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La economía colaborativa

Dulce Eloisa Saldaña Larrondo*

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¿Es posible una economía diferente? Sí, sí es posible y necesaria.

Desde hace ya varios años vivimos y experimentamos a nivel mundial una crisis económica, financiera, política, social, de valores y ambiental, de las que cada vez es más difícil salir. Tenemos un contexto pesimista derivado de un modelo capitalista.

Algunas evidencias publicadas por Kliksberg, en México Social, señala el informe del Stanford Center on Poverty and Inequality (2014), que el coeficiente Gini mundial que mide la distribución del ingreso es actualmente el más alto en tres décadas. Según los informes de Naciones Unidas, 53 por ciento de la riqueza generada en el mundo en los últimos 20 años ha ido al 1.0 por ciento más rico de la población. Los informes de Desarrollo Humano del PNUD han llamado a las iniquidades actuales, "desigualdades groseras". El Papa Francisco planteó: "Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz".

En el Foro Empresarial de Davos de 2014 se afirmó que la desigualdad entre ricos y pobres es una de las más graves amenazas que la economía mundial enfrentará en un futuro no muy lejano, según el informe Global Risk del mismo año.

Este grave panorama ha sido el caldo de cultivo para la economía colaborativa. En Europa, según datos de los eurodiputados, ésta genera más de 15 por ciento del PIB y del empleo en la Unión Europea. La revista Forbes estimó que en 2013 los ingresos que se trasladan directamente desde la economía entre pares al bolsillo de quienes la practican, a través de las plataformas tecnológicas, superaron tres mil 500 millones de dólares a nivel global.

La naturaleza de este movimiento está relacionado con el cambio de pensamiento de la sociedad que pasa del 'tener' al 'usar', del 'comprar' tus cosas al 'pedir' las cosas de alguien más.

Este cambio de pensamiento está poniendo de cabeza a varios colectivos a nivel mundial; por algo será.

Seguramente este concepto le suene a algo que ya conocía. Pues sí, el consumo colaborativo lo podemos relacionar con el trueque, los bancos de tiempo o las compras colectivas y los grupos de consumo. Dicho por Ballesteros, en los principios ideológicos que marcan la economía compartida está el valor de lo común por encima de lo individual, la búsqueda de soluciones innovadoras desde lo colectivo y la firme convicción de que es mejor y se llega más lejos juntos que separados. Bueno y, por supuesto, la certeza de que es necesario trabajar por el decrecimiento y la sostenibilidad.

* Académica del Departamento de Mercadotecnia y Negocios Internacionales del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro.

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