Monterrey

Luis J. Ramón: Amarillismo o realidad, el reto eléctrico que enfrentamos

La situación es compleja y seria, pero requiere enfoque, inteligencia y colaboración, no polarización.

En días recientes, algunos medios de comunicación publicaron titulares alarmistas que afirmaban que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) está “amagando” a los industriales con cortes de energía si no reducen su consumo durante el verano. Más allá del amarillismo, es importante distinguir entre la realidad técnica del sistema eléctrico nacional y las interpretaciones que buscan generar escándalo.

Sí, es un hecho: el sistema eléctrico mexicano opera al límite de su capacidad. Y sí, los apagones en ciertas regiones pueden presentarse durante picos de demanda, como los que se viven en estos meses de calor extremo. Pero afirmar que CFE está amenazando a la industria con apagones es una simplificación irresponsable.

Para entender mejor el contexto, es necesario ver hacia atrás. Durante la administración anterior, se frenaron o complicaron las inversiones privadas en generación eléctrica, tanto en fuentes renovables como convencionales.

Al mismo tiempo, las centrales eléctricas públicas autorizadas no han entrado en operación. Pero el mayor cuello de botella está en la transmisión y distribución: la inversión pública ha sido claramente insuficiente.

La consecuencia es un sistema nacional prácticamente sin margen de maniobra. Esto no solo afecta al sureste —la región con mayor vulnerabilidad—, sino también a zonas tradicionalmente sólidas como el área metropolitana de Monterrey.

Prueba de ello es que, en anuncios de parques y naves industriales, hoy se publicita con orgullo la disponibilidad de KVA por encima del precio por metro cuadrado. ¿La razón? La escasez de infraestructura eléctrica está limitando la capacidad de crecimiento de nuevos proyectos industriales.

Por otro lado, es importante señalar que las cartas enviadas por CFE a ciertos usuarios no son, en su mayoría, advertencias de corte, sino notificaciones para regularizar condiciones técnicas fuera de norma. En el pasado, este tipo de medidas eran gestionadas por dependencias ya desaparecidas.

Asimismo, las tarifas actuales están diseñadas para desincentivar el consumo eléctrico en horarios punta —particularmente entre las 18:00 y 21:00 horas—, y los industriales lo saben. De hecho, existen mecanismos disponibles para gestionar y optimizar su consumo dentro de estos parámetros.

La carencia de infraestructura no se puede negar. Pero más allá de las acusaciones cruzadas, lo que estamos viendo es una confrontación entre ideología y realidad. La buena noticia es que algunos signos de pragmatismo comienzan a emerger: recientemente se liberaron permisos de generación para proyectos de autogeneración entre 0.7 y 20 MW. Se trata, sí, de una medida paliativa, pero es un paso en la dirección correcta.

Aun así, será difícil recuperar el rumbo que teníamos en 2016. La demanda sigue creciendo más rápido que la construcción de nueva infraestructura. Y esto sin considerar la falta de recursos económicos para financiar proyectos de gran escala, incluso si existiera la voluntad política para hacerlo.

A este contexto se suma otro reto: la situación en Estados Unidos. Nuestro vecino del norte enfrenta sus propios dilemas eléctricos. Durante años, apostaron por una economía digital y de servicios, relegando la inversión industrial. Hoy, en su carrera por reindustrializarse, están ampliando y modernizando su infraestructura eléctrica a marchas forzadas.

Como resultado, la cadena de suministro de equipo eléctrico —transformadores, interruptores, sistemas de control— está saturada. Los tiempos de entrega superan los 24 meses, y muchos proveedores han priorizado sus compromisos con el mercado estadounidense.

Lo interesante es que la noticia llegó hasta la conferencia mañanera, donde la presidenta Sheinbaum tuvo que dar explicaciones sobre el tema. Esto demuestra el nivel de relevancia que ha alcanzado la situación, lo que refuerza la necesidad de abordar la falta de inversión en el sector energético de forma urgente.

Ante este panorama, resulta crucial que no permitamos que los discursos simplistas y las noticias amarillistas nublen el análisis. La situación es compleja y seria, pero requiere enfoque, inteligencia y colaboración, no polarización.

Necesitamos dejar atrás las posturas ideológicas y construir una visión de país. Urge abrir el diálogo para impulsar infraestructura energética con esquemas innovadores que incluyan al sector privado. Sin un consenso nacional para acelerar los proyectos necesarios, el futuro eléctrico del país no solo será insuficiente: será insostenible

El autor es fundador y presidente de DIRAM, empresa especializada en soluciones para calidad de energía y electrónica de potencia, con más de 30 años de trayectoria en México.

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