Las Encuestas

Encuestas y democracia

La democracia es competencia y diversidad, libertad y responsabilidad, pluralidad y elección, derechos e igualdad, respeto y tolerancia, transparencia y rendición de cuentas.

Cuando empecé a incursionar en el mundo de la demoscopía, hace unos 30 años, con frecuencia leía y escuchaba que las encuestas públicas contribuyen a la vida democrática. La idea era convincente e inspiradora, pero en ese entonces para mí no era más que un planteamiento teórico. Hoy, lo confirmo con una experiencia práctica acumulada. Pensando en las nuevas generaciones, aquí ofrezco algunas reflexiones sobre el papel de las encuestas en la vida pública en un contexto democrático.

1. La difusión de resultados de encuestas no elimina pero sí reduce la incertidumbre de la competencia electoral; además contribuye a una discusión pública más informada acerca de las motivaciones de los electores.

2. Las encuestas articulan las diversas voces ciudadanas, dándoles el mismo peso. La agregación estadística de las distintas opiniones refleja un principio de igualdad política.

3. La variedad de metodologías refleja el principio democrático de pluralismo. Hay quienes rechazan algunas metodologías porque no les parecen válidas; sí, el rigor científico es muy importante, pero el pluralismo metodológico es lo que ha permitido evolucionar a la profesión encuestadora y adaptarse a los requerimientos de sociedades cambiantes. Los contextos autoritarios restringen, excluyen y suprimen las expresiones diferentes. La democracia da voz a la diversidad.

4. La democracia significa tener fuentes alternativas de información. Sin duda, puede haber varianza en la calidad, pero entre más encuestas mejor. Tener opciones refleja el principio democrático de poder elegir.

5. La democracia significa apertura, acceso a información, transparencia, monitoreo público, evaluación ciudadana. Lo cual me recuerda que:

6. Hace unos días escuché a un encuestador en un foro de exalumnos decir que las encuestas privadas son mejores que las públicas. Como mi crítica no es ad hominem, me reservo el nombre pero expongo la idea, la cual me pareció una falacia expuesta con arrogancia antidemocrática. Las encuestas privadas no están documentadas ni se monitorean públicamente, así que no podemos realmente saber si han sido mejores o no –sospecho que no, sin embargo, ya que en pláticas que he tenido con usuarios privados de encuestas suelo escuchar una queja recurrente de insatisfacción por sus encuestas fallidas–. Pero lo realmente importante es que...

7. Si algo tiene la democracia es que podemos conocer encuestas públicas. Un sistema autocrático puede tener encuestas privadas, cerradas al público, para información exclusiva de las élites políticas. Además, un sistema autocrático suele prohibir las encuestas, restringiendo el derecho de sus ciudadanos a estar informados. En democracia, las encuestas públicas son para la ciudadanía.

8. Por supuesto, en democracias también hay malos usos y malas prácticas de las encuestas, los cuales se pueden y deben señalar. Las encuestas no son perfectas, pero sí perfectibles. E insisto, entre más fuentes haya, mejor.

9. En este 2021 la información de encuestas ha fluido desde nuevas y distintas fuentes. Parece que estamos ante un cambio no solamente de metodologías sino de marcas. Habrá por supuesto que evaluar el desempeño después de las elecciones, pero no sólo su exactitud, sino también su transparencia y sus formas de difusión.

10. La democracia es competencia y diversidad, libertad y responsabilidad, pluralidad y elección, derechos e igualdad, respeto y tolerancia, transparencia y rendición de cuentas. Las encuestas también deben seguir todas esas rutas. Jóvenes encuestadores: un buen inicio es formar parte de las asociaciones profesionales abiertas y plurales. Las encuestas, como la democracia, también son comunidad.

DOS ACLARACIONES

Hace unos días, el presidente López Obrador citó una encuesta que lo sitúa como el mejor evaluado en comparación con otros mandatarios, con un 60 por ciento de aprobación a su trabajo. En días previos, el Presidente había señalado que en la encuesta de EL FINANCIERO “ya me desplomé, la gente ya no me quiere”. El sondeo de EL FINANCIERO marcaba 57 por ciento de aprobación, tan sólo 3 puntos de diferencia.

El mandatario también dijo que la encuesta de EL FINANCIERO está “cuchareada”, es decir, alterada acorde a algún interés político. No es el caso. Los resultados que publicamos son el producto de metodologías y técnicas de investigación, así como del trabajo de encuestadores y encuestadoras que entrevistan a ciudadanos y les piden sus opiniones. Agradecemos a la ciudadanía que ha tenido la amabilidad y la paciencia para responder a nuestras encuestas; es con base a esa participación que podemos conocer el sentir social.

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