Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

¿Ya estamos en recesión?

Pareciera que esta recesión ha sido originada por los elevados precios del petróleo, y por una inflación que ha mermado el poder de compra del consumidor.

El cambio en las expectativas sobre las probabilidades de recesión en Estados Unidos ha variado en las últimas semanas. Recientemente, diversos agentes del mercado han comenzado a incorporar que la tan temida recesión ya está en marcha. Así lo han dejado ver los principales indicadores bursátiles alrededor del mundo, y en particular el S&P500, que registró el peor semestre desde 1970. Datos publicados sobre el estado de salud de la economía norteamericana señalan que el PIB probablemente se haya contraído en el segundo trimestre del año.

De acuerdo con los indicadores adelantados de actividad económica al mes de junio, la economía se desaceleró de manera considerable, inclusive más aún de lo que esperaba el mercado. Los pronósticos que emanan del modelo adelantado de la Reserva Federal de Atlanta (GDPNow) que proporciona una estimación preliminar del PIB basada en los indicadores de alta frecuencia, apuntan a una contracción cercana al 2.0 por ciento en la economía más grande del mundo para el 2T22.

Por otro lado, el índice de confianza del consumidor, que generalmente es un buen antecedente del comportamiento del consumo, se ha venido deteriorando de manera considerable, en particular el componente de expectativas. La suma de todos los indicadores muestra una posición económica de Estados Unidos más débil de lo inicialmente esperado. Aunado a ello, la discusión sobre si ha comenzado la recesión, se desprende de la revisión final del PIB del primer trimestre del año, que registró una contracción más profunda. El dato de consumo que representa más de dos terceras partes de la economía, se revisó fuertemente a la baja y resulta ser la tasa de expansión más baja del consumo desde que inició la recuperación por la pandemia, lo que sugiere que el principal componente de la demanda agregada ya ha comenzado a moderarse. Simultáneamente, la inversión en inventarios se revisó fuertemente al alza, lo que alude una acumulación de los mismos que, si se conjuga con bajo consumo, podría significar presiones deflacionarias en el futuro, y la confirmación de destrucción de demanda.

De cristalizarse el dato de contracción económica para el segundo trimestre del año, se ligarían dos trimestres consecutivos de reducción en la actividad, y de acuerdo con el grueso de los agentes del mercado indicaría una recesión técnica. No obstante, es la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) quien define los ciclos económicos. La definición del NBER de una recesión implica una disminución significativa en la actividad económica que se extiende por toda la economía y dura más de unos pocos meses, situación que no necesariamente se ha cumplido.

A la par, la mayoría de los precios de los commodities se han caído a un ritmo de doble dígito desde sus máximos. El petróleo se ubica por primera vez debajo de los 100 dólares por barril, y acumula una caída del 22 por ciento en un mes. El precio del cobre –considerado el termómetro de la economía global– se ha desplomado y los precios de los alimentos han comenzado a descender de manera acelerada. Esto implicaría que los mercados a nivel global estarían esperando una menor demanda en el mundo, aunque con ello también menores presiones inflacionarias.

Pareciera que esta recesión ha sido originada por los elevados precios del petróleo, y por una inflación que ha mermado el poder de compra del consumidor; y por las expectativas de una política monetaria que comenzará a ser restrictiva en el futuro cercano. Considerando que la inflación sigue estando muy lejos del objetivo, la Fed tendrá que seguir aumentando las tasas, aunque el alza será más moderada de lo que se había comenzado a anticipar.

El nivel de demanda agregada es inconsistente con el nivel de empleo en la economía. El desbalance entre oferta y demanda es evidente. Pareciera que estamos comenzando a pasar la factura, luego de la puesta en marcha de políticas monetarias ultraacomodaticias implementadas en años anteriores al 2020, y que la Fed tomó mucho tiempo en comenzar a retirar.

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