El Globo

Trump, de regreso

No hay nada más dañino que un político que construya su discurso con base en la mentira, la falsedad y la distorsión de la realidad.

Para desgracia de los Estados Unidos de América, el peor líder político y presidente que hayan podido tener en la historia reciente se rehúsa a aceptar los hechos y la realidad. Donald Trump sigue obsesionado con el mundo alterno que construyó en su mente, y para la lamentable realidad política, social y cultural de ese país, continúa provocando división y confrontación en la ciudadanía.

Este fin de semana realizó su primer mitin político desde el desastroso llamado a la insurrección del 6 de enero –aunque ahora no lo reconozcan–. Se reunió con simpatizantes en Ohio y repitió las mismas tres mentiras que han causado tanto daño a ese país:

1. No perdió las elecciones, sino que fue víctima de un fraude cometido por los demócratas.

2. No hubo tal insurrección en el Capitolio el 6 de enero, sino que fue un montaje de sus opositores.

3. Será reinstalado en la Oficina Oval de la Casa Blanca, como presidente de Estados Unidos.

No hay nada más dañino que un político que construya su discurso con base en la mentira, la falsedad y la distorsión de la realidad.

Y no porque los políticos, en general, hablen con la verdad, sino que presentan los hechos de acuerdo a su interpretación, su ideología y su discurso de campaña para ganar votantes, pero de ahí a negar los hechos incontrovertibles, resulta ya una peligrosa sociopatía de manipulación de masas.

Hay analistas y observadores políticos que, hartos de Trump y su desgastante estupidez, rechazan continuar hablando de él, sus discursos y su irrefrenable capacidad para mentir y descomponer los hechos a su antojo.

El problema es que sigue siendo un poderoso factor de respaldo y apoyo entre los votantes conservadores, religiosos y republicanos de Estados Unidos. Más aún, el propio Partido Republicano, consciente de la enorme popularidad del expresidente, se ha negado en seis meses a romper con Trump, desligarse de su esquizofrénico discurso del fraude y la inexistencia de la insurrección convocada, ordenada y organizada por sus seguidores.

Hay congresistas republicanos que continúan realizando el periplo de la abyección, al viajar a Miami en busca de la aprobación y el visto bueno del expresidente.

Su influencia es tal, que muchos republicanos se abstienen de realizar declaraciones controversiales que cuestionen las disparatadas afirmaciones de Trump, sólo para evitar ser descalificados por él.

Vetado por las redes sociales ante su repetida tendencia a la falsedad y la mentira, muchos analistas consideraron que gradualmente Trump se iría desvaneciendo de la escena pública y su peso específico al interior del partido iría perdiendo fuerza e impacto.

Se impondrá la realidad, un nuevo presidente, con un nuevo gobierno impulsando la economía y derrotando a la pandemia.

Pues no es así: realizó un mitin de seguidores en Ohio al que asistieron miles de simpatizantes. Muchos de ellos, entrevistados al final del evento por medios norteamericanos, repiten las mentiras de su admirado líder: regresará a la Casa Blanca este verano como presidente; el ataque al Capitolio fue orquestado por el “corrupto FBI y los demócratas”. Muy grave.

Un estudio publicado apenas esta semana por el New York Times exhibe con claridad los condados donde se han resistido a recibir la vacunación anti-Covid, y a la hora de cruzar esos datos con el voto del pasado 4 de noviembre, del que resultó triunfador el actual presidente Joe Biden, resulta que en su mayoría se trata de condados republicanos. Ser simpatizante de Trump equivale a rechazar la vacuna.

La ignorancia no tiene límites.

Resultó tan exitoso el mitin de Ohio que Trump considera extender una larga gira de encuentros con sus simpatizantes en los próximos meses. Pretenden no sólo refrendar su apoyo y popularidad entre sus bases, sino además construir la que será su defensa ciudadana. Las acusaciones legales en su contra por diferentes delitos avanzan en diferentes cortes distritales (Nueva York) y federales.

El expresidente se victimizará –una de sus más persistentes conductas– cuando cualquiera de esos tribunales lo declare culpable de algún delito.

Lo verdaderamente dañino para el ambiente político, social y cultural de Estados Unidos, es que impide la reconciliación; bloquea cualquier esfuerzo por reunificar a la nación y dejar las diferencias partidistas de lado. Esencialmente impedir el avance del gobierno de Biden y cualquier agenda de pluralidad, tolerancia, multiculturalidad racial, etcétera.

Trump es la mayor amenaza a la democracia americana en décadas.

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