Perspectiva Bursamétrica

El FMI aprueba una inyección de liquidez global histórica

El plan propone la asignación de 650 mil millones de DEGs entre todos los miembros. Hasta ahora el total de DEGs asignados no supera los 250 mil millones entre 191 países miembros.

El viernes pasado, los integrantes del directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), compuesto por 24 representantes de los países miembros con mayores aportaciones al Fondo y la directora gerente Kristalina Georgieva, dieron su respaldo unánime a la iniciativa de realizar la asignación de Derechos Especiales de Giro (DEGs) más grande de la historia. Imagínese lo que esto significa en un entorno en el que la gran mayoría de los bancos centrales se encuentra ejecutando los programas de política monetaria extrema más importantes de que se tenga memoria, a raíz de la pandemia.

¿Recuerda usted que es esto de los DEGs? Según el propio FMI: “Los derechos especiales de giro (DEG, en inglés Special Drawing Rights: SDR) son una demanda potencial sobre las monedas libremente utilizables de los miembros del Fondo Monetario Internacional.” Esta unidad de cuenta creada sobre cinco monedas nacionales por el Fondo Monetario Internacional en 1969, no es aceptada para realizar transacciones y representa una ínfima fracción del total de las reservas internacionales” (de los bancos centrales). Con la aparición del euro en 1999, se eliminó de la muestra al marco alemán y al franco francés, y se incluyó al euro. En octubre de 2016 se incorporó oficialmente una quinta moneda, el yuan chino. Hoy en día se incluyen además al dólar americano, al yen japonés y a la libra esterlina.

“La cantidad de cada moneda que hacen un DEG se determina de acuerdo con la importancia relativa de la moneda en el comercio y las finanzas internacionales. La determinación de las monedas que se integran en la cartera del DEG y la fijación de sus proporciones son realizadas por el comité ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) cada cinco años.”

Los DEGs son utilizados como unidad de cuenta por el FMI y otras muchas organizaciones internacionales. Pocos países fijan sus monedas al DEG. Pero siguen siendo utilizados en algunos convenios financieros internacionales, constituyen un activo de reserva que se asigna a los miembros del FMI de acuerdo a la cuota de acciones que cada uno tiene en la organización internacional. Dicha cuota se basa principalmente en el Producto Interno Bruto (PIB) de cada país de modo que los países más ricos cuentan con una mayor cantidad de DEGs que los más pobres. Los tenedores de Derechos Especiales de Giro (DEGs) pueden cambiarlos por divisas como el euro, el dólar u otras monedas fuertes a través de dos mecanismos: i) por intercambio voluntario entre los países miembros, o ii) cuando el Fondo designa a un país con grandes reservas de DEGs para que le compre a otro miembro que necesite efectivo).

El plan propone la asignación de 650 mil millones de DEGs entre todos los países miembros. Por darnos una idea de qué tan importante es esta nueva emisión, hasta ahora el total de DEGs asignados no supera los 250 mil millones entre los 191 países miembros. Según las reglas vigentes del FMI, los DEG se distribuyen en proporción a la participación de cada país en el fondo −aproximadamente igual a su producción económica−. Eso significa que 58 por ciento de los nuevos DEG van a las economías avanzadas, 42 por ciento para las economías emergentes y en desarrollo y de estos, solo 3.2 por ciento para el subconjunto más pequeño de naciones de bajos ingresos. Así que de los 650 mil millones de dólares, alrededor de 21 mil millones de dólares irían a países de bajos ingresos y 212 mil millones de dólares a otros países de mercados emergentes y en desarrollo, sin contar a China. Por esta razón se plantea un mecanismo para que los bancos centrales de los países ricos puedan reasignar un monto de por lo menos 100 mil millones de dólares a los más pobres.

Esta es hoy la forma más rápida de hacer llegar los recursos a los países que más los necesitan, incluso si la mayor parte va a los países más ricos. La otra alternativa son los préstamos tradicionales del FMI, que tardan años en negociarse, e implican la adopción de rígidas políticas económicas para quienes los aceptan. Algunas naciones necesitadas podrían ser reacias a buscarlos por temor a crear una percepción negativa entre los inversionistas globales. Además, los países de menores ingresos son los que tienen más probabilidades de convertir sus DEG en otras monedas para satisfacer las necesidades de la balanza de pagos y fiscales.

Al igual que la asignación de DEGs en 2009, la iniciativa aprobada no está exenta de críticas; esta financiación incondicional contribuye a un apoyo inequitativo, podría alimentar la inflación y proporcionar reservas internacionales adicionales que el mundo no necesita. Algunos republicanos en el Congreso norteamericano afirman que los nuevos DEGs se utilizarán para pagar las deudas del mundo en desarrollo con China −préstamos que de otra manera podrían ser reestructurados o incluso amortizados por completo− y financiar a los adversarios de Estados Unidos, incluidos Irán, Venezuela y Rusia. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha advertido que se negará a comprar DEGs de cualquier país con el que actualmente se tienen sanciones, como Irán, Siria y Venezuela −y además van a promover que otros países hagan lo mismo−. El G-20 ha pedido al FMI que encuentre formas de mejorar la transparencia y la rendición de cuentas en el uso de los DEGs.

La propuesta de las Naciones Unidas plantea que los países más ricos pongan sus DEGs innecesarios o en exceso en un nuevo fondo fiduciario, para uso de otros miembros. El fondo será llamado Fideicomiso de Resiliencia y Estabilidad y podría estar listo para fin de año, según Kristalina Georgieva.

El autor es presidente de Bursamétrica.

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