Post-verdad Digital

Monopolio o no, esa es la cuestión

Podemos afirmar que, históricamente, los monopolios estatales en México han sido emblema y arma de los gobiernos dictatoriales antidemocráticos del siglo XX.

La cantidad de información y opiniones sobre la reforma eléctrica es enorme, sin embargo, el tema puede resumirse en una pregunta ¿quiere usted que la energía eléctrica dependa de un monopolio controlado por el Estado, sí o no?

Hay miles de razones a favor y en contra de los diversos actores, pero nuevamente el fondo del tema no es una sesuda razón ideológico-política o una solución justiciera a un supuesto abuso del sector privado que genera su propia electricidad, se trata simplemente de dinero y de poder.

De dinero, porque el gobierno de la 4T se está quedando sin recursos líquidos para los proyectos y dádivas presidenciales. Basta observar cómo muchas de sus acciones y políticas están enfocadas en exprimir más a los contribuyentes haciendo cambios en la regulación fiscal con miras a cobrarle más impuestos a los ciudadanos, por ejemplo, que transferirte dinero entre tus cuentas bancarias personales sea ahora registrado por el SAT como ingresos extra, lo que hace que te cobren más impuestos por el mismo dinero si no compruebas lo contrario. O haciendo recortes presupuestales, inclusive en áreas vitales para el beneficio de la ciudadanía, como el sector salud o el Fonden.

En resumen, les urge generar nuevas formas de ingreso, sobre todo de cara a la elección de 2024. Así que el gobierno de la 4T decidió que es un buen negocio prohibirle a las empresas y particulares que produzcan, almacenen y comercien su propia electricidad, para obligarlos a comprársela a su monopolio estatal CFE. Además, no les importa cuánto hayan invertido ya los particulares en el tema o si lo hacen con energías limpias, lo importante es que ahora se lo paguen al Estado, por lo tanto, es evidentemente una ley que nos quita libertad.

Por otra parte. se encuentra el poder, un monopolio estatal es una excelente manera de mantener a raya a los detractores de la 4T, sobre todo si son grandes patrones cuyas empresas requieren de energía eléctrica como insumo para producir. ¡Qué mejor manera que bajarles el switch para tenerlos controlados! En México tenemos muchos ejemplos de este tipo de prácticas, uno muy recordado es el de la Productora e Importadora de Papel SA (PIPSA), que era la empresa estatal que tenía la única autorización para producir, importar y vender papel en todo el país. Durante décadas, fue utilizada por el gobierno para controlar la libertad de expresión de los periódicos quitándoles este insumo a los que no se alineaban con ellos, suena tentador, sobre todo ahora que los medios son electrónicos.

En días pasados, López Obrador presionó al PRI preguntándoles si en el tema de la reforma eléctrica seguirían el camino de los expresidentes Lázaro Cárdenas -quién entre otras cosas nacionalizó el petróleo en 1938- o el de Carlos Salinas de Gortari, con quién empieza el periodo neoliberal que tanto le duele al presidente. Cabe resaltar que PIPSA fue fundada por Cárdenas para “garantizar el precio, la distribución y la importación del papel”, básicamente el mismo argumento que usa la 4T para el proyecto de Dos Bocas, el Gas Bienestar o la reforma eléctrica. Paradójicamente, fue Salinas quién cerró PIPSA, no porque él creyera en la libertad de expresión, sino porque los norteamericanos lo presionaron para tener un socio más democrático en la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, de hecho, hay varias libertades que ganamos los mexicanos a raíz de ese tratado.

Podemos afirmar que, históricamente, los monopolios estatales en México han sido emblema y arma de los gobiernos dictatoriales antidemocráticos del siglo XX. Entonces ¿por qué habríamos de querer regresar a ese México que ya quedó tan atrás? Es casi esquizofrénico que nuestro país, cuyo gobierno renegoció dicho tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, quiera ahora vulnerarlo con una reforma que nos regresa al México del ‘tata Cárdenas’, ¡quien dejó la presidencia en 1940!

En otra paradoja, es el PRI quién ahora tiene en sus manos la decisión de regresarnos 80 años atrás a 1940 o la de seguir avanzando por el 2021. Una cosa es clara, si el PRI escoge a Morena y traiciona a su electorado, que claramente no votó por ellos para que sean aliados del presidente, lo que sucederá es que desaparecerán en 2024 por no ser una opción real para los mexicanos.

COLUMNAS ANTERIORES

Posible primera transición en la CDMX
No importan los debates, importa no seguir igual

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.