Energía con H al Final

Primero los pobres… ¿también en energía?

La pobreza energética no se refiere solamente a las personas que por alguna razón no tienen acceso a los energéticos, sino también aquellas que no pueden pagarlos.

Las vacaciones campiranas por excelencia demandan una fogata para calentarse por la noche a la luz de la madera flameante. Unos cuantos días podemos aguantar este sueño de desconecte citadino, pero imaginemos por un momento que esos mismos maderos son los que nos proveen de agua caliente, comida e iluminación.

Imaginemos además, que después de varias semanas, meses y luego años, nos hartamos de vivir así, pero a la redonda no hay una sola pipa de gas LP, ni cilindros, ni mucho menos red de distribución de gas natural que nos acerque el calor que necesitamos. Y si de electricidad hablamos, no hay un solo poste de dónde ‘colgarnos’, en al menos 100 kilómetros a la redonda.

Pues esta es la realidad que viven al menos 4.8 millones de hogares en el país, o 13.5 millones de mexicanos, a los que había que agregar otros dos millones sin electricidad, de acuerdo con datos del Inegi, Sener y CFE, citados por México Evalúa, en el estudio ‘Vivir a oscuras: la pobreza energética en México’, realizado por Ana Lilia Moreno, Viviana Patiño y la grandilocuente abogada Miriam Grunstein.

Pero la pobreza energética va más allá. No se refiere solamente a las personas que por alguna razón geográfica, o de mercado, no tienen acceso a los energéticos, sino que dentro de esta canasta se encuentran también aquellos que los tienen a su alcance, pero no pueden pagarlos. Incluso, pobreza energética tiene que ver con la falta de acceso a productos de calidad.

Otro aspecto que tiene que ver con la pobreza energética es la salud. Según la OMS, más de la mitad de las muertes por neumonía en menores de cinco años son causadas por respirar partículas en espacios cerrados, gran parte de ellas por las estufas de leña. Para los adultos no es menor, pues una tercera parte de los fallecimientos por EPC en países con ingresos bajos y medianos se debe a esta misma causa.

De este modo, el reporte de México Evalúa da cuenta de que a pesar de que la pobreza energética es visible en el día a día del país, no se cuenta con programas definidos que ayuden a diagnosticarla y combatirla. Lo más cercano que encontraron fue alguno de los objetivos del Programa Sectorial de Energía 2020-2024, en el que de manera muy general se exponen algunos pasos para ‘aliviarla’, y se establece el protagonismo tanto de Pemex como de la CFE en la transición energética, para garantizar el acceso “universal a las energías”.

El reporte reconoce los esfuerzos que se han realizado desde el Fondo Universal del Servicio Eléctrico (el encriptado FSUE), pero su poca transparencia y rendición de cuentas dificulta saber el estado real de sus resultados.

El Parlamento Abierto para discutir la Iniciativa de reforma constitucional en el sector eléctrico, que inicia el 17 de enero, es una gran oportunidad para subir el tema a la esfera pública. Que más allá de quién se quede la generación eléctrica, si los órganos reguladores son absorbidos por la Sener, si hay suficiente agua para mover las hidroeléctricas, y todos los tecnicismos que envolverán a este diálogo, se debata elevar la pobreza energética a la Constitución, para que ellos, estos pobres energéticos, también sean primero.

COLUMNAS ANTERIORES

Afores, pretexto para sembrar miedo
Sin miedo a prometer

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.