Cuando todo parecía que sería un buen año para la industria de las Afore, ya que se había logrado avanzar en los distintos cambios a la ley para beneficiar a millones de sus afiliados, como el hecho de reducir las semanas de cotización, lo que hoy ya permitió que algunos trabajadores puedan jubilarse o bien que los que menos ingresos perciben tengan una mejor pensión en unos años, regresó el tema del tope a las comisiones que cobran esas empresas, lo que constituye un nuevo balde de agua fría para todo el sector.
Y fue un tercer balde de agua fría, porque para quienes no recuerdan, en esta administración es ya la tercera vez que se busca cambiar la metodología de comisiones, lo que desafortunadamente provoca incertidumbre a las empresas porque no pueden tener un panorama claro sobre lo que deben trabajar en el futuro.
Si bien en algún momento, cuando se habló de este tope a las comisiones que cobran las Afore, basado en el último modelo era, digamos, ‘pasable’, ahora la modificación tan dramática que proponen no implica un simple ‘amarre de cinturón’, sino un cambio en el modelo de negocios de las administradoras.
Obviamente para la industria las consecuencias están a la vista. Ya Banorte reconoció que podría darse de manera rápida una nueva consolidación del sistema y quedar menos jugadores en esta rama, que afecta sin duda la percepción de los inversionistas sobre el país y no se diga, que al final hayan menos opciones para elegir para los trabajadores sobre quién quieren que maneje sus recursos para pensionarse.
Para la Consar el tope a la comisión va, y aunque ofrece a la industria una disminución en los procesos regulatorios, todos sabemos que estos temas tardan en concretarse y sobre todo, en traducirse en dinero. Un ejemplo es el sector bancario donde se ha trabajado en mejorar los procesos de recuperación de garantías y hay entidades con altos niveles de eficiencia, pero todavía no se puede traducir en tasas diferenciadas a los habitantes de esas localidades; disminuir la regulación para las Afore es un buen paso, pero no es algo que se traducirá de inmediato en un beneficio; por el contrario, un tope al cobro de una comisión, que es parte de sus ingresos y eventuales ganancias, le significan cambiar toda su estructura operativa, ya que es su único ingreso.
Desde luego que aquellas Afore que cobran una comisión más cercana al tope planteado de 0.57 por ciento serán las mejor libradas en este proceso y se dirá que los trabajadores tendrán mayores ingresos en un futuro, ya que la comisión es menor, lo que puede verse muy bien, pero siempre hay un pero porque podría ser el inicio de topes en otros participantes del mercado y generar desbalances importantes, ya veremos qué efectos inmediatos tendrá.
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Y en el otro lado de la moneda, los balances con motivo de fin de año están ya iniciando y las fechas de festejos que se han tenido que posponer durante todos estos meses se reactivan, y con estos temas como los regalos o incentivos para los trabajadores. Si bien en muchas empresas el horno no está para bollos, hay que echarle un ojo a la encuesta realizada por Up Si Vale en la que más de cinco mil trabajadores entrevistados consideraron que además del pago del aguinaldo, un incentivo o regalo los hace sentir valorados.
¿Y qué es lo que buscan? Pues los encuestados reconocen que antes era un arcón o el clásico pavo, pero ahora el 74 por ciento prefiere un monedero electrónico, un 15 por ciento regalos como electrodomésticos, despensa, arcones y un 11 por ciento solicita días libres. En sí, 8 de cada 10 trabajadores prefieren monederos electrónicos como incentivo de fin de año.
Por lo pronto, la moneda está en el aire.
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