La Aldea

Del lado equivocado de la historia

En un acto que nos equipara vergonzosamente con Venezuela, Cuba o Nicaragua, un grupo de diputados mexicanos decidió externar su “apoyo, solidaridad y amistad” a los invasores rusos.

En un acto que nos equipara vergonzosamente a los gobiernos de Venezuela, Cuba o Nicaragua, un grupo de ilustres diputados mexicanos conformaron el Grupo de Amistad México-Rusia. Participaron por ahí representantes de lo más granado de nuestra H. Cámara de Diputados, estadistas y tribunos de la altura incomparable de Alberto Anaya (líder eterno y dueño del PT), Augusto Gómez Villanueva (resabio histórico del PRI), Gerardo Fernández Noroña (PT, legislador de incomparables luces), entre otros desorientados por la bola.

Tuvieron la osadía de convocar el embajador de la Federación Rusa ante México, un lamentable señor Victor Koronelli, quien se atrevió a declarar que “Rusia no empezó esta guerra, la está terminando”.

Este grupo selecto de nostálgicos soviéticos –podrían formar una peña y, como dijo Gómez Villanueva, cantar la internacional socialista– está convencido de cerrar los ojos a la historia, de dar la espalda a los hechos y decir que Rusia es inocente, que ellos no invadieron, sino que sólo realizan una “operación militar especial”.

Ucrania no sólo es masacrada por la superioridad bélica de Rusia, sino que el tirano criminal Vladimir Putin, ante el desastroso resultado de su campaña, ataca desde la última semana objetivos civiles: hospitales, unidades habitacionales, teatros, refugios de ciudadanos inocentes. El mundo entero lo atestigua, los registros y testimonios de ciudadanos ucranianos son elocuentes, pero nuestros diputados prefieren, a contrapelo de la historia, externar un vergonzoso “apoyo, solidaridad y amistad” a los invasores, según palabras del embajador Koronelli.

Este ilustre diplomático afirmó que son “víctimas de una campaña mediática” en contra de Rusia. ¡Vaya curiosidad! puesto que hace unos días su impresentable gobierno bloqueó la señal de Euronews –una cadena europea que difunde noticias internacionales– en territorio ruso, para que la ciudadanía rusa no se entere de los miles de muertos nacionales hacinados en caminos y carreteras. ¿Quién será el censor, el que pretende controlar la información para que sólo se cuente su historia y su versión de los hechos?

Defender la criminal invasión de Putin es lo mismo que apoyar la histórica anexión de Austria por parte de la Alemania nazi. Argumentar siquiera que el gobierno ruso tiene derecho legal y jurídico sobre otro país soberano, es atropellar el derecho internacional, pisotear los derechos humanos y respaldar una masacre sangrienta en afán de la expansión y –ese sí– el imperialismo ruso.

Nadie atacó a Putin, miente quien diga que se sintió presionado por los coqueteos de Ucrania con la OTAN, o que los aliados occidentales colocarían misiles apuntando a Rusia.

Polonia, Hungría, Lituania, Letonia y Estonia son desde hace más de 10, 12, 15 años integrantes de la OTAN. No existe en su territorio un solo misil apuntando a Rusia.

La cantaleta de la desnazificación es una tontería mayúscula, producto de la ignorancia y del desconocimiento. Que Koronelli se atreva a repetirlo, exhibe su torpeza y carencia de argumentos para defender una invasión asesina y cruel en contra de un pueblo inocente y pacífico.

Es lamentable que la Junta de Coordinación Política en la Cámara no haya detenido esta insensata muestra de apoyo a un gobierno que mata a mujeres y a niños, asesina ciudadanos en blancos no estratégicos, que pretende doblegar la elevada y heroica moral defensiva de Ucrania. A pesar del esfuerzo de Movimiento Ciudadano por impedir este acto lamentable, las veleidades del PRI, las obsesiones ideológicas de Anaya, quien ha apoyado en el pasado –escuche usted– a Corea del Norte, Nicaragua y Venezuela, permitieron que esto sucediera ayer en instalaciones de la Cámara.

Estos diputados, anclados en un pasado comunista que hoy ha desaparecido, construyen en sus imaginarias mentes a un bloque de los trabajadores y los partidos comunistas del mundo. Ignoran que la Federación Rusa es hoy una economía de libre mercado –antes de las sanciones que están a punto de aniquilarla– que no existe un partido comunista al estilo de los tiempos soviéticos, cuando por cierto fue proscrito (1991) como organización política unipartidista.

Apoyar a un tirano criminal, represor de su ciudadanía, brutal asesino de sus opositores, autócrata en pleno siglo XXI, es colocarse del lado equivocado de la historia.

¡Viva Hitler! ¡Viva Stalin! ¡Viva Putin! Sátrapas criminales, pueden estar tranquilos con su memoria sangrienta. En México tenemos legisladores de altura mundial, que defenderán su legado como prohombres de la historia.

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