo sistema de pensiones, que se había corregido con la reforma, y que nos costará a todos. Y es el caso de Pemex, con un valor negativo por 2.5 billones de pesos, aunque el secretario de Hacienda considera una empresa capaz de competir, incluso por encima de Shell, según dijo a los senadores. Aunque en los Requerimientos Financieros no se incluye toda la deuda de Pemex, tenga usted por seguro que sí tendremos que pagarla, y sólo ella supera 10 por ciento del PIB. Si prospera la exclusión de las empresas eléctricas privadas, que ya se intentó vía decreto, vía ley, y amenazan también hacerlo vía Constitución, las indemnizaciones tendrán un costo muy similar.

Finalmente, el desplome de la inversión, provocado por la decisión de cancelar la construcción del aeropuerto, seguida de lo que hemos comentado, no sólo reduce el crecimiento actual, sino el futuro, como alertaba ayer Enrique Quintana. Ese ritmo anual de 2.4 por ciento, que les parecía poco, ahora se ve inalcanzable, al menos en lo que resta del sexenio.

Gracias a todo esto, aunque en comparación con 2019 nos encontramos un par de puntos debajo, relacionado con la tendencia que teníamos hemos perdido 9 por ciento del tamaño de la economía. Esa brecha seguirá creciendo, año tras año, en tanto no se recupere una inversión razonable. Pero no será fácil hacerlo cuando Pemex decide robarse un campo otorgado a una empresa privada, el Presidente dedica sus mañanas al mundo del espectáculo, cuando no a atacar a la prensa, y ahora tiene la ocurrencia de ponerse a vender cilindros de gas.

Un Presidente ignorante, rodeado de colaboradores ineptos, o sumisos, siempre ha sido peligroso. En estos días es peor.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

Todo bien
Espejo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.