Desde San Lázaro

El PRI camina hacia la pérdida de su registro

En la víspera de las elecciones de 2024, no existe a la vista ningún militante que retome el rumbo y saque al PRI de la debacle.

Murió un simpatizante de hueso colorado del PRI, un hombre notable, excepcional y muy talentoso, Ignacio López Tarso, quien fue incluso diputado federal por ese partido, sin embargo, para ese instituto político comandado ahora por Alejandro Moreno, alias Alito, pasó de noche el fallecimiento del brillante actor, ya que ni siquiera se emitió una esquela o unas líneas en las redes sociales.

Este descuido pinta de cuerpo entero lo que ocurre en el Revolucionario Institucional, en donde la nefasta personalidad de su líder nacional, embarra todo lo que toca.

Ni siquiera pueden estar atentos de estos eventos, que representan una oportunidad para homenajear a uno de los artistas más notables del México contemporáneo, un hombre que, además de ser un ícono de la actuación, mostró siempre una gran bonhomía y carisma que le granjeó el respeto y cariño del público.

Por ser priista y mexicano de excepción, el partido tricolor le debe un homenaje a Don Ignacio López Tarso y éste debe de realizarse a la brevedad en la sede nacional de ese partido.

A los actuales dirigentes del PRI se les olvidan cosas tan elementales como el que se deben a la militancia y a los simpatizantes, quienes le han dado presencia y vigencia a lo largo de las nueve décadas de existencia.

Se han perdido en las luchas fratricidas por el poder; y ante la madre de todas elecciones en 2024 en donde no solo estará en juego la presidencia de la República, sino también ocho gubernaturas, la jefatura de la CDMX, el Congreso, además de ayuntamientos y diputaciones locales, se desviven en actos de zalamería con Alito con la finalidad de aparecer en las listas de los elegidos, aunque con la resolución del INE que impide prorrogar su mandato, pues él ya no los palomeará.

Si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratifica la resolución del INE, Alito tiene un pie afuera de la dirigencia nacional.

Dicen los priistas de buena cepa que el siguiente paso del exgobernador de Campeche es cederle los bártulos a Rubén Moreira, su incondicional, y con ello mantener el control del partido, que de hecho, lo ostentan al tener bajo su égida la estructura de mando.

En cualquiera de los casos y luego de la inminente derrota que se avecina para los priistas en el Estado de México, en donde perderán su principal bastión a manos de Delfina Gómez, es vital para la supervivencia de esa franquicia política renovar a todo el Comité Ejecutivo Nacional, para dar paso mediante un proceso democrático interno a la nueva dirigencia, que los salve de perder el registro nacional.

De ese tamaño es la tormenta que vivirá el tricolor en la víspera de las elecciones de 2024 y que, como se aprecian los sucesos hoy, no existe a la vista ningún militante que retome el rumbo y saque al PRI de la debacle.

Viven horas extras al anclarse a la alianza con el PAN y el PRD, empero este amasiato terminará ante la eventual traición que volverá hacer Alejandro Moreno en las tareas legislativas, verbigracia, viene la aprobación de los cuatro nuevos consejeros del INE, quienes seguramente por obra del Espíritu Santo serán personajes ligados a la 4T y con ello meterse por la puerta de atrás al Instituto y garantizar el triunfo de Morena y sus rémoras en los comicios presidenciales de 2024.

Para ser aprobados por el pleno de la Cámara baja, se requiere la mayoría calificada y en estos momentos no la tienen los oficialistas, salvo que Alito y sus compinches de la bancada tricolor voten con Morena, como en los mejores tiempos del PRIAMOR.

Como se aprecia, vienen pruebas que hablarán de la lealtad de Alejandro Moreno con sus aliados y, sobre todo, con los sectores de la sociedad que todavía creen en ese partido.

Lo hemos dicho, el PRI será más competitivo si se logra desprender de Alito y ello se refleja ahora con los porcentajes de aceptación que tienen a nivel nacional que, en el mejor de los casos, no pasan de 15 por ciento.

Y que, después de la pérdida del Estado de México, se reducirá más ese porcentaje.

Desde luego, hay casos de excepción dentro del priismo nacional, como en Coahuila en donde el gobernador Miguel Ángel Riquelme es un garbanzo de a libra, ya que se ubica entre los mejores mandatarios del país y su inminente sucesor, el también priista Manolo Jiménez, avanza imparable para ganar la elección del 4 de junio, aun si decidieran unirse de último momento los candidatos de Morena y del PT para intentar detenerlo.

Las cuentas que entregará Alejandro Moreno a su salida serán las peores desde que el PRI perdió la Presidencia en el año 2000, y ello se debió a la complacencia de los actuales dirigentes que solo se conformaron con el hueso, en lugar de tener alturas de miras para rescatar a su partido de las garras de Alito.

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