El ascenso de China a la cima del comercio mundial no es casualidad; es el resultado de una férrea estrategia gubernamental. El crecimiento del gigante asiático en los últimos años, está centrado en una estrategia de desarrollo económico dirigida por su gobierno. A finales de la década de 1970, el gobierno implementó reformas para fomentar la industrialización que impulsó a las grandes empresas y particularmente a las Pymes, volviéndolas un motor de crecimiento y exportación.
Tras cinco décadas de desarrollo que se tradujo en crecimiento económico sostenido y un mercado externo sólido, que hoy representa más de 3.5 billones dólares de exportaciones a nivel global, siendo China consistentemente el mayor exportador de mercancías, vale la pena evaluar algunas de esas estrategias.
Al revisar el modelo asiático, las Pymes han sido uno de los ejes medulares de las iniciativas, pues el plan incluyó financiamiento preferencial a este sector. El apoyo financiero estaba destinado a aquellas empresas que cumplían con objetivos específicos, en el caso de China dirigidos a la exportación, y fomentar la innovación tecnológica, así mismo contemplaba una serie de beneficios fiscales particularmente importantes para la pequeña y mediana industria.
Otra de las estrategias centrales que implementó el gobierno chino para poder integrase a las cadenas productivas fue el apoyo al desarrollo tecnológico, estableciendo centros de investigación con financiamiento del estado y las empresas, donde las Pymes podían acceder a tecnología de punta y capacitación técnica. Se incentivó la transferencia de tecnología y se crearon políticas para fomentar la propiedad intelectual y el desarrollo de patentes, lo que les permitió competir en segmentos de mayor valor.
Todo esto dio como resultado, un crecimiento en vertical de las exportaciones, pues los apoyos gubernamentales y el fomento a la especialización y profesionalización de la industria manufacturera en el país, originó que los productos chinos fueran extremadamente competitivos en los mercados internacionales. Hoy más que nunca, ante la coyuntura actual de la revisión del T-MEC, se tiene que valorar la conveniencia de apoyar a las Pymes e integrarlas de manera eficiente a las cadenas productivas. Hay que reconocer que México tiene una capacidad manufacturera enorme y se debe crear el andamiaje para poder integrarnos más eficientemente al mercado internacional, en especial al norteamericano. ¿Podría México, a través de políticas dirigidas al desarrollo y la productividad, replicar ciertos elementos de la fórmula asiática y dejar de ser un actor secundario para convertirse en el verdadero epicentro manufacturero de alto valor en la región?
Nuestro país necesita acelerar la implementación del Plan México con un enfoque integral que combine inversión en infraestructura, en capital humano y la adopción de nuevas tecnologías de la mano con la implementación de incentivos productivos. Además de, seguridad jurídica, reglas claras y un marco fiscal prudente.
Al igual que China, una avenida de crecimiento medular debería venir del papel de las Pymes. Aumentar el acceso al financiamiento, impulsar la profesionalización, especialización, y en particular elevar la productividad. El impulso de las nuevas tecnologías y la transferencia de las mismas, mejores y más eficientes formas de organizar la producción deben ser uno de los ejes rectores. La integración de las Pymes en los mercados internacionales puede ser una de las piedras angulares que contribuyan con el desarrollo económico de nuestro país en el mediano y largo plazos.
Resulta imperativo que apoyemos el crecimiento de las Pymes, se deben de contar con esquemas que faciliten la formalización de proveedores locales, y coadyuven a la administración de la empresa, capacitarlos e integrarlos a las cadenas de valor internacional y que a la postre, el país fortalezca su posición como un actor clave en el ámbito económico global, promoviendo activamente un sistema de comercio basado en reglas transparentes y predecibles.