Clemente Ruiz Duran

Mejores políticas: la expectativa del día después

El país está a punto de una nueva elección que sin lugar a dudas definirá el quehacer público en el trienio 2021–24.

En memoria de mi amigo Mauricio de María y Campos.

Un amigo que parte nos deja un vacío inmenso, pero sus enseñanzas son su mejor legado, ya que con ello refrendamos la amistad en cada momento. El país está a punto de una nueva elección, que sin lugar a duda definirá el quehacer público en el trienio 2021–2024. Se requiere de mucho entusiasmo para acudir a las urnas en medio de una pandemia, que ha dejado marcadas a varias generaciones, ha sido demasiado intensa y con efectos devastadores, pero sobre todo ha obligado a las sociedades a repensar su futuro. Las políticas del pasado han mostrado ser insuficientes para garantizar el bienestar generalizado, en su lugar han dejado un legado de pobreza. De acuerdo con el reporte de Naciones Unidas hay 1.300 millones de personas multidimensionalmente pobres en los 101 países de renta baja y media, es decir que sufren varias carencias de un listado de 10 relacionadas con salud, educación y calidad de vida. Esto muestra la urgente necesidad de un cambio de políticas que garanticen el crecimiento y la mejora de las condiciones de vida. Se requiere reconocer que las actuales políticas en vez de rescatar profundizan la desigualdad.

Tenemos que reimaginarnos nuestra economía, los motores internos se han debilitado, el consumo permanece 6 por ciento por debajo de su nivel prepandemia a pesar de las fuertes remesas. La inversión está 13 por ciento por debajo de su nivel prepandémico y ha tenido una tendencia a la baja desde 2018, esto debería preocuparnos, ya que el país está invirtiendo por debajo de lo necesario, ni el gobierno ni el sector empresarial están realizando el número de proyectos que serían necesarios para poner a México de nuevo de pie. Hemos dependido de la demanda externa, la cual se ha dinamizado por el repunte en Estados Unidos, a través de las exportaciones de manufacturas que se encuentran por encima de sus niveles prepandémicos, ya que se benefician del fuerte repunte de la economía estadounidense. La actividad se desaceleró a principios de año como se restablecieron las restricciones de movilidad en algunos estados debido a la intensificación de la pandemia, interrupciones de insumos específicos y efectos climáticos. A partir de mediados de febrero, las restricciones se han ido relajado, apoyando una actividad más dinámica. La inflación se ha recuperado, impulsada por los precios de la energía y una base baja efecto. El mercado laboral está mejorando, aunque de forma muy gradual, y el subempleo se mantiene muy por encima de su nivel prepandémico. Se han perdido casi 550 mil empleos formales desde el inicio de la pandemia. Las brechas de género en el mercado laboral han aumentado debido a que las mujeres se vieron desproporcionadamente afectadas por la crisis.

Requerimos imaginar el día después, el amanecer del 7 de junio cuando se habrá consumado el conteo de votos y sabremos de qué forma quedó conformado nuestra Cámara de Diputados, clave para poner en marcha una política de reformas que se requieren para hacer frente a un país empobrecido por la pandemia. De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), se renovará completamente la Cámara de Diputados; 15 gubernaturas; 30 congresos locales; mil 900 ayuntamientos y juntas municipales; se prevé la participación de 94 millones 800 mil ciudadanos inscritos en el Padrón Electoral. La tarea que ha realizado el INE ha sido espectacular ya que ha instalado 161 mil casillas y ha contratado a más de 50 mil supervisores y capacitadores electorales.

Este proceso electoral tan vasto, que lo han llamado la mayor elección en la historia de México, debería resultar en una nueva dinámica de la sociedad para llegar a acuerdos para reconstruir la economía. La destrucción ha sido inmensa, muchas de las capacidades productivas servían en el mundo prepandemia, pero ahora serán obsoletas, no podemos esperar que se recuperen de manera fácil, se requiere que exista una máquina que jale a la economía. En principio debería ser el gasto del sector público, pero cuando volteamos y analizamos el proyecto de Presupuesto propuesto para 2022, nos damos cuenta que la Secretaría de Hacienda se ha quedado entrampada en un mundo imaginario, no ha logrado dimensionar el tamaño de la catástrofe y de sus implicaciones. Se requiere

Muchas ausencias en el debate, pero tal vez la más grave ha sido la necesidad de actualizar y ampliar las capacidades productivas del país en donde México tiene muchas oportunidades para situarse efectivamente en el siglo XXI. La pregunta que surge: ¿ante la falta de empuje del presupuesto público, queda alguna otra opción? En principio la entidad encargada de apoyar la actualización de los proyectos privados para la reconstrucción debería ser la Secretaría de Economía, sin embargo, ha faltado visión y no han convocado a una gran reunión nacional para la reconstrucción, se han tomado todo con calma, falta visión y compromiso. A nivel territorial la Sedatu debería de encargarse de lanzar proyectos a nivel territorial, sin embargo, sus acciones han sido limitadas. Parece que para las entidades públicas el tiempo no pasa, no se dan cuenta de la velocidad con que se ajusta el resto del mundo. Reconstruir la economía es para hoy no para mañana, esperamos que no nos convirtamos en parte de la novela de Michel Proust, En busca del tiempo perdido, que por cierto se publicó hace un siglo. De esta forma la historia parece repetirse.

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