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En México, la vida no vale nada

La política del gobierno actual no se preocupa por la vida de los ciudadanos, pues los recursos se encuentran en barriles sin fondo.

“Donde está tu dinero está tu amor”, dice un popular dicho con toda razón. Es obvio que las personas invertimos o gastamos nuestros recursos en aquello que valoramos más; sin embargo, ¿es válido que la administración pública tenga una escala de prioridades de gasto que estén más relacionadas con intereses personales o sectarios, que con las verdaderas necesidades de los ciudadanos? La respuesta es no, el gobierno siempre debería de dar prioridad a las necesidades de la ciudadanía.

Lamentablemente, nuestros políticos muchas veces se ahogan en discusiones eternas, a nombre del pueblo, para definir qué es lo verdaderamente prioritario para nuestra sociedad, cuando esto es muy sencillo, lo más importante para cualquier país es la vida de sus propios ciudadanos, de ese principio se desprenden las necesidades y derechos más fundamentales como lo son la alimentación, la salud y poder desenvolverse en un entorno pacífico; es en estos temas donde se debe invertir, porque son la base para la existencia de la propia comunidad y por lo tanto son la principal razón de ser de un gobierno que supuestamente existe para administrar los recursos de todos, entre ellos el tener el monopolio del uso de la violencia.

Por supuesto que no pretendo minimizar otros derechos que tenemos los ciudadanos, pero en el momento en que no puedes salir a la calle porque corres el riesgo de morir en una balacera, o que la gente muere porque no se compran ¡desde hace tres años! suficientes medicinas para los hospitales públicos, nos preguntamos cosas como: ¿dónde están las prioridades de inversión de este gobierno?, ¿realmente pueden ignorar todo esto y seguir gastando en caprichos sin ninguna consecuencia? Y de ser así, ¿para qué los necesitamos?

A los hechos nos remitimos. La política de ‘abrazos no balazos’ ha dado carta blanca al crimen organizado para actuar sin consecuencias, permitiéndoles incluso controlar completamente diversas ciudades y municipios del país. De hecho, en lo que va del sexenio van más de 108 mil muertes violentas, convirtiendo a este gobierno en el más violento de la historia del México moderno. Paradójicamente, cuando López Obrador fue candidato, prometió erradicar en tres años la violencia.

Además, debemos sumarle que con la desaparición del Seguro Popular alrededor de 15.6 millones de beneficiarios perdieron su acceso a la salud pública, esto aunado a un aumento de la pobreza en 3.8 millones de personas, según los datos reportados por el Coneval en agosto de 2021. Tan solo esta semana, diversos medios publicaron que el Insabi, nuevamente, no pudo comprar suficientes medicinas a través de sus licitaciones con las que solo cubrió 54.6 por ciento de lo que requiere, o sea, solo compraron la mitad del medicamento que necesitaban. ¿Cuánta gente y cómo se verán afectados por estas acciones?

La política del gobierno actual no tiene interés en la vida -ni hablar de la calidad de vida- de sus gobernados. El dinero está en barriles sin fondo como Pemex, que es hoy la petrolera más endeudada del mundo, o en la cancelación de proyectos como el aeropuerto que no se hizo pero que de todas formas vamos a pagar, o en opacos esbirros como los servidores de la nación, los bots en redes y los periodistas paleros; o las megafiestas para informar los triunfos del gobierno, o la rifa/venta del avión que nunca se vendió, ni se rifó y que ahí sigue; entre otros circos presidenciales que solo sirven para quitarle dinero a los rubros en los que verdaderamente se debería gastar.

Por eso en el México de hoy, la vida de sus ciudadanos no vale nada, pareciera que son solo un número más en las cifras de muertos por la inacción ante la violencia, la irresponsabilidad en la pandemia o por otras enfermedades que no pudieron ser atendidas por falta de ‘recursos’. Más bien, son muertos por la soberbia política de unos cuantos.




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