Desde San Lázaro

Se requiere una hazaña educativa y en ella está el SNTE

Durante el confinamiento y a lo largo de casi dos ciclos escolares, el magisterio mexicano organizado en el SNTE desplegó todas sus capacidades para atender a distancia a los estudiantes.

Una de las consecuencias más graves y sensibles de la crisis sanitaria global ha sido su impacto en la educación de millones, sí, millones de estudiantes desde la educación inicial y el nivel preescolar hasta la educación superior incluidos los posgrados ‘neoliberales’ de las universidades extranjeras.

En todo el mundo se suspendieron las clases presenciales, en 167 países afectando a mil 450 millones 430 mil 123 estudiantes según datos de la UNESCO; y hoy, en todo el mundo, se reanudaron las actividades escolares con nuevos cuidados y protocolos, excepto en ocho países, afectando a 31 millones 453 mil 440 estudiantes, de los cuales 30 millones son mexicanos, según la misma fuente (https://es.unesco.org/covid19/educationresponse).

Las clases a distancia, las actividades escolares en línea, por radio y televisión han sido esfuerzos encomiables, pero limitados. Han permitido transparentar y hacer evidente aún más la desigualdad y las brechas sociales: la brecha entre ricos y pobres; la brecha digital; la brecha de género…

La suspensión de actividades escolares con el propósito de proteger la salud ha cumplido su misión en tanto surgieron las vacunas y se adquirió conocimiento para prevenir contagios de la Covid 19 en sus múltiples y emergentes variantes. Ya es tiempo de regresar a clases.

Investigaciones divulgadas por MUxED, la plataforma mexicana de la Red de Mujeres Unidas por la Educación, han demostrado que la crisis pandémica ha afectado la organización, infraestructura y capacidades del sistema educativo nacional y han señalado cómo se debe diseñar una estrategia para el retorno que atienda seis factores: priorizar la vida y la salud mental; atender factores socioemocionales; destacar la labor y la figura docente; focalizar el aprendizaje; fortalecer la gestión escolar y garantizar la equidad con perspectiva de género.

Durante el confinamiento y a lo largo de casi dos ciclos escolares, el magisterio mexicano organizado en el SNTE desplegó todas sus capacidades para atender a distancia a los estudiantes; dotar de protección al personal sanitario; organizar campañas para distribuir dispositivos electrónicos a los más necesitados para el acceso a la educación en línea; proveer de información preventiva sanitaria a maestros, estudiantes y padres de familia; lanzar la campaña ‘Quédate en clase’ para reducir la deserción escolar provocada por la crisis; convocar a una jornada nacional para visitar los planteles escolares e identificar aquellos que requieren intervención por haber sido objeto de saqueos o por el simple deterioro del abandono que sufrieron por parte de las autoridades municipales, estatales y federales, para definir dónde, cuándo y con qué tipo de intervención pueden reabrir los centros escolares…

El dirigente nacional del SNTE, Alfonso Cepeda, estuvo en la mañanera de la semana pasada en la que, por cierto, reapareció Delfina Gómez, y delante de AMLO respaldó el retorno a clases afirmando que no está a discusión volver, sino cómo organizar el retorno de manera segura, responsable, cuidadosa. Expuso la importancia de recuperar los espacios educativos, de impulsar la recuperación de conocimientos perdidos y de atender socioemocionalmente a los estudiantes, padres y madres de familia, maestras y maestros. Reconoció que en la actual administración y a diferencia de otros países, los maestros mexicanos han tenido certeza laboral, la basificación de más de 400 mil trabajadores y han sido prioridad nacional en la vacunación contra la Covid-19.

Hace 100 años se creó la secretaría de Educación Pública y el magisterio estuvo ahí para participar en las hazañas educativas del siglo XX. Ahora el compromiso social es de dimensiones similares, una nueva hazaña educativa para reactivar el sistema educativo, rescatar y fortalecer a la educación pública y reducir las secuelas educativas de la Covid-19.

La CNTE, que parecía ser aliada del régimen, ahora pretende sabotear el regreso a clases. La educación pública requiere aliados y el SNTE participa en esta hazaña educativa del siglo XXI.

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