Los retos que afrontará México en los próximos seis años serán descomunales, en virtud de los diversos desafíos que se vivirán al interior del país, como allende nuestras fronteras; para ello se requiere, entre otras condiciones, un gobierno a la altura de las circunstancias.
En términos de los datos duros que arrojan diversos rubros como el económico, política social, seguridad pública, educación, soberanía energética y alimentaria, además del escrupuloso ejercicio del presupuesto público, diremos que el sexenio de AMLO fue fallido por el fracaso de las políticas públicas implementadas para resolver los acuciantes problemas por los que transita México.
En este contexto, y ante un gobierno muy corto en liquidez porque ya tiene comprometida la mayor parte de los ingresos del Estado, desde ahora se vislumbra que no se podrán cumplir las promesas de campaña de Claudia Sheinbaum y menos destinar recursos para atender las demandas de la población. De hecho, acaba de anunciar que el programa para apoyar a las mujeres de 60 a 64 años arrancará de forma gradual.
Si no se lleva a cabo una reforma fiscal responsable que permita aumentar los ingresos del gobierno, pues en menudo lío arrancará la gestión de la doctora, aunque esta reforma tiene sus asegunes porque castigará a los contribuyentes con incrementos en los impuestos existentes y con la creación de más gravámenes.
Veremos hasta dónde se estirará la liga y cuánto durará la luna de miel con los ciudadanos, sobre todo aquellos que votaron por ella.
La gobernabilidad está sujeta por alfileres por la presencia y dominio del crimen organizado en vastas regiones del territorio nacional y, aun con el nombramiento de Rosa Icela Rodríguez como titular de la Segob y de Omar García Harfuch al frente de la Secretaría de Seguridad, además del fortalecimiento de la Guardia Nacional con su incorporación a la Defensa Nacional, no será suficiente en el mediano plazo para que se empiecen a revertir los índices delictivos en el país.
La pobreza y marginación es criminal, sobre todo porque más de la mitad de los mexicanos viven en esta condición y en la que los programas de política social de AMLO no revirtieron esta situación; al contrario, la acentuó con la agravante que está generando a una población mantenida e inútil que vive del dinero que les regala el gobierno y que proviene de los impuestos que pagan los mexicanos productivos.
Revertir todo lo que descompuso AMLO va a llevar un buen tiempo, ya que no solo destruyó parte del andamiaje institucional que se construyó en el pasado, sino que comprometió el futuro de las próximas generaciones al endeudar al país como no se había visto en este siglo.
La inflación amenaza con desbordarse en cualquier momento y el valor del peso ante el dólar vive un impasse ante el arribo del nuevo gobierno, así como la detonación o retiro de inversiones que están aguardando con expectación lo que ocurrirá a partir del 1 de octubre.
Así podemos ir desglosando lo que ocurre en diversos rubros que requieren una cirugía mayor para recomponer el rumbo.
Por si todo esto fuera poco, está la amenaza real de que Donald Trump gane la elección presidencial en Estados Unidos, y con ello se sentirá todo rigor para los mexicanos; las políticas arancelarias; medidas de seguridad interior; migración y comercio, tan solo por citar algunas de las decisiones que tomará el magnate inmobiliario y que, sin duda, afectarán el empleo y la vida cotidiana del lado sur del río Bravo.
En este escenario se sopesarán los tamaños de la primera mujer presidenta y de varios de sus colaboradores como Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard, tan solo por citar algunos.
El mundo vive un estado de preguerra que en cualquier momento puede trastocar los frágiles equilibrios que mantienen la paz mundial, y por ello se requiere un gobierno fuerte, tanto a nivel interno como en el ámbito internacional, para que se escuche la voz del gobierno mexicano en la ONU y otros foros internacionales.
Claudia Sheinbaum se sacó la rifa del tigre, por lo que, para arrancar con el pie derecho, tendrá que dejar de lado el discurso de odio y polarización que sembró su mentor, para dar paso a la unidad y la reconciliación nacional, ingrediente principal para que, todos juntos, podamos sortear la crisis que se avecina.
El reto será reconstruir un México fuerte al interior y con respeto en la comunidad internacional y, para ello, se tiene que estar a la altura de las circunstancias.