Somos más de 67 millones de mujeres en México (equivalente al 51.7% del total de la población en el país hoy en día) y representamos 45.6% de las 61.1 millones de personas económicamente activas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) a marzo de este año.
Sin embargo, considero que la participación de las mujeres en las actividades económicas ha sido bastante sub-utilizada en la última década, evidenciando la necesidad urgente de implementar políticas más efectivas para fomentar nuestra inclusión en sectores estratégicos —como el comercio exterior.
La participación de mujeres y hombres en la industria tuvo una diferencia de 32.6 puntos porcentuales en el Censo Económico de 1999, en 2019 la brecha disminuyó a 26.2 puntos porcentuales y en los censos de 2009 y 2014 se ha reducido más.
Para 2019, el 36.9% del total de personal ocupado en la industria manufacturera en México fueron mujeres, sobresaliendo en los subsectores de productos textiles (62%), de prendas de vestir (57%) y de equipo de transporte (37%).
Para puestos de liderazgo, los números básicamente se repiten: las mujeres ocupamos apenas el 38.9% de los puestos senior en México y apenas un 21.7% de las empresas a nivel global tienen una directora ejecutiva (CEO), según la consultora Grant Thornton.
Considero que este potencial del talento de las mujeres debiera apremiar a la implementación de políticas y programas que faciliten nuestra participación en los sectores productivos clave. Nuestra presencia en empleos y en posiciones directivas ha ido creciendo lentamente; sin duda, hemos ganado terreno, pero aún falta mucho camino por recorrer y muchos techos de cristal que romper —que aún cuando las mujeres del área metropolitana de Monterrey ganan 18% más que las del resto del país, siguen enfrentando una brecha salarial con respecto a los hombres, según la investigación del Instituto Municipal de las Mujeres Regias y la Facultad de Economía de la UANL.
La inclusión de las mujeres en el trabajo no solo es una cuestión de equidad, sino también de crecimiento económico.
El Producto Interno Bruto (PIB) de México podría aumentar en $6.9 billones de pesos durante la próxima década de igualar la participación de las mujeres al promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), estimó el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). La contribución de las mujeres a la economía mexicana alcanzó un 46% en la última década, pero aún se encuentra por debajo del 67% de la media calculada por la misma OCDE.
Considero que la economía podría crecer aún más al integrar a las mujeres en las actividades relacionadas con el intercambio comercial. Para esto, debe ser prioritario que tanto el sector público como el privado trabajen conjuntamente para crear un entorno que apoye y fomente el liderazgo femenino, con un compromiso continuo y acciones concretas que ayuden a eliminar las barreras que enfrentan todas las empresarias mexicanas —que al ritmo actual, la igualdad de género en los niveles de dirección empresarial se alcanzaría hasta el año 2051.
Algunos especialistas han hecho hincapié que una manera de incrementar el aporte de las mujeres en sectores productivos de manufactura es fomentar nuestra participación en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) —el Observatorio Laboral identificó que la participación de las mujeres en carreras STEM es menor al 8%.
Además, se ha determinado la relevancia de resolver de fondo las barreras que enfrentamos para insertarnos en el mercado laboral y mantener una carrera en esos sectores.
Sin duda, son loables los esfuerzos que hacen agrupaciones como la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias (AMEXME), la Asociación Mexicana de Mujeres Ejecutivas (AMME), la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa (AMMJE) o el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias (CCME) de Nuevo León para crear comunidad, desarrollar alianzas estratégicas, compartir conocimiento y brindar profesionalización a todas sus asociadas.
Además, programas como “Mujer Exporta MX” son fundamentales para cerrar esta brecha. En su sexta edición, esta iniciativa del gobierno federal busca fortalecer la inclusión de empresarias mexicanas en el comercio internacional. Las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) de diferentes industrias lideradas por mujeres, se capacitan con herramientas prácticas para mejorar su operación e internacionalización, conectándolas con compradores internacionales —contribuyendo a derribar barreras estructurales que han limitado nuestra participación en el comercio global.
Sin embargo, aún persisten desafíos significativos que deben abordarse para lograr una verdadera inclusión de las mujeres a pesar de los avances de las últimas décadas. Estos incluyen: erradicar la discriminación y la desigualdad, combatir los sesgos y las microagresiones, generar acceso a oportunidades económicas y financiamientos adecuados, desarrollar redes de apoyo y de mentoría adecuada, así como mitigar la persistencia de estereotipos de género que limitan nuestras ofertas en el ámbito profesional y empresarial, especialmente en industrias dominadas por los hombres.
Me parece que promover la participación de las mujeres es esencial para elevar la competitividad y apoyar al desarrollo económico de nuestro país, buscando la igualdad de género. Al empoderar a las mujeres y facilitar su acceso a los sectores estratégicos, México no sólo avanzaría hacia una mayor equidad, sino que también fortalecería su posición en la economía global, al enriquecer la innovación y la productividad de la industria.
La autora es co-fundadora y CRO (Chief Revenue Officer) de la fintech MUNDI. Desarrolló su carrera en la industria FinTech mexicana en Cumplo, Resuelve tu Deuda y Credijusto, ayudando a posicionar y fomentar el crecimiento de plataformas digitales B2B y servicios financieros en México.