Las Encuestas

Radiografía del autoritarismo

El autoritarismo que revela el Latinobarómetro en México no es de labios para afuera, es real y parece estar encontrando vías de expresión política propias.

El salto que dio México en las preferencias por un gobierno autoritario sobre uno democrático es uno de los datos más impactantes del estudio Latinobarómetro 2020. Tras casi dos décadas de estabilidad, promediando 15 por ciento entre 2003 y 2018, la preferencia por un gobierno autoritario creció de 12 a 25 por ciento entre 2018 y 2020.

Creo que no es un cambio que se esperaría luego del entusiasmo ciudadano con las elecciones de 2018 y de las amplias expectativas que generó el arranque del gobierno del presidente López Obrador. Quizá tenga que ver con el proceso de creciente polarización política en el país, o con las dificultades generadas por la pandemia. Cualquiera que sea la causa, el apoyo al autoritarismo se duplicó en tan sólo dos años.

Un análisis más detallado de la encuesta nos dice que la preferencia por un gobierno autoritario es más acentuada entre los jóvenes que entre los mayores. En ediciones previas del Latinobarómetro ya se había detectado una cierta desilusión con la democracia entre las nuevas generaciones de latinoamericanos, pero esto es un abierto apoyo al autoritarismo. Estamos hablando de las generaciones nativas digitales, más políticamente correctas, practicantes de un lenguaje incluyente y desde hace rato indignadas por la desigualdad. ¿Por qué estarían coqueteando las nuevas generaciones con el autoritarismo?

Pero eso no es todo. El apoyo a la democracia ha tenido una base muy importante en la escolaridad. Por lo regular hemos visto que a mayor educación, mayor apoyo a la democracia. Hasta cierto punto sigue siendo el caso. Sin embargo, los mexicanos con mayores niveles de escolaridad expresaron en 2020 un mayor apoyo a un gobierno autoritario. Esto también resulta intrigante, y redefine el rompecabezas al que estábamos acostumbrados a armar.

Una tercera vertiente es la ideológica: un comentario en Twitter proponía que quizá se trate de un autoritarismo de derecha, reaccionando a la intención transformadora de AMLO, los denominados conservadores. Pero no es el caso. La preferencia por el autoritarismo en 2020 es ligeramente más alta entre los mexicanos de izquierda y centro. Sólo para dejar registro, la preferencia por la democracia es la misma a lo largo del espectro político. Las alternancias probablemente han contribuido a ello. No obstante, la izquierda de hoy luce más proautoritaria.

Más allá del perfil demográfico e ideológico de quienes prefieren un gobierno autoritario, parece haber una conexión con otras opiniones políticas. Quienes prefieren a la democracia están más satisfechos con su vida y perciben una mejor situación económica en el país; quienes prefieren al autoritarismo están más insatisfechos y expresan un mayor malestar económico. Los mexicanos prodemocracia tienen más confianza en el gobierno; los proautoritarios una mayor desconfianza.

En términos políticos, quienes apoyan a la democracia están más satisfechos con el funcionamiento de esa forma de gobierno; quienes apoyan el autoritarismo están más insatisfechos. Esto sugieriría un rechazo a la democracia por desempeño, no por principio. Pero mire lo siguiente. Los proautoritarios sí manifiestan una confrontación abierta con la democracia: casi la mitad de ellos está en desacuerdo con que la democracia es la mejor forma de gobierno. También están más dispuestos a apoyar a un gobierno militar en reemplazo de uno democrático.

Por otro lado, los proautoritarios están igualmente interesados en política que los prodemocráticos. No obstante, están menos dispuestos a participar en formas de acción política convencionales, como firmar una petición o tomar parte en manifestaciones autorizadas, acciones que tienen un mayor aval entre los prodemocráticos. En contraste, los proautoritarios están más dispuestos a las formas de participación no convencionales, como los saqueos o la ocupación de edificios. También están más convencidos del poder de la protesta que del poder del voto. No les entusiasman tanto las elecciones como a los prodemócratas. También están menos convencidos de las redes sociales como vía para influir en política, afirmando que tan sólo crean la ilusión de participar. No obstante, los proautoritarios no manifiestan actitudes más hostiles hacia los migrantes, aspecto que sugiere que no se trata de un autoritarismo xenófobo.

El autoritarismo que revela el Latinobarómetro en México no es de labios para afuera, es real y parece estar encontrando vías de expresión política propias. Habrá que seguir monitoreándolo con las encuestas.

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