Carlos Serrano Herrera

¿Habrá recesión en Estados Unidos?

Lo más probable es que la economía de Estados Unidos experimente una recesión en algún momento del año que viene. Debe ser, sin embargo, corta y no muy profunda.

Una de las discusiones centrales entre economistas, analistas y quienes siguen los mercados estos días es si la economía de Estados Unidos está cerca de entrar en recesión. La pregunta ha surgido porque, como ha señalado el exsecretario del Tesoro de ese país, Larry Summers, cada vez que allá la inflación ha superado 4.0 por ciento y el desempleo se ha ubicado debajo de ese mismo nivel –indicando que la economía está sobrecalentada– la Reserva Federal (la Fed) ha subido las tasas de interés, provocando una recesión económica (esto es, al menos dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo).

Las recesiones ocurren porque las tasas de interés de corto plazo de la Fed determinan el nivel de todas las tasas en la economía: el alza de tasas de la Fed implica mayores tasas para el crédito a las empresas, para los créditos hipotecarios y los de consumo, etcétera.

Efectivamente, a fines del año pasado, antes de que la Fed comenzara su ciclo de subidas, en Estados Unidos se podía obtener un crédito hipotecario a 30 años con una tasa fija promedio de 2.6 por ciento; hoy la tasa equivalente es más del doble (5.9 por ciento). Esto desde luego desacelerará la demanda por casas nuevas, lo que reducirá su ritmo de construcción, reduciendo el empleo en ese sector y el consumo. Las personas comprarán menos bienes duraderos al haberse encarecido el crédito para su adquisición, mientras que las empresas tomarán menos deuda e invertirán menos. Además, las tasas más altas han llevado a caídas en los precios de las acciones. Las personas perciben que su riqueza ha disminuido, lo cual también las lleva a reducir su consumo; esto es lo que se denomina efecto riqueza. Todo esto desacelerará la demanda agregada.

Una recesión fuerte ocurrió en Estados Unidos a principios de los años ochenta cuando el entonces presidente de la Fed, Paul Volcker, llevó las tasas de interés a niveles cercanos a 20 por ciento para combatir la elevada inflación experimentada durante las dos décadas anteriores (en 1979 la inflación superó 13 por ciento). El aumento de tasas de la Fed implicó una recesión en 1980, que le costó la reelección al presidente Jimmy Carter, y que se agudizó en 1981 y 1982, cuando el desempleo superó 10 por ciento. Esta profunda recesión fue el costo que se tuvo que pagar para incrementar la credibilidad de la Fed entre la población y los mercados y eventualmente conquistar la inflación.

En 1994 ante amenazas inflacionarias, el entonces presidente de la Fed, Alan Greenspan, aumentó las tasas de interés anticipadamente y logró –en una economía que empezaba a mostrar señales de calentamiento– contener la inflación sin causar una recesión. Hay quienes hacen paralelismos con ese episodio para sostener que es posible todavía lograr un aterrizaje suave como aquel. Me parece que no es la mejor comparación, porque entonces la actuación preventiva de Greenspan evitó que la inflación superará 4.0 por ciento y que el desempleo bajará de ese nivel.

Hoy la inflación está en 8.6 por ciento y la tasa de desempleo en 3.6 por ciento, lo cual implica que el ciclo de subidas tendrá que ser más pronunciado que el observado a mitad de los años noventa (hasta ahora lo ha sido).

Lo más probable es que la economía de Estados Unidos experimente una recesión en algún momento del año que viene. Debe ser, sin embargo, una recesión corta y no muy profunda gracias a tres factores que mitigarán el impacto del alza de tasas. El primero es un muy elevado nivel de ahorros por parte de las familias que se acumuló durante la pandemia y que equivale a alrededor de 10 por ciento del PIB de ese país. El segundo es que las familias tienen niveles de deuda financiera relativamente bajos y el porcentaje de sus ingresos que destinan al servicio de sus créditos es bajo desde una perspectiva histórica. Y el tercero es que el sistema bancario se encuentra muy bien capitalizado.

Las recesiones más largas suelen ser aquellas en las que también ocurre una crisis bancaria. Así, una recesión en Estados Unidos es el escenario más probable y ello implicaría una desaceleración del crecimiento en México.

El autor es economista en jefe de BBVA México.

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