Clemente Ruiz Duran

El debate sobre la deuda y los impuestos a la riqueza

Aumentar o suspender el techo de la deuda se vuelve necesario cuando el gobierno necesita pedir dinero prestado para poder operar.

En las últimas semanas en Estados Unidos se abrió el debate sobre si se debe elevar el límite a la deuda pública para que el gobierno federal de nuestro vecino del norte pueda cumplir con sus compromisos financieros. El debate ha sido arduo y es uno de los puntos centrales en el mensaje del presidente Biden ante el Congreso de la Unión, solicitando el aumento de la deuda para pagar los compromisos del gobierno federal estadounidense.

El Congreso ha autorizado miles de millones de dólares en gastos durante la última década, lo que ha provocado que la deuda de Estados Unidos casi se haya triplicado desde 2009. Durante ese período, la capacidad del Departamento del Tesoro para pedir dinero prestado para realizar pagos de esa deuda se ha topado repetidamente con un límite establecido por el Congreso sobre el endeudamiento conocido como techo de endeudamiento.

Los esfuerzos para elevar o eliminar el tope se han convertido en un tema de acalorado debate entre los políticos; algunos legisladores que denuncian la deuda del gobierno han utilizado las negociaciones para modificar el límite para tratar de forzar recortes de gastos. La política del Congreso sobre el tema ha llevado a interrupciones en los pagos, incluidos cierres temporales del gobierno y al espectro del incumplimiento que ha amenazado con llevar a la economía a la crisis.

La acción del Congreso para elevar el techo de la deuda no aumenta los compromisos financieros de Estados Unidos, ya que las decisiones de gastar dinero se legislan por separado. Cualquier cambio en el techo de la deuda requiere la aprobación mayoritaria de ambas cámaras del Congreso. Aumentar o suspender el techo de la deuda se vuelve necesario cuando el gobierno necesita pedir dinero prestado para pagar sus deudas. Durante gran parte del siglo pasado, elevar el techo ha sido un procedimiento relativamente rutinario para el Congreso. Cada vez que el Departamento del Tesoro ya no podía pagar las facturas del gobierno, el Congreso ha actuado y, a veces, por unanimidad, para aumentar el límite de lo que puede pedir prestado. Desde 1960, el Congreso ha aumentado el techo setenta y ocho veces, la última vez en 2021. Cuarenta y nueve de estos aumentos se implementaron bajo presidentes republicanos y veintinueve bajo presidentes demócratas.

El Congreso también puede optar por suspender el techo de la deuda o permitir temporalmente que el Tesoro reemplace el límite de la deuda, en lugar de aumentarlo en una cantidad específica. Si bien este movimiento no es común, durante los primeros noventa años de existencia del techo, el Congreso ha suspendido el límite de la deuda siete veces desde 2013.

Un nuevo capítulo de debate sobre el techo de la deuda comenzó en 2011, cuando las disputas sobre el gasto entre el presidente Barack Obama y los republicanos del Congreso dieron como resultado un estancamiento prolongado. El Congreso finalmente llegó a un acuerdo para elevar el techo solo dos días antes de la fecha en que el Tesoro estimó que se quedaría sin dinero. Sin embargo, la política arriesgada desencadenó la semana más volátil para las acciones estadounidenses desde la crisis financiera de 2008, y la agencia de calificación crediticia S&P Global Ratings rebajó la solvencia crediticia de Estados Unidos por primera y única vez en la historia. La Oficina de Responsabilidad Gubernamental, que actúa como auditor federal, estimó que la demora en llegar a un acuerdo aumentó los costos de endeudamiento de EU en 1.3 mil millones de solo ese año.

Lo interesante en esta ocasión han sido la mención del presidente Biden solicitando un impuesto a los multimillonarios y pidiendo al Congreso que cuadruplique el impuesto sobre la recompra de acciones. Esta propuesta parece estar basada en el hecho de la recuperación en el mercado laboral y sus esfuerzos para reducir la inflación, al tiempo que se pedirá la reducción del déficit “a través de reformas adicionales para garantizar que las corporaciones ricas y más grandes paguen impuestos justos”. Una solicitud en este sentido sin lugar a duda encontrará resistencia por parte de ambas cámaras del Congreso, y enfrentará una resistencia aún mayor con una Cámara de Representantes controlada por los republicanos.

Pero la política fiscal será un campo de batalla político crucial en los próximos meses, ya que Biden intenta asegurar un aumento en el límite de la deuda de EU de parte de los republicanos del Congreso para evitar un impago de las obligaciones financieras de EU. Si bien se espera que los republicanos exijan profundos recortes de gastos a cambio de aumentar el límite de endeudamiento, se espera que Biden responda que la carga de la responsabilidad fiscal debe recaer sobre las corporaciones y los multimillonarios.

Esta propuesta parece hacer eco de las demandas a nivel global por elevar el nivel de impuestos a los multimillonarios. Poco a poco se va abriendo brecha y parece ser que existe un grupo de legisladores estadounidenses que están dispuestos a entrar a este debate, lo cual abre una gran puerta para modificar las reglas del juego, en una perspectiva de dar mayor solidez a las finanzas públicas y a la vez contribuir al debate sobre quién y qué tanto deben contribuir las grandes fortunas a financiar el gasto público.

COLUMNAS ANTERIORES

El arduo camino hacia 2030
Transformar a México en un país innovador

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.