Desde San Lázaro

Decisiones erróneas de un solo hombre

El acceso a la educación, salud, trabajo e incluso al deporte y la recreación, se han limitado aún más en este sexenio.

Decisiones estratégicas que comprometen el futuro de las nuevas generaciones son tomadas por un solo hombre en nuestro país y ello, ya de suyo, habla de la instauración de un régimen totalitario en donde el presidente de la República representa el vórtice de todos los asuntos políticos, económicos y sociales de envergadura.

Son innumerables los temas en donde por caprichos, ocurrencias, venganzas o de plano por corazonadas, se ha encaminado a la nación a derroteros que afectan al grueso de los mexicanos en cuanto a su inclusión social, al acceso a oportunidades y condiciones básicas de desarrollo.

Así ocurrió cuando se decidió construir las tres obras insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador, las cuales carecieron en su momento de los estudios de viabilidad económica, de impacto ambiental, de retorno de inversión, de presupuesto real, entre otros documentos que, en obras de este nivel, se requieren elaborar en la etapa de planeación.

Los resultados de esta improvisación saltan a la vista, ya que la refinería de Dos Bocas sigue jalando recursos públicos hasta niveles de escándalo, son más de 15 mil millones de dólares al momento y no ha refinado nada. En ese mismo tono camina el Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles que trabaja a medio gas y con pérdidas que tienen que cubrir las arcas públicas.

Se gasta como si el dinero público sobrara, cuando no es una marcha de acarreados o una movilización para acudir a las urnas en torno a la revocación de mandato, se trata de erogaciones que apuntalan expropiaciones y nacionalizaciones como la reciente adquisición de 13 centrales eléctricas a Iberdrola a un costo de “oferta” de 6 mil millones de dólares.

El valor de estos activos resulta costoso si se considera que las dos terceras partes de las centrales tienen entre 10 y 25 años de operación.

Se compran los fierros de centrales eléctricas que no aportan más generación a la que ya tienen y en cambio el Estado asume los costos de operación.

Vaya negocio para los españoles, dueños de Iberdrola, quienes se deglutieron de un bocado a Manuel Bartlett y al presidente.

En las próximas semanas se filtrará a la opinión pública, porque el gobierno no informará de ello, sobre el nuevo cuadro de funcionarios que dirigirán ese bloque de 13 centrales eléctricas y con el tiempo y ante la falta de presupuesto para operarlas, veremos cómo una por una dejará de funcionar.

Los ingresos que capta el país por diferentes vías no son del presidente y por lo tanto se carece de las facultades constitucionales para disponer a su antojo de ellos.

Insistimos, se va achicando el número de instituciones públicas para canalizar los recursos que las sostenían en, verbigracia, los programas de política social con tintes electorales que ahora apuntalan el proyecto político de AMLO.

Los programas de política social que se construyeron en décadas, así como instituciones que eran útiles para mitigar la marginación y pobreza, como el Seguro Popular, o proyectos productivos para detonar el círculo virtuoso de la producción, fueron borrados de un plumazo por el gobierno de la 4T, para crear una nueva base de beneficiarios (carne de cañón) que reciben recursos públicos en efectivo, con la condición que cuando se les llame para defender la causa, acudan.

El acceso a la educación, salud, trabajo e incluso al deporte y la recreación, se han limitado aún más en este sexenio y qué decir del crecimiento de la población que está en condiciones de pobreza y marginación.

Los regímenes populistas de la región implantan el modelo de la pobreza en los países en donde gobiernan, porque en esas condiciones, la población es “más agradecida con el gobierno por los nimios apoyos que les proporcionan”.

Dicen en Palacio Nacional que los mexicanos somos cada vez más felices. Yo le preguntaría a los deudos de los fallecidos por la pandemia por Covid 19 —más de 700 mil personas— si esta aseveración es real, o aquellos que ven cómo se les diluye sus ingresos por la inflación.

Qué opinará el pueblo bueno sobre la inseguridad pública que campea en todo el territorio nacional, en donde a diario se desplazan cientos de mexicanos de sus lugares de origen ante el embate de los criminales, quienes ostentan el control de grandes extensiones territoriales en el país.

En fin, uno es el México real y cruento y otro, el que se construye diariamente por la verborrea de un hombre que asume atribuciones, como la disposición de los recursos públicos, que no están permitidas por la Carta Magna.

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