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Israel usa fósforo blanco sobre Gaza y Líbano: ¿Es legal usar esta arma incendiaria?

El fósforo blanco es una arma química que arde a 815 grados Celsius, por lo que puede ser potencialmente mortal cuando se usa sobre poblaciones.

El ejército de Israel está acusado de utilizar fósforo blanco en un ataque en octubre contra el grupo militante Hezbolá en el Líbano, que habría causado lesiones al menos a nueve civiles.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, dijo esta semana que la administración Biden estaba “preocupada” por el posible uso de municiones de fósforo blanco y que estaría “haciendo preguntas para tratar de saber un poco más”.

Israel ha rechazado cualquier acusación de uso ilegal de fósforo blanco en el Líbano.

Pero ¿cuáles son los usos legales de esta sustancia química según el derecho internacional humanitario? ¿Y su uso puede considerarse un crimen de guerra?

¿Cómo se ha utilizado el fósforo blanco antes?

El fósforo blanco es un componente químico que se enciende al contacto con el aire y arde a alrededor de 1.500 grados Fahrenheit (815 Celsius). Puede provocar lesiones graves o incluso la muerte si entra en contacto con humanos.

Human Rights Watch considera las armas incendiarias, como el fósforo blanco y el napalm, “entre las armas más crueles utilizadas en los conflictos armados contemporáneos” debido a su impacto en el cuerpo humano. Dice un investigador de Human Rights Watch:


Las armas incendiarias son armas que prenden fuego o queman a personas.

Sin embargo, el fósforo blanco se puede utilizar a la defensiva, como cortina de humo para enmascarar los movimientos de las tropas en el terreno, para iluminar el campo de batalla o como dispositivo de señalización. También puede interferir con la óptica infrarroja y los sistemas de seguimiento de armas del enemigo.

Pero estas armas incendiarias también pueden utilizarse de forma ofensiva en bombas de mortero, cohetes y municiones de artillería.

Muchos adversarios utilizaron fósforo blanco tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, apuntando tanto a soldados como a civiles enemigos.

Estados Unidos también utilizó fósforo blanco, junto con napalm, en la guerra de Vietnam y, más recientemente, en Irak durante la batalla de Faluya en 2004 y contra el Estado Islámico (ISIS) tanto en Siria como en Irak.

Rusia también está acusada de utilizar fósforo blanco indiscriminadamente contra civiles y combatientes tanto en Ucrania como en Siria.

Human Rights Watch criticó el uso de fósforo blanco por parte de Israel contra objetivos de Hamás en Gaza en 2008-2009 y dijo que era prueba de un potencial crimen de guerra.

Conscientes de la publicidad negativa de estos informes, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) se comprometieron en 2013 a dejar de usar fósforo blanco en el campo de batalla, diciendo que en su lugar harían la transición a proyectiles de humo a base de gas.

¿Qué dice el derecho internacional sobre el uso de fósforo blanco?

Las armas incendiarias están comprendidas en la Convención de 1980 sobre ciertas armas convencionales. Este tratado tiene como objetivo proteger a los civiles limitando el uso de ciertas armas consideradas particularmente peligrosas. Un protocolo centrado específicamente en las armas incendiarias las define como:

Cualquier arma o munición diseñada principalmente para prender fuego a objetos o causar quemaduras a personas mediante la acción de las llamas, el calor o una combinación de ambos, producido por una reacción química de una sustancia aplicada al objetivo.

El fósforo blanco no es ilegal según el derecho internacional y el derecho de los conflictos armados, siempre y cuando se utilice de forma defensiva como cortina de humo o como iluminación del campo de batalla.

Sin embargo, el uso selectivo de armas incendiarias directamente contra civiles es ilegal y podría considerarse un crimen de guerra. También está prohibido el uso de armas incendiarias “lanzadas desde el aire” (como el fósforo blanco lanzado desde un avión) contra un objetivo militar que se encuentre en una zona civil.

Sin embargo, hay una excepción si el objetivo militar está “claramente separado” de los civiles y se toman todas las “precauciones posibles” para limitar las pérdidas incidentales de vidas o lesiones a civiles.

Por lo tanto, esto significa que atacar a Hamás o a Hezbolá está permitido siempre y cuando el fósforo blanco no sea entregado por aire y se tomen medidas para minimizar el daño a los civiles.

¿De qué se acusa a Israel?

Amnistía Internacional ha recopilado pruebas que indican que probablemente se utilizó fósforo blanco en un entorno civil (la ciudad libanesa de Dheira) en octubre. Los residentes también dijeron al Washington Post que las fuerzas israelíes habían bombardeado la ciudad con “municiones de fósforo blanco durante horas”.

Estos informes necesitan una investigación exhaustiva para examinar qué sucedió exactamente y si hubo un uso ilegal de fósforo blanco por parte de las fuerzas israelíes o si fue permitido según las pautas mencionadas anteriormente.

Los investigadores deberán determinar, por ejemplo, si efectivamente se utilizó fósforo blanco y, en caso afirmativo, si se entregó mediante una explosión aérea o terrestre.

Los investigadores también tendrían que determinar si las fuerzas israelíes tomaron medidas para minimizar el daño a los civiles. Se trata de una propuesta muy difícil en el conflicto actual, ya que se sabe que tanto Hamás como Hezbolá integran a sus combatientes entre la población civil.

Cualquier ataque directo contra civiles o el uso indiscriminado de armas incendiarias lanzadas desde el aire potencialmente calificaría como crimen de guerra según los Convenios de Ginebra de 1949.

En la niebla de la guerra, es más importante que nunca contar con una verificación independiente de las acciones de los combatientes de ambos bandos y una investigación exhaustiva por parte de la Corte Penal Internacional (CPI).

Sin embargo, el procesamiento de cualquier presunto crimen de guerra en el conflicto actual sigue siendo extremadamente difícil. Esto se debe, en parte, al hecho de que Israel no es miembro de la CPI y rechaza la jurisdicción de la corte sobre su territorio y que tanto Hamás como Hezbolá son entidades no estatales.

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*Escrito por Sascha-Dominik Bachmann, profesor en Derecho y co-coordinador del Centro de Seguridad Nacional (Universidad de Canberra) e investigador asociado del Instituto de Seguridad para la Gobernanza y el Liderazgo en África, Facultad de Ciencias Militares, en la Universidad de Stellenbosc. Miembro de la OTAN para Asia y el Pacífico.

*The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.

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