Gerardo Herrera Huizar

Lujuria guerrera

De una y otra trinchera surgen proyectiles inyectados de crecientes dosis de metralla que buscan impactar los respectivos centros de gravedad de cada adversario.

Para el puro todas las cosas son puras.

Para el ruin todas las cosas son ruines.

El Kybalión

Evidentemente los escenarios no pintan bien, la confrontación se abre paso sobre la conciliación. Del argumento se ha pasado a la diatriba y de ésta al conflicto abierto.

La temperatura se eleva sensiblemente a cada momento, de una y otra trinchera surgen proyectiles inyectados de crecientes dosis de metralla que buscan impactar los respectivos centros de gravedad de cada adversario. Con cada nuevo disparo surgen elementos para nutrir la hostilidad y el encono.

No resulta fácil distinguir los linderos de la pugna que hasta ahora se ha venido librando casi exclusivamente en el territorio mediático con escaramuzas aisladas, aunque continuas que, incomprensible, paulatina e incesantemente, han incrementado sus decibeles hasta alcanzar el estadio de confrontación total, hasta ahora ciertamente asimétrica en virtud de las capacidades, los recursos, el tamaño y las investiduras que ostentan los contendientes, pero no por ello menos peligrosa para ambos y para los muchos damnificados colaterales.

Como suele suceder, lo enseña la historia, grandes conflictos pueden originarse a partir de pequeños incidentes a los que no se presta atención o por resabios acumulados a lo largo del tiempo que, llegado el momento, pueden desbordarse con suma facilidad y abrir cauces a torrentes de encono y virulencia incontenibles sin reparar en las consecuencias.

En toda confrontación, lo sugiere la doctrina, resulta aconsejable la racionalidad del uso de los medios propios y el cálculo frío e informado de los recursos e intenciones del adversario y, desde luego, es indispensable la ponderación de la fuerza relativa para concentrar el esfuerzo en el lugar y tiempo adecuados si se desea infligir el mayor daño posible al enemigo, que tenga la suficiente contundencia para su total neutralización y evitar un contraataque que pueda tener consecuencias funestas y revertir el resultado final deseado.

Actuar en función del impulso del momento y abrir demasiados frentes de manera simultánea solo conduce a la dispersión del esfuerzo, al desgaste y debilitamiento de todos los espacios de lucha en lugar de ser poderoso en alguno de ellos, máxime, cuando en cada flanco se confrontan adversarios de diversa naturaleza que, por razón propia, puedan generar alianzas y unir capacidades para enfrentar al enemigo común.

No es poco frecuente que las razones del conflicto sean de carácter personal, aún revestidas de la defensa del honor o el prestigio, en donde las pasiones humanas suelen aflorar sin mayor recato y obnubilar al combatiente tornado en presa de la lujuria guerrera quien, con frecuencia, sucumbe víctima de su irreflexión y desmedido arrojo, movido más por la soberbia que suele confundirse con valor.

Las circunstancias en cualquier batalla ofrecen, ciertamente, coyunturas críticas y eventos inesperados e imponderables que pueden conducir a desenlaces impredecibles o de plano funestos.

Es ahí donde la mesura, la experiencia, la ciencia y la paciencia del estratega debe incidir y tornar la adversidad en oportunidad si es posible y si no es así, abrir la pausa, reflexionar con sensatez y reorientar el camino.

Un enfrentamiento que sube de tono momento a momento aleja con cada episodio la posibilidad de la conciliación, ahonda el rencor, incentiva la complejidad, alimenta la incertidumbre y produce crispación en una sociedad que no desea más que tranquilidad, concordia y una mínima expectativa de solución a sus muchos y agobiantes problemas.

La temeridad y el coraje en el fragoroso ambiente del combate bélico, económico, social o político, exigen un mínimo acompañamiento de conocimiento del terreno que se pisa, sólida inteligencia sobre el adversario, reflexión y una muy elevada dosis de prudencia ante los efectos adversos que pueden generarse.

Feliz día del amor.

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